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Neurociencias

Según Estudio Los Creativos Son Menos Sociables

 

La personalidad creativa en siete rasgos: luces y sombras

 

La originalidad o la motivación conviven con un reverso tenebroso, revela un estudio de la Norwegian Business School

 

¿Qué define a la personalidad creativa? Un estudio realizado en Noruega con 481 personas ha revelado siete características de este tipo de personalidades. Imaginación o capacidad de innovar conviven con otros rasgos no tan positivos, como la baja sociabilidad o la falta de pragmatismo, señalan los investigadores.

 

La creatividad puede ser definida como la capacidad de llegar a nuevas ideas que sirvan a un propósito determinado. Por tanto, esta habilidad es una de las fuentes más importantes de renovación. Por otra parte, la creatividad contribuye a la innovación, así como a la mejora de la vida laboral, el comercio y la industria.

No es de extrañar, por tanto, que los responsables de organizaciones y compañías busquen empleados creativos para áreas en las que esta capacidad resulta esencial para alcanzar propuestas de nuevos productos y servicios o formas innovadoras de hacer las cosas.

Pero, ¿en qué se caracterizan las personalidades creativas? El investigador L. Øyvind Martinsen, de la Norwegian Business School (BI), ha llevado a cabo un estudio para elaborar un perfil de este tipo de personalidades: ¿Qué rasgos las definen?

En su investigación, Martinsen analizó a 481 personas de orígenes diversos, y aptitudes más o menos creativas. Uno de los subgrupos del conjunto de participantes lo constituyeron 69 artistas que desarrollaban su labor como actores o como músicos de una orquesta sinfónica.

El segundo subgrupo lo compusieron 48 estudiantes de marketing; y el resto de los voluntarios fueron administradores, profesores y estudiantes de programas menos asociados a la creatividad que el marketing.

El investigador determinó los rasgos de creatividad de la personalidad de todos los participantes, y probó las habilidades creativas de estos en distintos tipos de tareas, informa la BI en un comunicado.


La creatividad en siete rasgos

De este modo, Martinsen identificó siete rasgos de personalidad esenciales en las personas creativas:

1. Inteligencia conectiva: Estas personas son imaginativas, lúdicas; tienen riqueza de ideas y capacidad de comprometerse; y merman las transiciones entre realidad y ficción.
2. Necesidad de originalidad: Los individuos creativos se resisten a las reglas y convenciones. Además, tienen una actitud de rebeldía debido a su necesidad de hacer cosas que nadie más hace.
3. Motivación: Las personas creativas sienten la necesidad de enfrentarse a tareas difíciles, orientadas a un objetivo, con una actitud innovadora.
4. Ambición: Sienten asimismo la necesidad de influir y de atraer atención y reconocimiento.
5. Flexibilidad: Estas personas cuentan con la capacidad de ver los diferentes aspectos de los problemas y de encontrarles soluciones opcionales.
6. Estabilidad emocional baja: Los individuos creativos son propensos a experimentar emociones negativas, mayores fluctuaciones en los estados de ánimo y emocionales; así como a tener falta de confianza en sí mismos.
7. Bajo sociabilidad: Estas personas tienden a no ser muy consideradas, a ser obstinadas y a encontrar fallos y defectos en las ideas y en otras personas.

Entre estos siete rasgos, la inteligencia conectiva y la flexibilidad serían los factores que más favorecen el pensamiento creativo. "La inteligencia conectiva está ligada al ingenio. La flexibilidad está vinculada a la visión", afirma Martinsen. Las otros cinco características describen inclinaciones emocionales y factores motivacionales que influyen en la creatividad o que despiertan el interés por la creatividad.

Pero "estos siete rasgos de personalidad influyen en el rendimiento creativo a través de la interacción", concluye Martinsen.
Menos sociables

El estudio constató, por otra parte, que los artistas participantes presentaban una orientación conectiva muy superior a la del resto de los voluntarios. Los artistas, además, mostraron una gran necesidad de originalidad y una estabilidad emocional baja.

El perfil de personalidad de los estudiantes de marketing fue muy similar al de los artistas, y también se diferenció del de los demás participantes en el estudio. Por otra parte, los artistas fueron los individuos con valores más bajos de ambición y de sociabilidad.

"Sería conveniente que los empleadores sopesaran los requisitos necesarios para que coexistan la capacidad de cooperar con la necesidad de creatividad", cree Martinsen.

El investigador también hace hincapié en que las personas creativas pueden necesitar ayuda para completar sus proyectos. "La gente creativa no siempre es práctica o está orientada al rendimiento: este sería el reverso de la ‘medalla de la creatividad’ ”.

El Cerebro Holista

 

 

 

Las habilidades cognitivas no están separadas de las emocionales, revela la imagen

(ver http://www.tendencias21.net/Crean-un-mapa-de-la-inteligencia-emocional-en-el-cerebro_a14835.html)

 

A pesar de que se suele creer que la inteligencia general no tiene nada que ver con las emociones, un mapa de la inteligencia emocional en el cerebro ha revelado que este tipo de inteligencia comparte las mismas regiones cerebrales que la inteligencia general. Esta similitud tendría su causa en que somos seres sociales, por lo que nuestra capacidad de comprensión no sólo ha de implicar habilidades cognitivas básicas, sino también la habilidad para manejarnos en entornos sociales y comprender a los demás, explican los científicos.

 

Un reciente estudio de 152 veteranos de la guerra de Vietnam con lesiones cerebrales sufridas en combate ha permitido elaborar el primer mapa detallado de regiones del cerebro que contribuyen a la inteligencia emocional, que es la capacidad para procesar información emocional (reconocer sentimientos propios y ajenos) y manejarnos en los entornos sociales.

La investigación ha revelado que existe una significativa imbricación entre la inteligencia general y la inteligencia emocional, tanto en términos de comportamiento como cerebrales.

Así, puntuaciones más elevadas en tests de inteligencia se correspondieron con un mayor rendimiento en las mediciones de inteligencia emocional, y se constató que para ambos tipos de inteligencia resultaban importantes las mismas áreas cerebrales, en su mayor parte. Los resultados del presente estudio han aparecido publicados en la revista Social Cognitive & Affective Neuroscience.

La corteza cerebral y la inteligencia general

“El grupo de estudio ha sido interesante, principalmente porque nos ha permitido determinar hasta qué punto ciertos daños en áreas específicas del cerebro están relacionados con disfunciones en aspectos específicos de la inteligencia emocional y de la inteligencia general”, explica Aron K. Barbey, director de la investigación y profesor de neurociencia y psicología del Beckman Institute for Advanced Science and Technology de la Universidad de Illinois (Estados Unidos), en un comunicado de dicha Universidad.

En un estudio previo, también dirigido por Barbey, se elaboró un mapa de la base neuronal de la inteligencia general, analizando cómo lesiones cerebrales específicas (también de una extensa muestra de veteranos de Vietnam) afectaba al rendimiento en pruebas sobre procesos cognitivos fundamentales.

En ambas investigaciones, los científicos tomaron datos de escáneres cerebrales de los participantes para producir un mapa tridimensional y colectivo de la corteza cerebral. Luego dividieron dicho mapa en unidades tridimensionales, bautizadas como voxels.

A continuación, compararon las habilidades cognitivas de los pacientes con daños en un voxel particular o en un conjunto de voxels concreto con las de aquellos pacientes sin lesiones en esas mismas regiones del cerebro.

Esto les permitió identificar las áreas del cerebro esenciales para habilidades cognitivas específicas, así como aquellas que contribuyen significativamente a la inteligencia general, a la emocional o a ambas.

Ambas inteligencias comparten regiones cerebrales

Lo que los científicos han podido constatar en ambos estudios es que regiones específicas del córtex frontal (situada detrás de la frente) y de la corteza parietal (parte superior del cerebro situada cerca de la parte posterior del cráneo) resultan importantes tanto para la inteligencia general como para la emocional.

Se sabe que el córtex frontal está implicado en la regulación del comportamiento y también que procesa los sentimientos de recompensa y que desempeña un papel en la atención, la planificación y la memoria. La corteza parietal, por su parte, ayuda a integrar la información sensorial, y contribuye a la coordinación corporal y al procesamiento del lenguaje.

"Históricamente, se ha pensado que la inteligencia general es distinta a la inteligencia social y emocional", afirma Barbey. Las medidas de la inteligencia humana más utilizadas se han centrado en tareas como el razonamiento verbal o la capacidad para recordar o manipular la información de manera eficiente, explica el científico.

"La inteligencia, en gran medida, depende de habilidades cognitivas básicas, como la atención, la percepción, la memoria o el lenguaje. Pero también depende de la interacción con otras personas. Somos fundamentalmente seres sociales, por lo que nuestra capacidad de comprensión no sólo implica habilidades cognitivas básicas, sino también la aplicación de estas habilidades a situaciones sociales, lo que nos permite manejarnos en entornos sociales y comprender a los demás”, continua Barbey.

Este nuevo hallazgo ayudará a científicos y a médicos a entender y a responder a las lesiones cerebrales de sus pacientes, pero además tiene un interés más amplio, dado que demuestra la interdependencia entre inteligencia general y emocional en la mente humana sana.
Referencias bibliográficas:

Aron K. Barbey, Roberto Colom, Jeffrey Solomon, Frank Krueger, Chad Forbes y Jordan Grafman. An integrative architecture for general intelligence and executive function revealed by lesion mapping brain. Brain (Marzo, 2012). DOI: 10.1093/brain/aws021.

A. K. Barbey, R. Colom, J. Grafman. Distributed neural system for emotional intelligence revealed by lesion mapping. Social Cognitive and Affective Neuroscience (Noviembre, 2012). DOI: 10.1093/scan/nss124.

La Razón A Partir de la Evolución

 

 

La razón emerge de la evolución neuronal

 

Una cartografía neural progresiva produjo la sensibilidad-conciencia, conectando la razón con las emociones, señalan diversos especialistas

Los pasados días 13, 14 y 15 de diciembre se celebró en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Comillas, de Madrid, el segundo Seminario Académico del Programa de Sophia Iberia, financiado por la Fundación Templeton. Bajo el título “Vida, evolución y complejidad” en este segundo seminario se retomó un tema tratado en el anterior: el de la razón humana. Cómo podría explicarse científicamente la aparición evolutiva de la razón o cuáles serían las causas evolutivas de la razón fueron algunas de las cuestiones planteadas sobre el tema, en ambos encuentros. En el presente artículo se abordan algunas de las conclusiones alcanzadas. Por Javier Monserrat.

 

No tenemos que recordar aquí la importancia del conocimiento científico de la razón. No hay ciencia sin epistemología, ya que la ciencia es un producto del conocimiento. De ahí que no puedan valorarse correctamente los productos del conocimiento (la ciencia) sin un esfuerzo reflexivo que nos ofrezca una idea del conocimiento mismo (la razón) que produce todo conocimiento en general y en especial la ciencia. No hay ciencia que no sea producto de la razón científica. No hay metafísica sin ejercicio natural o filosófico de la razón.

El hombre no puede abordar de manera responsable el sentido de la vida sin estar orientado en alguna forma por la razón. Del mismo modo, el lenguaje metafísico sobre Dios, en la filosofía o la teología, depende de un ejercicio de la razón que es producido a partir de la ontología propia del ser humano que determina la forma en que opera y que ha sido producida evolutivamente la razón.

Por tanto, ¿qué es la razón? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Qué causas explican la evolución producida en la especie humana? De acuerdo con su naturaleza y origen evolutivo, ¿cómo explicar el funcionamiento operativo de la razón (en cualquiera de sus formas, por ejemplo en el conocimiento natural, en la ciencia, en la filosofía y en la teología)? Los siete profesores que han participado en el primer seminario de Sophia Iberia han proporcionado enfoques complementarios que comentamos en este artículo.

La razón vital emerge en un mundo de sistemas y estructuras (Roberto Poli)

Para Roberto Poli (Universidad de Trento, Italia) la razón es una consecuencia de la vida, entendida como un “sistema anticipatorio”, y consiste en la formación de representaciones del mundo mediante el análisis y la síntesis de sistemas (estructuras). El proceso evolutivo que llevó al surgimiento de la razón podría ser entendido en términos de la formación de mecanismos sucesivos de análisis de sistemas cada vez más complejos. La acción hacia la supervivencia (respuesta adaptativa), dependería entonces de un previo "análisis de sistemas" (sistemas de representación) que se habría ido construyendo en los organismos vivientes.

En general el origen y la naturaleza de la razón tiene que ver con el hecho de que el universo es una estructura (o sistema de estructuras). El proceso adaptativo de la vida se habría hecho más y más eficaz a medida que el “sistema viviente” es capaz de representar estructuras cada vez más complejas y se adapta a ellas. La vida, y por lo tanto la razón, debe leerse en conjunción con la idea de "estructura" (o "sistema") y, como consecuencia, en relación con las ciencias formales en general. No sólo con la teoría de sistemas. Por ello, para explicar la razón, será necesario reflexionar sobre el concepto de estructura y sobre la dinámica de sistemas. El mundo está hecho de estructuras y sistemas y la vida necesita adaptarse a ellos, anticipando el futuro al analizarlos. La ciencia es un análisis y representación de estructuras en relación complementaria e interdisciplinaria con las diversas ciencias formales.

El problema del naturalismo y la libertad creativa de la matemática (Gregor Nickel)

Gregor Nickel (Universidad de Siegen, Alemania) presentó la idea de que la razón matemática (formal) es independiente del mundo físico y de las limitaciones que impone una naturaleza física determinista. La razón matemática es una facultad de la mente que permite la libertad creativa y la imaginación formal. No depende del mundo objetivo que impone el determinismo que se manifiesta en las ciencias físicas.

Nickel contribuyó al seminario desde la perspectiva de las ciencias formales y, más particularmente, de las matemáticas. Por tanto, ¿qué es la razón? Nickel respondió que la razón matemática es una creación libre de la mente. Aunque una parte de las matemáticas se haya aplicado a la explicación del mundo determinista de la física (mecánica clásica), sin embargo, las matemáticas no se ven limitadas por la ciencia física referida a un mundo determinista. Es libre y crea mundos que no dependen de la experiencia. El matemático crea sus propios mundos sin constricciones.

Pero volvamos a la pregunta principal: ¿por qué es la razón libre y creadora? ¿Cuáles son las causas reales que produjeron la razón? La respuesta de Nickel señaló un marco explicativo entendido en la clásica teoría kantiano-apriórica de la mente. La mente humana poseería un conjunto de reglas y formas de funcionar que le serían propias “a priori”. Serían aprióricas en el sentido de que no dependerían de la experiencia. No habrían surgido de un proceso natural evolutivo dependiente de la experiencia.

Sin embargo, en la discusión con Nickel, Javier Monserrat planteó la posibilidad de explicar el origen libre y creativo de la razón desde la perspectiva de una epistemología evolutiva que conectaría con la teoría de sistemas: el mundo sería una estructura (sistema) y la razón intenta sobrevivir adaptándose a ese mundo de estructuras. Por ello, la razón humana habría acabado produciendo una representación del mundo real fundada en el análisis y la síntesis de sistemas.

Este análisis estructural aprendido en la experiencia progresiva de las especies animales fundaría también la facultad de imaginar creativamente nuevas formas y estructuras (ciencias formales). El mundo objetivo sería una estructura y por ello la mente humana habría adquirido la habilidad libre y creativa de imaginar estructuras. Este sería, en el fondo, el punto de vista de Roberto Poli y de Xavier Zubiri.

Profesor Gregor Nickel planteó insistentemente sus dudas sobre cualquier explicación "naturalista" de la razón. Que las ciencias naturales esten escritas en el lenguaje de las matemáticas y la consiguiente dependencia de la física en relación a la matemática, no justifica el origen naturalístico de la razón matemática. Nickel argumentó a favor de liberar las matemáticas de todo "naturalismo", concibiéndolas como una creación libre e imaginativa de la razón. Las matemáticas son un ejemplo extremo de la autonomía auto-reflexiva de la razón, fundada en su libertad creativa. Libertad frente al mundo objetivo determinista que estaría justificada por el carácter apriórico de la mente (al estilo kantiano, de tan grande influencia en el pensamiento clásico alemán).

Sin embargo, Javier Monserrat insistió en la discusión, defendiendo que el punto de vista más congruente con la ciencia sería una explicación naturalista. El naturalismo sería armónico con una explicación evolutiva del origen de la mente racional y la creatividad libre de la matemática. Podrían ofrecerse, en efecto, en perspectiva naturalista, algunas hipótesis coherentes sobre las causas de la emergencia evolutiva de la "libertad y creatividad de la mente matemática".

A) Por un lado, la razón natural sería sistémica (estructural). La razón matemática tradicional ha sido también de hecho un análisis sistémico del espacio-tiempo en la geometría y la aritmética. Por tanto, sería posible suponer que este "hábito sistémico y estructural" de la razón ha facultado a la razón matemática para la construcción de "estructuras imaginarias" y "sistemas abstractos formales". La transición de lo concreto a lo abstracto sería un proceso natural de la mente que ha sido descrita por la epistemología en diversos campos.

B) Por otra parte, esta experiencia real del espacio-tiempo, faculta probaablemente a la razón natural y a la matemática para entender que el mundo clásico macroscópico (el mundo físico determinista) no agota toda la realidad. Podría haber tipos de realidad que no están descritos correctamente por las matemáticas clásicas deterministas. Serían necesarios nuevos distemas formales para describirlos. De esta forma la matemática estaría impulsada a encontrar, crear intuitivamente e imaginar nuevos sistemas, estructuras y formas de la realidad.

En consecuencia, la experiencia sistémica de un espacio-tiempo clásico determinista explicaría la matemática clásica, pero la experiencia de las estructuras naturales inmediatas fundaría la apertura de la mente humana hacia un horizonte de la creatividad, la imaginación y la libertad, en la búsqueda de nuevas formas y estructuras.

La razón nace también de una experiencia
de “entanglement” holístico (Harald Wallach)


Harald Walach (Universidad de Northampton, Inglaterra) consideró que el medio ambiente que rodea al hombre no sólo es mecánico y determinista (clásico), sino además un ámbito global en el que el psiquismo humano detecta también un “enmarañamiento” holístico (entanglement). Por ello el surgimiento de la razón natural y la ciencia (para adaptarse a la realidad objetiva y sobrevivir) no sólo está condicionado por una experiencia determinista, sino por una experiencia psicológica integral que incluye la intuición de un mundo holístico no-determinista.

Walach contribuyó pues al seminario desde la perspectiva de la ciencia y la psicología y, especialmente, desde su interés por la posibilidad de aplicar a la psicología el principio físico de complementariedad de la mecánica cuántica (corpúsculo/onda), de modo que se podría hablar de una experiencia psicológica inmediata que uniría la experiencia de un mundo clásico (corpúsculo) con un mundo de “entanglement” o enmarañamiento holístico (onda o realidad “campal”). Si estos supuestos de Walach fueran correctos, entonces, ¿qué significarían en orden a explicar la naturaleza y la forma funcional de la razón? ¿qué sería la razón? ¿Cuál sería su origen evolutivo en dependencia de la experiencia psíquica del mundo objetivo, a la vez clásico y cuántico?

La discusión de las ideas de Walach llevó a una importante consecuencia. Se supone que la razón nace evolutivamente en la forma de un instrumento adaptado a la supervivencia del ser vivo en el mundo objetivo. Pero siempre de acuerdo con la experiencia psíquica que ese ser vivo tiene del mundo. Así llegamos a una consecuencia: si la experiencia del mundo real objetivo es a) por una parte, la experiencia de una estructura física (o sistema) determinista de objetos diferenciados, independientes y estables (el mundo que describe la mecánica clásica newtoniana) y b) por otra parte, una experiencia holística de enredo o enmarañamiento holístico (entanglement) de los elementos que constituyen la realidad campal unitaria, entonces la razón, para conocer el mundo en que debe sobrevivir, debe operar a) en forma de conocimiento por análisis y síntesis de sistemas en un marco determinista (la ciencia física clásica) y b) en la forma de conocimiento de los campos holísticos de la realidad (en los que la razón está sumergida por enmarañamiento holístico, o entanglement).


Conexión neuronal. Foto: Patrick Hoesly. Fuente: Everystockphoto.
Conexión neuronal. Foto: Patrick Hoesly. Fuente: Everystockphoto.
La experiencia de un mundo de estructuras ha favorecido la comprensión racional de la física clásica, mecánica y determinista (Newton). Pero la experiencia global de un mundo real holístico, manifiesto en la experiencia psíquica natural unitaria en que todo está “enmarañado”, ha favorecido el desrarollo de la razón en el conocimiento ordinario (el lenguaje y la poesía).

La experiencia holística ha sido primero el fundamento de las intuiciones que fundan el conocimiento ordinario, pero ha acabado por producir también un nuevo tipo de ciencia. La ciencia ha acabado creando nuevas formas de entender el mundo físico holístico y ha tenido necesidad de crear nuevos modelos formales (matemáticos) para describir el mundo global, enmarañado y holístico, en la mecánica cuántica. Por lo tanto, la razón, en su desarrollo evolutivo natural para adaptarse al mundo objetivo, no sólo depende de la experiencia de un mundo estructural de sistemas determinista (Poli), sino también de la experiencia de un mundo global enmarañado (entanglement) y holístico (Wallach).

La contribución de Walach mostró cómo el ser humano está abierto a una experiencia dual, pero complementaria, de la realidad. Cada uno de estos aspectos de la experiencia real produce evolutivamente una forma de la razón encaminada a conocerlo y representarlo.

Para Walach el “principio de complementariedad” de la mecánica cuántica (la irreductibilidad de la dualidad “onda-corpúsculo”) tiene un fundamento psicológico más general: la experiencia psíquica dual complementaria entre un mundo determinista diferenciado (clásico) y un mundo holístico (cuántico). El principio general de complementariedad implica que la experiencia psicológica de la realidad también está abierto a una doble experiencia: un mundo determinista físico de partículas individuales diferenciadas y un mundo global que Walach describe como una experiencia generalizada de entanglement o “enmarañaniento holístico” de todas las cosas en la unidad cósmica.

Podría admitirse el principio de que la vida en su proceso evolutivo (y no sólo los humanos), según los diferentes niveles de sensibilidad-conciencia que han ido emergiendo en la evolución, tiene siempre esta doble experiencia complementaria de la realidad (los objetos diferenciados independientes en el espacio-tiempo clásico y su enmarañamiento holístico en la unidad cósmica manifiesta en el psiquismo animal y humano).

Ahora bien, si la experiencia real de los seres vivos tiene esta dualidad, entonces debería pensarse que la razón emergida en el proceso natural tiene características que han sido producidas por cada uno de los aspectos de esta doble dualidad de experiencia. En otras palabras: las causas de la evolución de la razón no sólo dependerían de la experiencia de un mundo objetivo diferenciado y determinista (clásico, newtoniano), sino también la experiencia de un mundo unitario y holístico en que todo está “enmarañado” en la unidad de fondo (entanglement).

Admitir la existencia fáctica de un “principio de complementariedad” (en el mundo físico y en la experiencia psicológica) no implica renunciar a la existencia de una "explicación unitaria" del mundo físico y del mundo psíquico. Para Walach hace cuarenta años comenzó una intensa búsqueda de esta "explicación unitaria". En la ciencia física, los científicos trataron de encontrar un nuevo marco conceptual a través de la mecánica cuántica (hoy proseguida, aunque de forma discutible por la teoría de cuerdas). Esta nueva "explicación unitaria" buscada debería superar la irreductibilidad de las dos imágenes complementarias de la realidad física (corpúsculo/onda, clásico/cuántica).

Pero no es sólo esto: los científicos de hoy están tratando de unir las dos dimensiones de la realidad física (clásico/cuántica) con las dos dimensiones complementarias de la experiencia psicológica, tal como es descrita por Walach. El cuerpo físico real, independiente y sometido al determinismo, se relacionaría con el mundo clásico y lo psíquico (la dimensión mental, la experiencia holística) se relacionaría con el mundo cuántico. Por lo tanto, la explicación unitaria clásico/cuántica también facilitaría una "explicación unitaria" psico/física (un entendimiento unitario del problema mente/cuerpo). De esta manera, desde hace cuarenta años habría ido naciendo una nueva visión holística en la física y en la psicología que constituiría el punto esencial de la nueva física (no reduccionista y abierta al holismo campal).

Racionalidad local en una evolución objetiva determinista (Manuel Curado)

Según Manuel Curado (Universidad de Migno, Portugal), la razón tiene un origen evolutivo y, por tanto, siempre es una racionalidad local que nace en los individuos concretos. Cada "localidad", sin embargo, refleja para todos un mundo objetivo-mecánico, computacional, que impone ciertas limitaciones o constricciones a las que todos los seres vivos deben adaptarse para sobrevivir en su “nicho local específico”.

Curado contribuyó al seminario desde la perspectiva de la epistemología, la filosofía y la teoría de la mente, y todo ello en un marco evolutivo. Por tanto, ¿qué es la razón? La respuesta Curado habría sido: no es posible describir una racionalidad universal y absoluta, porque siempre depende de a) su localidad (el "nicho real", donde se produce) y b) la multiplicidad de los seres racionales, en cuya mente se construye la racionalidad real, llena de insuficiencias (la razón es una “tentativa” provisoria de representar el mundo). Sin embargo, la razón es siempre una adaptación evolutiva al medio ambiente y, una vez situada localmente en un "nicho real", se ve limitada y condicionada por la naturaleza objetiva del mundo físico.

Por lo tanto, la racionalidad de los "seres racionales" que comparten el mismo medio físico tiende a presentar algunas de características similares (igualmente impuestas por el mismo medio físico local). Por tanto, el mundo tiene una “profundidad lógica” que los seres racionales deben en alguna manera reproducir en su mente. El profesor Curado considera que esta profundidad lógica del mundo es computacional (determinista) y, en consecuencia, la mente trata de reflejar la realidad en representaciones computacionales (esto es la ciencia). Sin embargo, siempre hay una racionalidad última irreductible, específica, que es función inevitable de la multiplicidad de los seres humanos. Estos son los que crean “localmente” la racionalidad precisa y específica de sus mentes (desde el condicionamiento de una naturaleza objetiva de propiedades generales para todos y compartida en la cultura).

Por lo tanto, Curado destaca los siguientes elementos comunes entre las estructuras racionales de los diferentes pueblos de la Tierra: 1. La racionalidad no es una réplica del mundo, sino que actúa selectivamente, en forma parcial, simplificada y local en los individuos. Como podemos ver sobre todo con la ciencia, la racionalidad trata de encontrar una forma algorítmica comprimida para representar los procesos naturales que son computacionales y deterministas. 2. La “ubicación local” es otra característica común a nuestras estructuras racionales; es decir, para que podamos conocer algo no necesitamos conocer todo en el universo. 3. La racionalidad humana tiene un alto grado de profundidad lógica que refleja la profundidad lógica paralela del mundo en que vivimos. 4. Por último, es también importante tener en cuenta la multiplicidad de los seres racionales en cuyas mentes se construye la racionalidad que nunca puede tener una absoluta universalidad.

Que el conocimiento racional se produzca en el marco de los procesos evolutivos significa buscar dentro del universo estructuras posibles, con los principios de la economía, la escasez y la computación. Estos principios tienen algo que ver con las limitaciones computacionales que son comunes a la naturaleza y al pensamiento (por reflejar éste la naturaleza). La racionalidad no es, por tanto, un accidente evolutivo o una pura arbitrariedad producida localmente en cada mente. El número enorme de grandes eventos al azar que se producen cada paso evolutivo afecta sólo a los pequeños detalles porque la lógica general objetiva de la evolución se impone siempre a todos los procesos y, por ello, todas las mentes reflejan unas estructuras similares generales y comunes (sin que este suponga negar su localidad).

Por ello, el "nicho real" que impone localmente limitaciones comunes a la racionalidad de todos los seres humanos podría tener características universales y repetidas. Entonces estaría justificado hablar de una racionalidad común en los seres humanos. Pero, teniendo en cuenta las características especiales de los diferentes “nichos locales” estaría también justificado hablar de "racionalidades locales", mucho más si tenemos en cuenta la multitud de seres racionales que debe construir la racionalidad específica en sus mentes para tratar de coordinarla en la cultura.

Al hablar de estas limitaciones naturales el profesor Curado se refirió siempre a las constricciones derivadas de un mundo objetivo computacional o determinista (podría decirse quizá “sistémico/estructural” en el sentido de Poli y de la mecánica clásica). Sin embargo, ¿no deberíamos considerar también el hecho de una experiencia holística de la realidad (en el sentido de Walach) que nos introduciría a la experiencia de un mundo objetivo no sólo determinista-computacional sino enmarañado en un holismo indeterminista en el sentido de Walach? ¿No deberíamos considerar la acción unificadora de la cultura y de la ciencia que, en el proceso de creación de racionalidades individuales, refleja no sólo un mundo clásico determinista sino también un mundo cuántico holístico? En la exposición de Curado quedó suficientemente matizado que su insistencia en las características objetivas computacionales y deterministas del mundo dejaba la apuerta abierta a la existencia de otras formas de experiencia y de ciencia, hoy apuntadas en el holismo cuántico.

Los circuitos neurales, fundamento de la razón emocional (Francisco Mora)

El profesor Francisco Mora (Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Medicina) explicó cómo la razón se ha construido evolutivamente como un mapeo de los circuitos o patrones neuronales orientados a hacer posible una supervivencia adaptativa en orden a mantener el servicio óptimo de los valores emocionales básicos.


Mora contribuyó pues desde la perspectiva de la neurología médica. ¿Qué es entonces la razón? Su respuesta de Mora fue: es el resultado de la interacción de complejas redes neurales o circuitos que representan el mundo de las sensaciones y de las experiencias elementales. La razón es, pues, una función adaptativa del cerebro, siempre centrado en la supervivencia en el medio ambiente. El mundo de las representaciones que aparece ya evolutivamente en las especies animales, se ha complejizado en el cerebro humano y está fundado en una red de circuitos, redes o patrones neurales que, al activarse, producen las experiencias psìquicas en general, la actividad representativa del conocimiento animal y finalmente el ejercicio de la razón.

Pero para entender la naturaleza de la razón no debemos referirnos únicamente a las formas complejas de la representación en la mente humana, sino también debemos conectar la razón con las emociones. Por lo tanto podemos decir que la causa que produce la razón es la posesión de un cerebro racio-emocional, vinculado por el sistema nervioso y los sistemas sensoriales con su propio cuerpo y con el mundo exterior.

El proceso que ha construido el sistema cuerpo-cerebro con el fin de mejorar la supervivencia de los animales puede seguirse en una perspectiva evolutiva. La evolución del cerebro en la escala zoológica, que va de menor a mayor perfección, deja claro que el desarrollo ha consistido en la construcción de diseños de cerebro para controlar el cuerpo en las diversas especies. Los sistemas sensitivos aparecen gradualmente, los sentidos internos y externos que le hacen sentir el propio cuerpo y, al mismo tiempo, recibir información sensible del medio ambiente en el que cada ser debe sobrevivir por adaptación. Las primeras funciones de ajuste automático (mecánico) hacen evolucionar hacia los animales superiores.

Pero las funciones de representación y la memoria aparecen ya en el mundo animal y son el fundamento de los procesos representativos superiores que se producen en los seres humanos. Todo el proceso ha estado dando forma al cerebro al producir el nacimiento de una gran cantidad de circuitos neurales (patrones), que permiten recordar lo que ha sido percibido (el mundo y el yo) y representar las sensaciones tenidas en tiempo real y y relacionarlas con las del pasado. Lo que la ciencia nos dice por medio de la neurología es que ese cerebro organizado en circuitos, al activarse en sistemas que tienen una gran interdependencia, produce la emergencia de la actividad psíquica consciente. En el marco evolutivo de esas funciones psíquicas aparece la actividad racional propia de la mente humana. Sus causas son, pues, formas específicas del funcionamiento cerebral por sistemas de circuitos propios de nuestra especie.

Pero la imagen del mundo (del medio ambiente y del cuerpo o yo), así como el carácter de las funciones propias de la razón humana y de las construcciones de la mente que explican el comportamiento, ha nacido evolutivamente en relación con los "valores emocionales" que el cerebro asigna a lo sensorial y al mundo representativo. Esta asignación de valores (llamadas “valencias”) es siempre una función de supervivencia adaptativa.

Por lo tanto, no es posible entender el ejercicio de la razón humana cuando analiza los datos sensoriales y construye su representación del mundo, independientemente de las raíces emocionales. El mundo de la razón y de sus representaciones tiene siempre un fundamento emocional, unido a la “valencia” o valor emocional de sentir la vida y vivirla. El sistema de valores vitales y representaciones produce el mundo psíquico y la razón, al igual que, al mismo tiempo, todo el sistema cognitivo, es un instrumento evolutivo al servicio de las emociones.

La conformación ético-estética del cerebro y el origen de la razón (Cela-Conde)

Para Camilo José Cela-Conde (Universidad de las Illes Balears, España) la razón tiene su génesis en la evolución del hombre primitivo. Nace como un instrumento de dominación del medio ambiente, como una representación de un comportamiento ético en el grupo y como la experiencia estética en el espacio y el tiempo. De esta manera, el hombre primitivo ha dado forma a las localizaciones cerebrales que ahora podemos comprobar neurológicamente.

Por consiguiente, Cela-Conde contribuyó al análisis de la génesis de la razón desde el punto de vista de la paleoantropología y de la neurología experimental por medio de la tecnología de la magnetoelectroencefalografía. ¿Qué es por tanto la razón? La respuesta de Cela-Conde fue: la razón es resultado, en primer lugar, de un proceso de enriquecimiento representativo orientado a la acción adaptativa, un proceso que puede ser reconstruido a partir de los datos actualmente disponibles en paleontología y paleoantropología.

Pero, en segundo lugar, las causas de este comportamiento están siempre progresivamente en función de la evolución del cerebro y del registro cada vez más complejo de los patrones neuronales. Estos patrones dependen de la experiencia sensible y permiten una experiencia del medio ambiente cada vez más perfecta. El apoyo de estos patrones neuronales vinculados a la actividad racional y emocional del ser humano pueden detectarse hoy experimentalmente por el método de la magnetoelectroencefalografía. Presumiblemente, estos patrones se encuentran en módulos que comenzaron a formarse ya en el hombre primitivo.

La evidencia paleoantropológica nos dice que la razón es un proceso emergente que se puede seguir desde los primeros pasos del género homo. El uso de herramientas de trabajo, la comunicación más compleja, la interacción social y el enriquecimiento del lenguaje, por primera vez por puros signos y más tarde por la emisión fonética de señales complejas, son los vestigios más importantes de la aparición de la razón. La mente primitiva es capaz de analizar los hechos, para dibujar, imaginar o anticipar los acontecimientos futuros y los planes para la conducta adaptativa.

En esta protohistoria del cerebro comenzaron a formarse los patrones neuronales que producen el conocimiento del medio para la supervivencia, los principios ético-morales de la convivencia social en el grupo y las emociones estéticas. Esto puede ser comprobado por las implicaciones de las normas sociales en los grupos primitivos y por las obras artísticas que nos han dejado. Actividades éticas y estéticas del cerebro, fundadas en los circuitos en él construidos por evolución, se mantienen en la actualidad y pueden ser constatadas por la sociología. Son actividades éticas y estéticas que se forman en las localizaciones cerebrales precisas que seguimos manteniendo hoy en día en nuestros cerebros, tal como es observado experimentalmente por magnetoelectroencefalografía.

El cerebro humano, así conformado evolutivamente, sigue ejerciendo su influencia en el hombre moderno. La conformación del cerebro en los procesos cognitivos orientados a la supervivencia, el montaje de los circuitos éticos que facilitan la eficacia de la supervivencia en los grupos sociales y el nacimiento de la experiencia estética que permite a estos grupos vivir con mayor sentido y complacencia, está en la base de las funciones que explican el origen de la razón humana.

La selección natural darwinista explica la génesis de la razón (Neil Spurway)

Neil Spurway (Universidad de Glasgow, Escocia, Fisiología) defendió que la razón es un producto de adaptación de los organismos al medio ambiente en conformidad con los principios de la selección natural darwinista, de acuerdo con el enfoque que ya ha sido expuesto en la hoy llamada Epistemología Evolucionista (Wollmer, Popper).

Neil Spurway consideró que un marco adecuado, aunque no el único, para hacer frente a las preguntas sobre el origen y la naturaleza de la razón, es la llamada escuela de Epistemología Evolutiva. Esta epistemología nos ofrece los criterios fundamentales necesarios para explicar por qué los seres vivos son como realmente son, es decir, tanto en sus aspectos biológicos y psicológicos, o sea en su mente (la mente animal y la mente humana).

Este criterio es, por supuesto, la “selección natural” propuesta por Darwin. Hay una explicación radical capaz de encontrar las causas de la aparición de la razón en los seres humanos y de la consolidación de sus funciones (de la forma en que funciona la razón en la mente humana). Esta explicación nos dice que una causa es sin duda que las mutaciones genéticas, y en consecuencia las conductas aprendidas (de la misma manera que los memes se transmitieron en las culturas primitivas), han contribuido a la supervivencia de la especie humana. La razón surgió y se consolidó evolutivamente, paso a paso desde el conocimiento animal, porque era un instrumento eficaz, una ventaja evolutiva en el sentido darwiniano.

Es evidente que el criterio de "selección natural" puede ser calificado y clarificado por otros conceptos complementarios que por lo general se proponen también en las ciencias del comportamiento y en la epistemología. Así lo hace de hecho Spurway cuando trata de explicar la conducta exploratoria, el aprendizaje por imitación, el lenguaje, el proceso de ensayo y error, o de conjeturas y refutaciones al estilo de Popper. Lo que se esconde detrás de ciertos esquemas conceptuales para explicar la conducta animal y humana es siempre, en el fondo, el criterio de la selección natural darwiniana. La selección no sólo se debe entender como "mecánica" (vg. en los genes), sino también como "teórica" (vg. en la cultura), como señala acertadamente Spurway siguiendo ideas de Bradie (2004).

En la actualidad hay evidencia científica de que ciertas mutaciones en los niveles moleculares ha sido inducida por cambios inesperados. Estos producen ventajas evolutivas o desventajas. Las ventajas se mantuvieron por selección natural. Pero, tanto en animales como en humanos, algunos éxitos de comportamiento o “teóricos” (en humanos) fueron también ventajosos y, por tanto, fueron imitados, transmitidos (memética, traditio), sin que ello supusiera más cambios moleculares (mecánicos). Las ventajas evolutivas, por lo tanto, no sólo se producen por mutaciones genéticas, sino también por los cambios favorables en la cultura (ya sea animal o humana). En consecuencia, existe no sólo la selección natural en la biología, sino también en la cultura.


Sin embargo, además de estos principios generales, tenemos que entrar en los detalles proporcionados por Spurway para explicar, de acuerdo con el criterio de "selección natural", lo que la razón humana es específicamente y cómo surge evolutivamente. Spurway entiende que el marco teórico necesario es reconocer la existencia previa de un cierto conocimiento que ha surgido en las especies animales anteriores al hombre (cada especie tiene su propio sistema de conocimientos). El conocimiento es producido como un proceso de construcción de conceptos (representaciones en la mente animal) y, por lo tanto, la pregunta es cómo pasar de los puros conceptos a la razón.

La pregunta que se plantea es, por supuesto, ¿qué son los conceptos? Debe haber conceptos que aparecen primero en el mundo animal, porque lo que caracteriza a la especie humana en la transición de lo animal a lo humano (capaz de razonar) es la aparición de “nuevos conceptos humanos”. Por lo tanto, se deberá hablar de la transición de conceptos animales (que estaban ya presentes en los homínidos) a la génesis de la razón, fundada en la existencia de nuevos conceptos humanos.

Spurway propuso en su intervención una definición “razón” relacionada con la aparición de los conceptos propios ya de la especie humana. La razón sería para Spurway la capacidad de manipular conceptos (humanos), hasta el punto que, cuando hay conceptos humanos existe ya en germen la razón. "Mi tesis", afirmó Spurway, "es que la razón es la capacidad de manipulación de conceptos, de modo que, cuando hay conceptos hay ya razón".

Por consiguiente, el origen de la razón estaría fundado para Spurway en el proceso darwinista general de la selección natural. El conocimiento animal ha formado el conocimiento porque resultaba una ventaja evolutiva. Así igualmente el aprendizaje progresivo de la manipulación de conceptos resultó una ventaja evolutiva que se asentó en la especie humana.

Conclusión: la ciencia y el origen evolutivo de la razón

¿Qué es entonces la razón? ¿Qué nos dice la ciencia sobre las causas evolutivas que han llevado al surgimiento de la razón, su naturaleza y su forma de operar en la producción de representaciones mentales, reales, imaginarias o formales? Los siete profesores que participaron en el seminario proporcionaron enfoques complementarios.

Roberto Poli diría que la razón es una consecuencia de la vida como un sistema anticipatorio y consiste en la formación de representaciones del mundo mediante el análisis y la síntesis de
sistemas (estructuras). El mundo es estructura y la razón adaptativa es análisis de estructuras.

Gregor Níquel vería la razón matemática (formal) como independiente de las limitaciones de naturaleza física determinista. Sería resultado de una facultad de la mente, independiente de la evolución, que permitiría la libertad creativa y la imaginación formal. La posición de Nickel fue disonante con la posición mantenida por los otros profesores del seminario.

Harald Walach habría considerado que el medio ambiente que rodea al hombre no sólo es el mundo mecánico determinista de objetos clásicos (Newton), sino también un ámbito global holístico en que el sujeto psiquico se siente “unido” o “enmarañado” (entanglement) con toda la realidad. De ahí que la razón no sólo haya surgido para conocer un mundo determinista de objetos clásicos (física clásica), sino también para conocer ese mundo holístico reflejado en el conocimiento ordinario desde el hombre primitivo y abarcado por la novedad de la mecánica cuántica en la ciencia física moderna.

Manuel Curado entendió que la razón tiene un origen evolutivo y, por tanto, siempre es una racionalidad local, construida en los individuos concretos. Cada "localidad", sin embargo, reflejaría un mundo objetivo, determinista, mecánico y computacional común que impone ciertas limitaciones a la que todos los seres vivos deben adaptarse para sobrevivir en su localidad concreta. Curado no negó, sin embargo, que la experiencia del mundo objetivo no pudiera responder, de acuerdo con la mecánica clásica, a la forma de entender presentada por la aportación de Walach.

Francisco Mora expuso la visión neurológica clásica de que la razón ha sido construida evolutivamente como un mapeo de los circuitos o los patrones neuronales orientados a una supervivencia adaptativa y al mantenimiento óptimo de los valores emocionales básicos.

Camilo José Cela-Conde abordó la génesis de la razón desde la evolución del hombre primitivo, entendida como un instrumento de dominación del medio ambiente, como una representación del comportamiento ético en el grupo y como la experiencia estética en el espacio y el tiempo. El hombre primitivo habría dado forma a las localizaciones cerebrales que ahora podemos comprobar a neurológicamente aplicando la moderna tecnología de la magnetoelectroencefalografía.

Neil Spurway, por último, presentó el origen de la razón como un producto de la adaptación de los organismos al medio ambiente en conformidad con los principios de la selección natural darwiniana, tal como ya han sido expuestos en la actual escuela de la Epistemología Evolucionista.

A modo de síntesis

La razón sería un producto de la vida en conformidad con los principios de la selección natural darwiniana. La razón habría emergido como instrumento favorable de adaptación al mundo objetivo, tal como ha sido “sentido” por los seres vivientes. Ha sido sentido en una localidad concreta, la propia de cada especie y de cada individuo de ella. Por ello, la racionalidad es siempre local y limitada, no es universal y absoluta. Pero, en general, la vida ha debido adaptarse a “razonar” un mundo físico objetivo de entidades físicas estables y deterministas (clásicas). Pero también a “razonar” un mundo sentido como “unidad” que “enmaraña” todos los objetos en “campos unitarios” y “holísticos” (cuántico).

El mundo objetivo ha producido, en consecuencia, operaciones de la razón como el análisis y síntesis de sistemas (tal como aparece sobre todo en la mecánica clásica newtoniana). Pero el mundo de experiencias holísticas ha producido también otra forma de conocer la realidad y otro estilo de la razón en el sentimiento de la unidad social, el conocimiento ordinario, el arte y la poesía, la unidad indiferenciada con el “todo cósmico”, y, más recientemente con el nacimiento de partes importantes de la ciencia, como es la mecánica cuántica. La estructura de la experiencia determinista de un mundo rígido (clásico) y el enigma de la ontología holística de la realidad han impulsado la imaginación racional humana en la ciencia y en la libre creación de los universos formales. El discurso de la razón surgió en dependencia de la experiencia del mundo con funciones adaptativas.

En las primeras etapas de la evolución humana la razón creó el conocimiento ordinario que aunaba tanto las diferencias de un mundo de objetos que se reconocía como su unidad holística de fondo, tal como se ve, sobre todo, en las experiencias éticas y estéticas, donde el hombre se conecta con el cosmos en la libertad y en la experiencia holística de su pertenencia al “todo cósmico”. En un momento de la historia de la ciencia apareció la mecánica clásica que se limitó a un mundo determinista de objetos diferenciados (esta limitación acabó en el reduccionismo). Por último, la mecánica cuántica recuperó la vivencia de unidad ya presente en el conocimiento ordinario desde el hombre primitivo. Todo este rico mundo de la mente, construido poco a poco a través de experiencias sensoriales y de las representaciones conceptuales, diseñado para adaptarse correctamente el mundo objetivo, fue posible gracias a los circuitos o patrones neurales del cerebro que hicieron posible la rica actividad psico-bio-física de la mente.

Esta cartografía neural progresiva produjo la sensibilidad-conciencia (mediante procesos psicobiofísicos cuya ontología real todavía desconocemos) y sirvió para conectar la razón con las emociones de las especies a fin de fortalecer los valores adaptativos de la vida. Hoy en día la ciencia dispone, pues, de teorías complexivas que pueden explicar, en un marco naturalista, por qué la razón ha emergido evolutivamente y cuáles son las causas que permiten justificar esta emergencia a partir de la ontología unitaria del universo.

Todos Somos Genios En Potencia

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¿Existe un genio en cada uno de nosotros?

 

 

¿Existe un genio en cada uno de nosotros?
¿De dónde provienen las habilidades atléticas y artísticas? Con frases como "músico dotado", "atleta natural" e "inteligencia innata", desde hace tiempo hemos asumido que el talento es un atributo genético que algunos de nosotros tenemos y otros no. El escritor David Shenk* afirma que quienes piensan que los genios nacen y no se hacen podrían estar equivocados.
Redacción/ BBC Mundo
¿Existe un genio en cada uno de nosotros?
"Sólo un pequeño Cristiano Ronaldo
tenía la posibilidad de convertirse
en el Cristiano Ronaldo que
conocemos".
Nuevos estudios científicos sugieren que la fuente de las habilidades es mucho más interesante y hasta improvisada. Resulta ser que todo lo que somos proviene de un proceso evolutivo de desarrollo y ello incluye lo que obtenemos de nuestros genes.
Un siglo atrás, los genetistas consideraban a los genes como actores autómatas que repetían eternamente las mismas líneas exactamente de la misma manera, y la mayor parte del público está aún sujeto a esta idea. Sin embargo en años recientes, ha habido una dramática mejoría en el entendimiento de lo que es la herencia.
Ahora los científicos saben que los genes interactúan con su entorno, activándose y desactivándose continuamente. En efecto, los mismos genes tienen diferentes efectos dependiendo a quién le estén hablando.

Genes + circunstancias

"No existen los factores genéticos que puedan ser estudiados independientemente de su ambiente", dice Michael Meaney, profesor en la Universidad de McGill en Canadá.
"Y no hay factores ambientales que puedan ser estudiados independientemente de su genoma. (Un atributo) emerge solamente de la interacción del gen y del ambiente".
Ello significa que todo acerca de nosotros - nuestra personalidad, inteligencia y habilidades- es realmente determinado por la vida que llevamos. La noción misma de "innato" ya no se sostiene.
"En cada caso, cada individuo comienza su vida con la capacidad de desarrollarse de varias formas distintivamente diferentes", afirma Patrick Bateson, biólogo de la Universidad de Cambridge.
"Como si fuera una rocola: el individuo tiene el potencial de tocar un sinnúmero de diferentes melodías evolutivas. Cada melodía particular de desarrollo que es tocada es seleccionada por el entorno en el cual el individuo esta creciendo".
¿Significa esto que los genes no importan?
No es así. Somos todos diferentes y tenemos teóricamente diferentes tipos de potencial. Yo nunca habría podido ser Cristiano Ronaldo (futbolista). Sólo un pequeño Cristiano Ronaldo tenía la posibilidad de convertirse en el Cristiano Ronaldo que conocemos.
Pero debemos entender que Ronaldo podría haber sido una persona completamente diferente, reconocido por habilidades diferentes. Su magnificencia en el fútbol no estaba tallada en piedra.

Condenados

  
El paradigma de la inteligencia hereditaria ha perdido vigencia.


Este nuevo paradigma de desarrollo evolutivo es difícil de asimilar, considerando cuanto esfuerzo se ha puesto en persuadirnos de que cada uno de nosotros heredó una cantidad específica de inteligencia y que la mayoría de nosotros estamos condenados a ser mediocres.
La noción de grado fijo de IQ ha estado con nosotros por ya casi un siglo. Con todo y eso, el inventor original del test de IQ, Alfred Binet, tenía una opinión contrapuesta, y la ciencia ahora se demuestra a favor de Binet.

"La inteligencia representa un set de competencias en desarrollo", afirmó Robert Stemberg de la Universidad de Tuffs en Estados Unidos, en el año 2005 luego de varias décadas de estudio.
Los investigadores del talento, Mihaly Csikszentmihalyi, Kevin Rathunde y Samuel Whalen concuerdan con esta afirmación.

James Flynn, de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, ha documentado cómo los puntajes de IQ han aumentado sostenidamente a lo largo de los siglos, lo cual, tras cuidadoso análisis, adscribe a la sofisticación cultural. En otras palabras, nos hemos vuelto más listos a medida que nuestra cultura nos ha refinado intelectualmente.

Personas con un alto récord académico no necesariamente han nacido más 'inteligentes' que otras... Pero trabajan más duro y desarrollan mayor autodisciplina.
Más que eso, Carol Dweck, de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, ha demostrado que los estudiantes que entienden que la inteligencia es maleable y no está prefijada, son mucho más ambiciosos intelectualmente y exitosos.

La misma dinámica se aplica al talento. Esto explica por qué los número uno -nadadores, ciclistas, jugadores de ajedrez, violinistas y demás- son mucho más habilidosos de lo que fueron en generaciones anteriores.
Todas estas habilidades son dependientes en un lento proceso incremental en el cual varias microculturas han descubierto como perfeccionarse. Hasta hace poco, la naturaleza de este perfeccionamiento era meramente intuitiva pero invisible a los científicos y otros observadores.

Flexibles y maleables

Pero en los últimos años, ha emergido un nuevo campo de "estudios de la pericia", liderados por el psicólogo Anders Ericsson de la Universidad Estatal de Florida, y está documentando ingeniosamente los recursos y métodos de tales pequeños progresos incrementales.
De a poco, están logrando entender mejor cómo las diferentes actitudes, estilos de enseñanza y tipos precisos de prácticas y ejercicios hacen avanzar a las personas hacia diferentes caminos.

¿Tiene un niño el potencial de desarrollarse en un atleta de clase mundial, un músico virtuoso, o un brillante científico ganador del premio Nobel?
Sería insensato sugerir que cualquiera puede literalmente hacer o transformarse en cualquier tipo de cosa. Pero la nueva ciencia nos muestra que es igualmente imprudente pensar que la mediocridad está cimentada en la mayoría de nosotros, o que cualquiera de nosotros puede conocer sus verdaderos límites antes de haber aplicado numerosos recursos e invertido una vasta cantidad de tiempo.
Nuestras habilidades no están genéticamente predeterminadas. Son flexibles y maleables, incluso en la edad adulta. Con humildad, esperanza y con extraordinaria determinación, grandeza es algo a lo que cualquier niño -de cualquier edad- puede aspirar.


Lo que dicen los cerebros de los taxistas londinenses




Los taxis londinenses navegan una de las más complejas ciudades del mundo.
En 1999, la neuróloga Eleanor Maguire escaneó los cerebros de los taxistas y los comparó con otros.
Encontró que los taxistas con experiencia tenían más desarrollado el hipocampo, aquella parte del cerebro que tiene la función de recordar las representaciones espaciales.
Y lo más llamativo es que el tamaño de sus hipocampos estaba directamente relacionado con la experiencia de cada uno.
Esto demostró que las tareas que exigían una percepción del espacio modificaban su cerebro. Este resultado era consistente con estudios en violinistas, lectores de Braile, practicantes de meditación y víctimas de infartos que se habían recuperado.
Nuestros cerebros se adaptan de acuerdo a lo que les exigimos.



*David Shenk es el autor de "El genio dentro de cada uno de nosotros".

Entrevista Al Que Descubrió Que Siempre Podemos Aprender

 

 

El canto de los pájaros y nuestra conectividad neuronal

 

Coautor de más de 100 publicaciones en las revistas científicas más prestigiosas del mundo, el doctor Fernando Nottebohm fue pionero en romper un viejo dogma de la biología: que las neuronas son incapaces de regenerarse en el cerebro de los vertebrados adultos. Y llegó a esta conclusión por medio de un camino insospechado: la capacidad que tienen los pájaros de modificar su canto al interactuar con otros, lo que se conoce como “aprendizaje vocal”. He aquí un resumen de la entrevista mantenida en la Universidad de Rockefeller, donde Nottebohm dirige el Laboratorio de Comportamiento Animal.
Max Dasso / Agencia CyTA-Instituto Leloir.
El canto de los pájaros y nuestra conectividad neuronal
Edificio de la Universidad
Rockefeller, sede del Laboratorio
de comportamiento animal.
“Mi pasión hoy día es el Field Research Center, donde se da la confluencia de trabajos de campo y el reduccionismo moderno y donde, me parece, está el futuro”, confesó, rematando con una modestia llamativa: “Estoy en la etapa final de mi carrera, terminando algunas cositas. El trabajo grande fue hecho hace años. ¿Me pregunto si le valdrá la pena hablar conmigo?”.

– ¿Cómo comenzó sus estudios?, ¿qué carrera siguió en la Argentina?

– Yo no seguí ninguna carrera en la Argentina. Salí del país a los 18 años, luego de graduarme en el Colegio Nacional de Buenos Aires.  Huí… en ese momento la universidad estaba en muy mal estado…

– ¿En qué año fue?

– Diciembre del ‘58… Para una persona joven a la que realmente le gustaba la ciencia era una época muy desalentadora. De todas maneras, no vine inicialmente a Estados Unidos a estudiar ciencia; vine a hacer estudios de agronomía. Yo quería ser científico y mi padre decía, “Hombre, si sos científico te vas a morir de hambre…así que, ¿por qué no estudiás agronomía?” Nosotros teníamos campos en Córdoba. Me decía: “Podemos trabajar juntos y los fines de semana te dedicás a pajarear.”  Mi padre sabía que yo tenía una pasión por los pájaros.



– ¿En esa época ya le interesaba su tema actual de estudio?


– No, el tema actual de estudio, la posibilidad de generar neuronas en el cerebro adulto, ese fue algo que surgió mucho más tarde, pero ya de muchacho me apasionaba el canto de los pájaros y me gustaba salir al campo con mis largavistas a ver qué podía descubrir. Cualquier cosa que tuviera que ver con la vida silvestre, me encantaba. Yo creo que si hubiera podido hacer lo que más me gustaba, hubiera sido naturalista, al estilo de Guillermo Enrique Hudson, el autor de  Allá Lejos y Hace Tiempo; en esa época leía todos sus libros. Me gustaba saber de la Naturaleza, me maravillaba que hubiera tantos temas inesperados y bonitos, fascinantes… Como a quien le gusta la música, a mí me gustaba la Naturaleza.

– ¿Y la decisión de venir aquí, entonces?

– La decisión de venir acá era sencillamente porque me parecía que iba a perder el tiempo en la Argentina. Además tenía un poco de miedo que si me quedaba, tal vez me iría por carriles que no iban a rendir, como mucha gente joven de esa época que estaba en la política, estaban todos esos apasionamientos y broncas… y yo pensé que tal vez si me quedaba en Buenos Aires iba a caer en eso, como tantos otros… Yo quería aprender, quería estudiar, quería crecer científicamente… y claro, estaba la gran aventura de largarme al mundo solo.

– ¿Vino directamente a Nueva York?


– No, fui a la Universidad de Nebraska, porque me habían dicho que la facultad de agronomía allí era buena. Un amigo mío ya estaba estudiando agronomía allí y pase con él un año, pero la gente que estudiaba agronomía era gente que quería ser granjera, y eso no me interesaba. Así que consulté con mi padre y cambié de carrera. Me fui a la Universidad de California, en Berkeley, a estudiar zoología. Y tuve la suerte de encontrarme ahí con un inglés, el profesor Peter Marler, cuya pasión era justamente estudiar el canto de los pájaros como una manera de indagar sobre los sistemas de comunicación: cómo los animales se comunicaban, qué cosas comunicaban, cómo el medio en el que se comunicaban afectaba las señales que usaban. Es un tema muy profundo y muy humano. Con Marler encontré una enorme cantidad de temas en común y, aparte de eso, me interesaban cuestiones filosóficas: la evolución del hombre, la evolución de las funciones cerebrales, la consciencia… A mí me parecía que algunos de esos temas –incluyendo la relación entre la conciencia y el cerebro–, se estaban poniendo maduros para la inspección científica.



– ¿Por qué eligió los pájaros en vez de estudiar la comunicación entre delfines o ballenas?

– Porque hay que ser práctico… imagínese usted estudiando ballenas, delfines… por de pronto no es material que se pueda llevar al laboratorio, no se pueden hacer muchos experimentos, realmente… Se pueden hacer observaciones, que son muy valiosas y muy interesantes, pero los pájaros son un sistema más manejable, porque usted los puede criar en el laboratorio, puede grabar todos los sonidos que hacen, puede ver cómo responden a diferentes sonidos que usted les hace oír por grabaciones, así que tiene un control total del medio acústico en que se crían, y eso con los cetáceos sería muy difícil… Cuando usted quiere estudiar cómo funcionan los circuitos del cerebro y cómo se modifican con el aprendizaje, tiene que encontrar material que se preste al trabajo de laboratorio y el aprendizaje del canto en las aves se presta a todo eso.

– ¿Qué pregunta le parece que vale la pena responder en esta área?

- Diría que la pregunta: “¿qué determina la capacidad de aprendizaje?” no ha sido bien encuadrada. Hay quienes dicen que hay un límite a cuánto uno puede aprender y otros que lo niegan. Ciertamente, a la gente grande a veces le cuesta aprender cosas nuevas. Pero ¿eso es porque el cerebro ha envejecido y ya no funciona como en la juventud, o es porque hay un límite de espacio, como en una biblioteca que se va quedando sin estantes para libros nuevos? Son temas diferentes y no sabemos si uno, o ambos, afectan lo que una persona de 70 años puede o no puede aprender.  Lo único que sabemos es que como el resto del cuerpo, el cerebro envejece. Si lo que uno busca es mantener la habilidad de aprender cosas nuevas, hay que saber cuáles son los factores limitantes y no sabemos cuál es la respuesta correcta. Y creo que las aves de canto se prestan maravillosamente a esa indagación.
  ¿Qué problemáticas entran dentro de esa indagación?

Podemos ver cómo el aprendizaje modifica el canto y los circuitos que lo controlan y cómo la memoria del canto aprendido persiste… Es muy intrigante que en un sistema en donde la gran mayoría de las proteínas están, presumiblemente, renovándose constantemente, el canto aprendido persiste con poco cambio por años…Mientras que la vida media de la mayoría de las proteínas es corta, se mide en días. Así que, ¿cómo es que memorias permanentes pueden persistir en un sistema que está compuesto de elementos que se están reemplazando constantemente? Es un tema fascinante… Y claro, hay toda una cantidad de patologías que, de una u otra forma, se relacionan con ese tema: cuando la gente no puede aprender más, o tiene problemas de memoria, ¿Qué pasa? Es en ese tipo de problemática que yo creo que la producción y reemplazo de neuronas en el cerebro adulto ha abierto un grande y nuevo horizonte.  ¿Por qué se agregan neuronas nuevas al cerebro adulto y por qué otras son reemplazadas? ¿Será posible que el reemplazo de neuronas nos permita rejuvenecer cerebros y reparar circuitos dañados?





– Con respecto al recambio neuronal, ¿por qué le parece que en una época era un concepto al que otros científicos oponían resistencia?

– Creo que esto empezó hace muchos años con Ramón y Cajal, que, claro, no veía muchas células dividiéndose, no veía actividad mitótica en el cerebro adulto… y yo no se si él se fijó mucho en la zonas donde ahora sabemos que esto ocurre, en las paredes de los ventrículos del cerebro.

– ¿Era una postura dogmática, de alguna manera?


– Claro que era un dogma, un dogma enorme y un dogma que parecía razonable porque parecía basado sobre observaciones reales.  Además, la gente decía: cuando vamos envejeciendo el cerebro parece funcionar cada vez peor y menos. Y después de accidentes o daños no parecer tener, en los adultos, mucha capacidad para recuperarse. Así, al fin del desarrollo, tal vez se acabó la plasticidad de los circuitos para modificar el comportamiento. Este tema me interesaba y sospechaba que la plasticidad para corregir circuitos dañados sería la misma que se usaba en el aprendizaje. Es decir que ambas funciones requerirían la formación de nuevos procesos y sinapsis. Era, claro, una idea conservadora que no consideraba para nada la posibilidad de que el cerebro adulto pudiera agregar nuevas neuronas. Cuando, basado en mis observaciones en canarios, se me ocurrió por primera vez la idea y decidí explorarla, recuerdo que otros miembros de mi laboratorio me aconsejaban: “¡No digas nada a la otra gente en la Universidad, que si se enteran van a creer que somos una manga de inconscientes!”



Dr. Nottebohm: "“A la gente grande le cuesta aprender cosas nuevas ¿es
porque el cerebro ha envejecido o porque hay un límite de espacio, como en
una biblioteca que se va quedando sin estantes para libros nuevos?”


– Y usted, frente a este dilema de hacer o no hacer olas…


– A mí no me molestaba: yo quería hacer olas. La ciencia me interesa en la medida que trae sorpresas y este era un tema que se daba para eso. Cuando se me ocurrió, no lo pude largar, era algo tan novedoso… Es un poco como la inversión que hace un hombre de negocios: si uno acepta un riesgo grande, también por ahí la ganancia será enorme. Quien no arriesga, no gana. Por ese entonces yo tenía 42 años y el momento para el gran riesgo había llegado. No sabía que otro científico, Joseph Altman, que estudiaba mamíferos, ya había sugerido que se producían nuevas neuronas aun en el cerebro adulto. Su evidencia no era concluyente, pero ya había plantado esa idea.

– Siempre en investigación entra el factor de la personalidad…


– A mí me gustaba la idea de traer todo un concepto nuevo que forzara a mirar muchas cosas que creíamos saber de forma diferente. Siempre he sido sospechoso de lo “razonable”. La razón es la confabulación que se arma una vez que uno conoce los hechos concretos. Entonces hay que explicarlos con una interpretación razonable y se arma la historia de que todo parece tener sentido y encajar bien. Pero basta con que una observación nueva no encaje con el esquema ¡y el cuento se va al tacho! (risas). Ese tipo de observación revela la fragilidad de lo que nosotros consideramos una certeza… En el caso de mi trabajo, a principios de los años ’80, los sabios de la neurobiología consideraban que la modificación de las sinapsis [n. de r.: sinapsis es la unión funcional entre dos neuronas] bastaba para explicar todos los fenómenos del aprendizaje. Y ahora, de repente, en 1983, aparecía la sugerencia de que el cerebro adulto –al menos en pájaros– también podía reemplazar neuronas y, como demostramos más tarde, lo hacía en forma cotidiana. Esta observación abrió un interrogante: ¿Cuál era el sentido de reemplazar neuronas en el cerebro adulto? ¿Para qué?

– … Además de la limitación de los sentidos, ¿no?


– Es verdad, no sólo hay que sospechar lo “razonable”, sino que también hay que sospechar nuestras fuentes de información, tanto las que tenemos –como la vista y el olfato– como las que nos faltan, y como nos faltan no las conocemos. Cuando los científicos tratan de comprender los temas del tiempo, el espacio, la energía y sus orígenes, lo que están tratando de hacer es pretender que hay verdades absolutas que son accesibles a nuestro cerebro, cuando en realidad tal vez deberían empezar por entender cómo funciona la maquinita que piensa. Esa maquinita está muy influenciada por sus ingresos sensoriales… Tal vez no exista el cerebro que pueda entender el Universo, porque el hombre, desde sus orígenes, no necesitó abarcar tanto. Lo que necesitaba era encontrar comida, un compañero, entre otras cosas, de manera que cuando nos largamos a interpretar el Universo…en realidad, ¡vale la pena sospechar que estamos un poco limitados para ello! (risas)…y que todo lo que uno cree saber, puede ser ilusorio, puede desarmarse mañana con un nuevo dato… y tal vez ello no debiera preocuparnos.



– ¿Y la certeza?


– La certeza es en realidad algo aburrido. Al fin, cuando uno sabe cómo funciona algo, ¿qué hace?, ¿mide cómo anda? ¡Es mucho más interesante estar en esa búsqueda infernal que no termina nunca! Y que probablemente nunca va a terminar. La ciencia, como todo, es cuestión de personalidad. Hay gente con diferentes estilos. A algunos les interesa más medir todo con gran detalle, con gran certeza, tener esquemas que parecen ser muy sólidos, muy verificables, muy defendibles, mientras que otros prefieren toda una mezcla de ideas y probabilidades, poca certeza, y riesgo, y es una cuestión de estilo. Diferentes pintores pintan la misma obra de manera distinta, y no es que uno sea mejor que el otro…

– ¿Tiene contacto con investigadores que esté trabajando en la Argentina?


– No tengo contactos personales con científicos argentinos ni he tenido colaboraciones con ellos. Pero conocí gente cuando era más joven, muchachos de mi edad que se quedaron ahí. Por ejemplo José Núñez que trabajaba con abejas, Héctor Maldonado, que trabajaba con pulpos, ambos muy capaces. También lo conocí a Andrés Stoppani, que estaba casado con una prima mía, y esa gente me contaba sobre la vida y el trabajo en la Universidad de Buenos Aires, y también tenía la experiencia de mi hermano, que había estudiado medicina allí… Y una vez cené con De Robertis, pero era porque me habían invitado a una Feria del Libro en Buenos Aires, hace muchos años, cuando Alfonsín era presidente.

–¿Y con estudiantes argentinos que hayan venido a los Estados Unidos?


–Sí, he encontrado argentinos… pero no tuve ninguno que haya hecho el doctorado conmigo. He visto que los que vienen de la Argentina tienen una formación muy buena, muy amplia, muy firme, son muy capaces. ¡Pero no he encontrado ningún naturalista que se interesara por los bichos! (risas)… En la Argentina la ciencia se basa mucho sobre en el sistema de que hay que tener un padrino. A mí esa etapa me faltó porque vine a los 18 años y todos los contactos los hice acá; creo que en ese sentido estuve aislado de lo que ocurría en la Argentina. Cuando iba a la Argentina, iba a visitar mi familia.



– ¿Qué diferencia podría señalar entre los estudiantes argentinos y estadounidenses?


Veo que los chicos que vienen de la UBA tienen buena formación, tienen buenas cabezas… pero en algunas épocas, al menos, se veían distraídos por la política en la universidad argentina, que viene de larga data… A mí lo que me gustaba de la Universidad de California en Berkeley, donde hice mi doctorado, era que había una variedad de gente inmensa: cultural, racial, de origen geográfico. Pero había dos ambientes; estaba el ambiente dentro de la universidad, donde usted aprendía y se hacía amigo de una cantidad de personas, y luego el ambiente extrauniversitario donde, si uno quería, podía dedicarse a cuestiones de política, entre otras. No se trataba de que la gente joven no se interesara en los temas políticos. Pero la universidad era un oasis, quedaba al margen en ese punto. Claro, siempre había quien dijera que el concepto de la torre de marfil requería que uno ignorara los tiempos en que vivíamos… Pero, ¡tiene que haber una torre de marfil! Tiene que haber una etapa en la vida en que uno pueda ahondar en temas básicos y serios sin estar sometido a la turbulencia del momento político. Es una oportunidad que, más tarde, no se vuelve a presentar.
  ¿Cómo ve hoy la enseñanza de la biología?

Lamento que el estudio de la biología se haya fragmentado. De hecho, hay una continuidad natural entre moléculas, células, tejidos, circuitos, sistemas, órganos, organismos, poblaciones y estilos de vida. Esa es la realidad. Pero los estudiantes hoy en día tienen que elegir qué parte de esa continuidad estudiarán, y ese fragmento está determinado por los instrumentos y técnicas que usan, y con ello se pierde la continuidad e integridad de los fenómenos naturales, de manera que cada vez el científico especialista sabe más acerca de menos. Tal vez debiéramos contemplar agregar un año más a la carrera de biología, y durante ese año reconstituir la integridad del fenómeno de la vida. La Naturaleza no conoce las barreras artificiales que aparecen en los programas de estudio. Esas barreras son una zoncera…
 

 
*Crédito fotográfico Max Dasso

La Importancia de Hablar Otros Idiomas

¿Por qué decir "te amo" en otro idioma?

El multilingüismo reporta importantes beneficios a nuestro cerebro, explica Jared Diamond* en un artículo de opinión en la revista Science. El científico estadounidense, autor de obras imprescindibles como "Colapso y Armas, gérmenes y acero", destaca que estudios realizados en los últimos años han demostrado que los niños bilingües desarrollan ventajas cognitivas frente a los monolingües y que el dominio de varios idiomas ofrece en la vejez “alguna protección frente a los síntomas del Alzheimer».
Luis A. Gámez / Periodista
¿Por qué decir
Médico, antropólogo e historiador, Diamond recuerda que, durante sus investigaciones de campo en las Tierras Altas de Papúa Nueva Guinea, llegó a conocer una comunidad en la que cada individuo hablaba cinco idiomas y «el campeón era un hombre que se entendía en quince». Como contrapunto, el multilingüismo es «algo excepcional en Estados Unidos», donde, a pesar de los beneficios indicados, «hasta los inmigrantes cuya lengua natal no es el inglés piensan, a menudo, que sus hijos deben aprender sólo inglés y se confundirán si les enseñan dos idiomas simultáneamente».

Elecciones continuas


Cuando hacemos algo, ignoramos la mayoría de los estímulos porque no están relacionados con la tarea y sólo atendemos el 1 por ciento importante para llevarla a cabo con éxito. Estamos concentrados en lo que hacemos. Esa atención selectiva se desarrolla especialmente durante los primeros 5 años de vida, indica el antropólogo, y supone un reto para los multilingües. Cuando escucha una palabra, quien sólo sabe un idioma, únicamente tiene que comparar el sonido con un juego de fonemas y reglas, pero un multilingüe tiene que hacerlo con varios.

«Así, al oír los fonemas b-u-r-r-o, un bilingüe de español e italiano los interpretará instantáneamente como burro, si el contexto es español, o mantequilla, si es italiano», explica Diamond. Las pruebas experimentales han demostrado que los sujetos que se ven obligados a ese tipo de elecciones constantemente por su multilingüismo son más capaces que los monolingües a la hora de adaptarse a entornos con reglas cambiantes.

Diamond también llama la atención sobre otro hecho conocido desde 2007. Durante un estudio realizado entre cientos de ancianos canadienses diagnosticados de Alzheimer, se descubrió que los primeros síntomas de la enfermedad aparecían en los pacientes bilingües cinco años después que en los monolingües. «Como la esperanza de vida en Canadá es de 79 años, un retraso de 5 años para quien ya está en los 70 se traduce en una disminución del 47 por ciento de la probabilidad de que desarrollen lo síntomas del Alzheimer antes de morir», escribe.

Para el investigador estadounidense, el papel beneficioso del multilingüismo frente al Alzheimer se debería a que, mientras que lo que no se usa se deteriora, el manejo de varias lenguas obliga al cerebro al ejercicio constante. “Consciente o inconscientemente, el cerebro bilingüe tiene que tomar decisiones continuamente. ¿Debo pensar, hablar o interpretar el lenguaje hablado según las reglas del idioma A o el B?”


*Autor estadounidense de literatura científica, biólogo y fisiólogo evolucionista, y biogeógrafo. Doctor por la Universidad de Cambridge, Reino Unido es actualmente profesor de geografía en la Universidad de California (UCLA). Ganador del premio Pulitzer por Armas, gérmenes y acero, 1997. Es autor también de Colapso. ¿Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen?

Nuestro Estilo de Vida Afecta A Nuestro Cerebro

La personalidad influye en el envejecimiento del cerebro

 

El volumen de la materia gris es menor en las personas neuróticas y mayor en las escrupulosas, revela un estudio.

 

Un equipo de psicólogos de la Washington University en St. Louis, Estados Unidos, ha descubierto que existe una relación entre la personalidad de las personas mayores y el volumen de ciertas áreas de su cerebro, vinculadas a la emoción y al procesamiento de la información social. Un rasgo concreto de la personalidad es la que más afectaría al cerebro: la neurosis, fuente de estrés y de angustia. Según los investigadores, los resultados obtenidos de este estudio, en el que se analizó el cerebro de casi 80 personas, permitirán comprender mejor el origen de ciertas enfermedades, como la demencia o el Alzheimer. Por Yaiza Martínez.



La amígdala, que forma parte de la región temporal media del  cerebro y está relacionada con el procesamiento de las emociones, era  mayor en los individuos escrupulosos y menor en los neuróticos. Fuente:  Washington University.


Un equipo de psicólogos de la Washington University en St. Louis, Estados Unidos, ha descubierto que existe una relación entre la personalidad de las personas mayores y el estado del cerebro en la vejez.

Según explican los científicos en un
artículo publicado por la revista Neurobiology of Aging, en general, durante el envejecimiento, se produce una reducción en los volúmenes de ciertas regiones del cerebro, particularmente en las áreas temporal media y prefrontal.

Sin embargo, estas reducciones o cambios no se producen por igual en todas las personas, ya que, según los resultados obtenidos, la integridad neuroanatómica puede modificarse en menor o mayor medida en función de ciertos rasgos de la personalidad individual.


Tres rasgos de la personalidad analizados


Los científicos estudiaron, en concreto, tres características de la personalidad y su relación con los cambios cerebrales derivados del envejecimiento: la neurosis, la escrupulosidad y la extraversión.


Para hacerlo, registraron imágenes de los cerebros de 79 voluntarios de edades comprendidas entre los 44 y los 88 años, mediante una tecnología conocida como escáner de resonancia magnética
(IRM).

La IRM utiliza el fenómeno de la resonancia magnética para obtener información sobre la estructura y composición del cerebro. Esta información es procesada posteriormente por ordenadores, y transformada en imágenes del interior cerebral.


La corteza orbitofrontal, que forma parte de la región prefrontal y  está implicada en los procesamientos socio/emocionales, mostró  asociaciones similares con la personaldiad. Fuente: Universidad de  Washington.


Antes de ser sometidos al escáner, los participantes aportaron asimismo datos sobre su personalidad.

La combinación de información permitió establecer que los individuos más neuróticos presentaban volúmenes más pequeños de materia gris en las áreas temporal media y frontal del cerebro que los individuos menos neuróticos. Un patrón opuesto fue constatado en el caso de la escrupulosidad.


En lo que se refiere a la extraversión, el estudio no pudo establecer ninguna relación determinante entre esta característica de la personalidad y el estado del cerebro de los voluntarios.


Influencia en dos direcciones


Según declaraciones de una de las autoras de la investigación, la psicólogo
Denise Head, aparecidas en un comunicado de la Washington University, los resultados obtenidos son un primer paso hacia la comprensión de cómo la personalidad puede afectar al envejecimiento del cerebro.

Head afirma que estos datos demuestran claramente que existe una relación entre personalidad y volumen cerebral, particularmente en las regiones del cerebro asociadas al procesamiento de la información social y de las emociones.


Asimismo, la investigadora añade que los resultados sugieren que la personalidad influye en el grado de envejecimiento del cerebro humano y, también, que la forma en que el cerebro envejece puede afectar a la personalidad de cada individuo.


Los investigadores planean llevar a cabo estudios futuros para hacer un seguimiento de los cambios estructurales que vaya sufriendo el cerebro de los participantes en la presente investigación, con el fin de profundizar en este proceso y su vínculo con la personalidad.


Estrés nocivo


Los científicos explican que numerosas investigaciones previas sobre animales no humanos habían demostrado que el estrés crónico está vinculado a ciertos efectos nocivos en el cerebro.


A partir de estas investigaciones, Head y sus colaboradores establecieron la hipótesis sobre la que basaron su estudio: ciertos rasgos negativos de la personalidad humana también podrían afectar a nuestro cerebro, en concreto, durante su proceso de envejecimiento.


Así, asumieron que la
neurosis, que es un trastorno mental sin evidencia de lesión orgánica caracterizado por un nivel elevado de angustia y la aparición de conductas repetitivas para tratar de disminuir el nivel de estrés, debía resultar nociva para el volumen estructural cerebral.

La investigación se centró en las regiones temporal media y prefrontal del cerebro porque es en éstas donde se producen los mayores cambios durante el envejecimiento, y también porque éstas son las áreas cerebrales en las que se asientan ciertas capacidades cognitivas, como la atención, las emociones y la memoria.


Conocer la causa de ciertas enfermedades

Los investigadores basaron su estudio en cerebros sanos y en proceso de envejecimiento porque consideran que el conocimiento en este terreno puede resultar útil para el desarrollo de futuras herramientas de diagnóstico de la
demencia, un trastorno que consiste en la pérdida progresiva de las funciones cognitivas, debido a daños o desórdenes cerebrales más allá de los atribuibles al envejecimiento normal.

Por otro lado, uno de los síntomas primeros de la enfermedad del
Alzheimer es la aparición de cambios en la personalidad de las personas que la padecen. Algunas investigaciones realizadas han constatado que, de hecho, en los estadios iniciales de esta enfermedad, la gente tiende a volverse más neurótica y menos escrupulosa.

Según los investigadores, resulta crucial por tanto conocer la relación entre personalidad y estado del cerebro durante el envejecimiento en personas sanas, para establecer lo que sucede en el cerebro de personas con ciertas patologías y también para poder generar diagnósticos precoces.

Aprendemos Más de los Aciertos Que de los Errores

Explican por qué el ser humano aprende más de sus aciertos que de sus errores


El cerebro asimila lo que hacemos bien, no lo que hacemos mal


Equivocarse es humano pero no nos sirve de mucho, porque de lo que aprendemos es de los aciertos. Esto es lo que sugieren los resultados de una investigación sobre el cerebro realizada por científicos del MIT, en la que se constató que dos regiones cerebrales concretas se activan sólo cuando hacemos las cosas bien, y no cuando las hacemos mal. Dado que las áreas activas están vinculadas con el aprendizaje y la memoria, los científicos afirman que sólo aprenderíamos de los aciertos. Por Yaiza Martínez.



Imágenes utilizadas en el experimento, y que fueron mostradas a  los monos para que éstos miraran a derecha o izquierda a cambio de una  recompensa. Fuente: MIT.

Tropezar dos veces en la misma piedra es, al parecer, inevitable, al menos desde el punto de vista del cerebro. Esto es lo que sugieren los resultados de una investigación realizada por científicos del Picower Institute for Learning and Memory del MIT.

Earl K. Miller
, profesor de dicho instituto, y sus colaboradores, Mark Histed y Anitha Pasupathy, consiguieron generar por vez primera una instantánea del proceso de aprendizaje de unos monos.

En esta imagen se pudo ver cómo las células individuales del cerebro no responden igual ante la información sobre una acción correcta que ante la información sobre una acción errónea.


Según explica el profesor Miller en un
comunicado emitido por el MIT, lo que se ha demostrado es que las células del cerebro, cuando una acción genera un buen resultado, se sincronizan con lo que el animal está aprendiendo. Por el contrario, después de un error, no se produce ningún cambio en el cerebro ni se transforma en nada el comportamiento de los animales.

Esta investigación ayudaría a comprender mejor los mecanismos de plasticidad neuronal activados como respuesta al entorno, y tendría implicaciones para el entendimiento de cómo aprendemos, y también en la comprensión y el tratamiento de los trastornos de aprendizaje. La plasticidad neuronal es la capacidad del cerebro de cambiar a partir de la experiencia.


Cómo se hizo


A los monos estudiados se les asignó la tarea de mirar dos imágenes alternantes en la pantalla de un ordenador. Cuando aparecía una de ellas, los monos eran recompensados si giraban su mirada hacia la derecha; cuando aparecía la otra imagen, los monos eran recompensados si miraban a la izquierda.


Los animales fueron tanteando, por el sistema de “prueba y error”, para descubrir qué imágenes exigían mirar en qué dirección.


Gracias a las mediciones realizadas entretanto en sus cerebros, los investigadores descubrieron que, dependiendo de si las respuestas de los monos eran correctas o incorrectas, ciertas partes de sus cerebros “resonaban” con las implicaciones de sus respuestas, durante algunos segundos.


Así, la actividad neuronal que seguía a una respuesta correcta y su recompensa correspondiente ayudaban a los monos a realizar mejor la siguiente tarea.


Por tanto, explica Miller, justo después de un acierto, las neuronas procesaban la información más deprisa y más efectivamente, y el mono tendía más a acertar la siguiente respuesta.

Sin embargo, después de un error no había mejoría alguna en el desempeño de las tareas. En otras palabras, sólo después del éxito, y no de los fracasos, tanto el comportamiento de los monos como el procesamiento de información de los cerebros de éstos mejoraron.

Dos regiones cerebrales implicadas


Según explican los científicos en la revista especializada
Neuron-9 , para aprender de la experiencia se necesita saber si una acción pasada ha producido un buen resultado.

Se cree que la corteza prefrontal del cerebro y los
ganglios basales juegan un importante papel en el aprendizaje de las relaciones entre estímulo y respuesta.

La corteza prefrontal del cerebro dirige los pensamientos y las acciones de acuerdo con objetivos internos, mientras que los ganglios basales están relacionados con el control motor, la cognición y las emociones.


Gracias a la presente investigación se sabe ahora, además, que ambas áreas cerebrales cuentan con toda la información disponible para llevar a cabo las conexiones y ordenaciones neuronales necesarias para el aprendizaje.


Por otro lado, hasta ahora se sabía que los ganglios basales y la corteza prefrontal están conectados entre sí y con el resto del cerebro, y que nos ayudan a aprender las asociaciones abstractas mediante la generación de breves señales neuronales, cuando una respuesta es correcta o incorrecta.


Pero, hasta ahora, no se había podido entender cómo esta actividad transitoria, que se produce en menos de un segundo, podía influir en acciones realizadas a continuación.


Más información transmitida


Gracias a este estudio, los investigadores descubrieron actividad en muchas neuronas dentro de ambas regiones del cerebro, como respuesta a la entrega o no de la recompensa. Esta actividad duró varios segundos, hasta la siguiente prueba.


Las respuestas de las neuronas de los monos fueron, por otra parte, más fuertes si en la prueba inmediatamente anterior habían sido recompensados, y más débiles si en la prueba anterior se habían equivocado.


Por último, tras una respuesta correcta, los impulsos eléctricos de las neuronas, tanto en la corteza prefrontal como en los ganglios basales, fueron más fuertes y transmitieron más cantidad de información.


Según Miller, esto explicaría porqué, en un nivel neuronal, tendemos a aprender más de nuestros aciertos que de nuestros fallos.