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Epistemologías y Conexos

La Ontología Clásica Limitaría A la Computación Biomédica

Las ideas filosóficas podrían no ser válidas para la computación biomédica

Investigadores de la UPM afirman que las ontologías no consideran adecuadamente el conocimiento científico ni los avances en procesamiento de imágenes

Cinco investigadores españoles y uno norteamericano han alertado de las limitaciones científicas de las ontologías biomédicas basadas en ideas filosóficas, en un artículo publicado por la revista especializada Methods of Information in Medicine. Otros diez autores, de los que dos son filósofos, han contraatacado argumentando la validez de estas ideas en el área de la computación y su contribución a la ciencia moderna. La polémica epistemológica está servida.

 

Según Platón, el conocimiento surge de la combinación de creencias y verdades. Fuente:  Idealistarchive.com.
Según Platón, el conocimiento surge de la combinación de creencias y verdades. Fuente: Idealistarchive.com.
Un artículo en la revista Methods of Information in Medicine critica las ontologías computacionales utilizadas en biomedicina, y que están basadas puramente en ideas filosóficas, sugiriendo sus limitaciones científicas. Los autores del trabajo son cinco profesores e investigadores de la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid, y uno de la Universidad de Rutgers.

Según informa la Facultad de Informática de la UPM en un comunicado, entre las limitaciones se encontrarían aspectos como la falta de adecuación de los enfoques aristotélicos a diversos aspectos de las ontologías computacionales, la aceptación a priori de una supuesta realidad ontológica externa, la no consideración de aspectos como la organización y emergencia en biología, las diferencias fundamentales de las ontologías de base filosófica clásica con las teorías científicas modernas, y los problemas para abordar otras cuestiones como la representación de formas y estructuras gráficas y de volúmenes.

Evaluación científica necesaria

Los autores de este artículo señalan, además, los problemas que el uso de estas metodologías basadas tan estrictamente en la filosofía pudieran introducir en la biomedicina, desde el punto de vista científico.

Este artículo, el primero publicado en el área de la biomedicina y la informática biomédica con un análisis crítico de estos enfoques filosóficos, sugiere la necesidad de evaluar científicamente las ontologías de base aristotélica.

Por ejemplo, los autores analizan enfoques filosóficos recientes realizados para construir ontologías de formas y estructuras gráficas o visuales (en dos y tres dimensiones) y sugieren que no consideran adecuadamente el conocimiento científico acumulado en estos temas desde Gauss, Euler, Riemann, así como décadas de investigación en procesamiento de imágenes.
Profesor Víctor Maojo, uno de los autores del artículo. Fuente: Departamento de Inteligencia Artificial de la Facultad de Informática de la UPM.
Profesor Víctor Maojo, uno de los autores del artículo. Fuente: Departamento de Inteligencia Artificial de la Facultad de Informática de la UPM.
En su trabajo, los investigadores incluyen numerosas referencias científicas (como Monod, Lorenz o Feynman) que recuerdan el intento, cíclicamente repetido y poco exitoso, de introducir ideas filosóficas clásicas en el mundo científico.

Polémica epistemológica

La crítica formulada en este artículo no ha dejado indiferente a las comunidades filósofica y científica. En otro artículo de respuesta publicado en el mismo número de la revista , diez conocidos autores contestan al artículo del profesor Maojo y sus colaboradores.

Dos de ellos, filósofos, introducen ásperas críticas, argumentando la validez de las ideas filosóficas en el área de las ontologías computacionales y su contribución a la ciencia moderna. Otros, al contrario, indican que la formalización de ontologías restringidas a la filosofía clásica no es adecuada para los modelos computacionales.

Los editores de la revista han escrito, asimismo, un editorial sobre el tema en el que, sin tomar partido, explican los elementos de la discusión para permitir a los lectores que se formen la mejor opinión. La polémica está servida.

Qué son las ontologías computacionales

Las ontologías (computacionales) son conceptualizaciones de un dominio, usadas como referencia para el intercambio de información entre sistemas informáticos y bases de conocimiento semánticamente heterogéneos. Su desarrollo ha facilitado lo que se llama la “web semántica”.

Los investigadores pioneros en el tema decidieron llamar a esta técnica con el nombre de "ontologías", tomando prestando el nombre de la filosofía. Las ontologías, según esta acepción, son muy utilizadas en diversos campos para el manejo de grandes cantidades de datos y conocimiento.

Por ejemplo, multitud de empresas las usan en sus páginas web para organizar la información, así como otros muchos investigadores las usan en sus trabajos, particularmente en la biomedicina. La literatura reciente presenta miles de referencias a ellas.

Años después de ser propuestas, un grupo de filósofos proclamó que las ontologías (computacionales) deben basarse en ideas ontológicas clásicas (filosóficas), argumentando que les darían una mayor claridad, rigor y fundamento científico. Esto ha llevado al desarrollo de metodologías de formalización, basadas en la filosofía aristotélica, de ontologías computacionales, ampliamente aceptadas y usadas actualmente en biomedicina.

Escombros del Neopositivismo



D e la noche a la mañana descubrimos que a un gran descalificador (y enorme desconocedor) del Marxismo, le interesan las lecturas biográficas sobre Friedrich Engels. El doctor Mario Bunge vuelve a exhibir su infalible método cientificista después de habernos desvelado de manera brillante los puntos más oscuros y sobresalientes del pensamiento occidental. Ya Bunge racionalmente expuso al gran público las implicancias nazis del pensamiento carente de sentido de Martin Heidegger, después de haber afirmado sin sonrojarse que “Karl Marx no fue a ninguna universidad. No tuvo cerca a nadie que le enseñara, creía que todo nace de la Economía”, después de liquidar a Hegel diciendo que su filosofía es “absurda y abstrusa”, ahora vuelve sobre ese perro muerto llamado “Marxismo” y nosotros humildes lectores preguntamos por qué. ¿Le interesan las biografías de luchadores sociales? ¿Estará investigando el racionalismo en la época victoriana? ¿Reescribiendo la Historia de la filosofía del siglo XIX y XX? ¿Le preocupa si Friedrich Engels fue una personalidad histórica en el sentido de una ilación de sus acciones y su significado? ¿Bunge hablará sobre el método biográfico de Hunt o sobre la vignette de Engels? No lo sabemos, pero intuimos la hybris que se esconde en su inocencia literaria, en su incursión en las historias de vida. Bunge escribe para una Review académica canadiense de sociología y antropología una recensión de la segunda biografía de Friedrich Engels, escrita por el activista político, columnista de The Guardian e historiador de la época victoriana Tristram Hunt. Las biografías huntianas son un gran avance literario desde la última completa escrita por Gustav Mayer en 1932, editada en español por el Fondo de Cultura de México en 1979. [i]


Nos podíamos ahorrar el mal trago: ya teníamos una recensión estilo ideología “Cold War”, retorcida y mal intencionada en el diario liberal The New York Times. El pathos anticomunista de Dwight Garner, su autor, se puede percibir ya desde el título: Fox Hunter, Party Animal, Leftist Warrior, o sea: “Cazador de Zorros, Fiestero y Guerrero Izquierdista”. Garner ya denominó al Marxismo como un “parásito maligno” en otro artículo. No es el único. El diario neoliberal y representante del capital financiero The Wall Street Journal también le dedicó una recensión al libro de Hunt, llena de mala fe maccartista, style George Kennan: se titulaba “The Champagne Communist”, el comunista “champañero”. Pero: ¿porqué que los centros de agitprop liberales y neoconservadores están tan preocupados por una biografía sobre Engels de un joven profesor de historia y pierden tiempo, tinta y papel en un escombro ideológico? Algo huele a podrido en Dinamarca… Por cierto, la recensión NYT tiene muchas similitudes con el artículo bungeano: un regodeo en las naturales debilidades del Engels humano, demasiado humano. Y pos supuesto: se lo contrapone como Hyde, al propio Marx. Bunge no se propone valorar el tour de forçe de Hunt: su trabajo de zapa ideológico es justamente eliminar lo que Hunt trataba de realizar con su saga biográfica. Bunge va a por Hunt: si logra desarmar su empresa histórica, Engels volverá a ser lo que era: un proto-stalinista, el Meistersinger del Gulag. Mientras Hunt, en dos obras biográficas secuenciales, separa el Engels hombre y pensador de su deificación dogmática, de su Karicatur en el petrificado templo del DiaMat soviético, clarificando la manipulación del marxismo soviético sobre el Engels real, Bunge se propone precisamente lo contrario. Le recuerda al lector inocente que Marx-Engels y el stalinismo son la misma cosa, a pesar del “libro realmente ameno” de Hunt, obra que recomienda con sarcasmo ¿canadiense? podría serle útil a algún biopic de Hollywood. Quizá a James Cameron… No hay otro objetivo ideológico en su pobre artículo que poner el signo igual entre el legado teórico-práctico de Marx&Engels y la stalinista URSS: “Imagino que el entusiasmo por la filosofía cruda de Engels en los treinta y los cuarenta, tanto en el Reino Unido como en Francia, formaba parte del paquete: socialismo, antifascismo, admiración por la rápida aunque brutal modernización de la URSS y una fe ingenua en que el Marx-Engelsismo era la última y más elevada versión del cientificismo.” Hunt se propone una meta antibungeana, precisamente recuperar a Engels de la etiqueta de ser “the ideological architect of Soviet-style Communism.”

En la primera parte Bunge nos regala un rosario de anécdotas mal contextualizadas del libro de Hunt, piquant details, en las cuales Engels aparece como una suerte de patético y divertido Boswell de Marx-Johnson. Bunge es en este momento literario, feliz: trata de Épater le communiste. Engels es una inconsciente contradictio in corpum: comunista y cazador de zorros, un bon vivant prusiano, gran bebedor de cerveza Pilsen. Es como si a Bunge le recordáramos las debilidades personales de Wittgenstein como argumento ad hominem: la homosexualidad, su autoritarismo pedagógico, su chauvinismo austro-húngaro, su espiritualismo simplista y vulgar siguiendo a Tagore, su ignorancia de la propia historia de la filosofía, en suma: que era un filósofo amateur, igual o peor que Engels (estudió para ingeniero aeronáutico)… ¿sabrá Bunge todas estas cosas? Al menos le reconoce algunos méritos filopositivistas: Engels intentaba investigar a partir de la empiria y además prácticamente era un millonario de la época gracias a que creía en la racionalidad y la teoría de las expectativas del homo oeconomicus. Menos mal. En la segunda parte de la recensión aparecen por fin las críticas formales a la biografía. Como Bunge no tiene nada que opinar en lo biográfico sobre Engels o Marx (creo que ni siquiera a leído a Kolakowski y su escolar Historia del Marxismo), ni en el método histórico de Hunt, vuelve sobre seguro. Descubre dónde está enroscado el gusano de la pseudofilosofía con dos críticas simplistas y descolgadas. La primera objeción de Bunge es que “aunque Hunt afirma que Engels no fue sólo cientificista sino científico, yo creo que lo primero es correcto, pero que lo segundo sólo lo es a medias. Es más, Engels tuvo una gran fe en la aproximación científica y la aplicó en sus propios estudios sociales, pero sus críticas a las matemáticas y a la física revelan su profunda ignorancia en estas ciencias elementales”. Pero: ¿la Historia o la Política no son ciencias? Si hablamos de las ciencias duras y naturales, Engels se vio obligado “políticamente” a intervenir en campos científicos por necesidades polémicas (contra el socialista antisemita Eugene Dühring, por ejemplo, que por cierto era un académico numerario de la Universidad de Berlín para el gusto de Bunge) porque sus oponentes partían de la biología o la física del siglo XIX. Y Bunge se olvida el nivel retórico de los escritos de Engels: pretendía divulgar la discusión en círculos de trabajadores con pocas referencias académicas en su capital simbólico, eran artículos por entregas en el diario obrero Vorwarts! Bunge no sabe que entre los dos autores se había aceptado una división del trabajo intelectual explícita, dentro de la cual Engels tenía la tarea de “popularizar” las ideas de Marx al gran público. Ni Engels ni Marx escribían en un gabinete o en una cátedra académica: son medios de lucha política. Aparte de las limitaciones en las propias ciencias exactas y duras a mediados del siglo XIX (como por ejemplo el cálculo infinitesimal). Pero a Bunge no le interesa nada de esto: lo abruma su “Enfoque”. Al valorar desde el dogma hiperracionalista un poco a Engels (pero no en demasía, sólo para colocarlo un peldaño más arriba que Marx) Bunge demuestra el norte de su publicística positivista. Se trata, por enésima vez, del manido recurso de enfrentar a Engels contra Marx. Si Engels, nos susurra Bunge, es el inspirador del Stalinismo, y a pesar de ello, es superior desde el racionalismo bungeano a Marx, ya nada queda por decir o leer de su obra. O sí, una tarea piadosa para un sepulturero: “debería ayudar a los marxistas, antimarxistas y académicos sin partido a clarificar los puntos oscuros del marxismo, una mezcla de ciencia, pseudociencia, ideología y filosofía…”

La segunda crítica se refiere a la afinidad electiva y valoración de Hegel (y la izquierda hegeliana) que aparece positivamente en el libro de Hunt. Esto es demasiado para Bunge, Hegel ni siquiera dio muestras de un sano instinto positivista: “es que se toma a Hegel tan seriamente como Engels, mientras que yo creo que, aunque Hegel abordó muchos problemas importantes, lo hizo de un modo tan hermético, con tal desdén hacia la ciencia de su época, que mucha de su obra acaba por asemejarse al parloteo posmoderno.” ¿No es la misma opinión esquemática sobre el difficult style de Hegel que sostenía Russell en su History of Western Philosophy de 1945? ¿no son vituperios parafilosóficos similares a los que emitía Popper, preocupado por el Hegel’s radical collectivism? Por supuesto: atacando a Hegel, por elevación, se erosiona la seriedad científica de Marx. Bunge en muchas ocasiones reconoció que estudió con detenimiento la filosofía de Hegel. No se nota o fue hace mucho tiempo atrás. Lo dudamos. Afirmar que Hegel tenía desdén por las ciencias modernas de su época es demostrar que no se conoce nada en absoluto de su filosofía. Desde la Economía Política de su época (gran lector de Ferguson, Smith, Sismondi), pasando por ciencias nuevas de la época (Frenología), gran lector de matemáticos de vanguardia (Cauchy y Lagrange), de geólogos (Cuvier y Hutton), de experimentadores y teóricos en Química (Bertthollet y Pohl), de la Biología (Bonnet, Cuvier, Haller y Linneo), hasta la Geometría (en este campo su concepción fue superior a la de Kant, a pesar de la confusión de Carnap, Hillbert y Russell). Como dice el filósofo inglés Stephen Hollgate, el rechazo de la Filosofía de la Naturaleza de Hegel, o de Hegel in toto, está basada en una profunda ignorancia de la filosofía hegeliana y de su relación con las ciencias de la época. Act est fabula. Después de ver otra exhibición perogrullesca y simplista del enfoque racionalista enfocado a la crítica literaria, mutatis mutandis, al Marxismo, no nos queda más que preguntar: Dr. Bunge: ¿Qué puede salvarse de los escombros del Neopositivismo? 


[i]   Mayer, Gustav, Friedrich Engels. Biografía, FCE, México, 1979. Hay que contabilizar la biografía de Engels y Marx, inconclusa, de August Cornu; Karl Marx et Friedrich Engels, Presses Universitaires de France, Paris, 1970; la biografía colectiva del equipo de Gemkow en la exRDA; Friedrich Engels, Editorial Cártago, Buenos Aires, 1974; la olvidada biografía intelectual de Rodolfo Mondolfo; El Materialismo Histórico en Federico Engels, Editorial Ciencia, Rosario, 1940; y trabajos biográficos sectoriales sobre Engels, como el de Steven Marcus, Engels, Manchester, and the Working Class; Norton, London, 1974, o el de H. O. Henderson; Marx and Engels an the English Workers. And other Essays, Frank Cass, London, 1989.