La biocuántica es ya una nueva ciencia y los fenómenos cuánticos en el mundo biológico nos permiten interpretar fenómenos misteriosos como la conciencia y la intuitividad trascendente que comunmente se llama "espiritualidad". El Efecto Casimir nos muestra la interactuación entre el ilógico y extraño mundo cuántico microscópico y el relativo mundo "lógico" clásico macroscópico. No es un apoyo total a la llamada "misticidad cuántica" mas sí suma un indicio más a la teoría del "Universo Holográfico" que así ya toma cuerpo teórico en lo científico. El artículo ha sido publicado en la prestigiosa y científicamente rigurosa revista Nature, traducido y publicado líbremente por Neofronteras.
Las proteínas que están en las membranas celulares  sufrirían la fuerza de Casimir y esto les permitiría comunicarse entre  sí y estimular una respuesta frente al ambiente. 
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 Somos la única especie conocida capaz de hacer que el Universo se  comprenda a sí mismo o, al menos, que lo pueda intentar. En esta  aventura en la que materia se organiza sin parar se han formado  estrellas, galaxias, nuevos elementos que no estaban presentes en el Big  Bang, planetas con y sin atmósfera, sustancias orgánicas complejas,  células, la célula eucariota, seres pluricelulares e incluso criaturas  que sueñan con que pueden pensar.   
 Posiblemente estos últimos logros biológicos se han intentado alcanzar  en muchos otros sitios del Universo sin conseguirse. El azar ha querido  que se dieran aquí. Puede que el Universo esté poblado de vida, pero  hasta ahora no tenemos absolutamente ninguna prueba de que eso sea así,  sólo la fe puede sustentarlo. Lo más seguro es que si existen otras  civilizaciones estén tan lejos de nosotros que nunca podremos entrar en  contacto con ellos, tal y como la paradoja de Fermi indica.
 Puede que incluso seamos los únicos seres medianamente inteligentes en  toda la galaxia. Si esto es así entonces la responsabilidad que recae  sobre nosotros es inmensa, pues no podemos delegar nuestro deber en  nadie más. También puede ser la única razón por la que un dios justo, de  existir, no nos elimine para siempre, ya que con nuestra estulticia  hemos obtenido suficientes puntos como ganar el castigo de nuestro  propio exterminio.
 Nuestro deber tiene que ser conseguir conocimiento, si encima éste está  salpimentado con una pizca de sabiduría mejor que mejor. Comprender el  Universo y todo lo que contiene y las leyes que lo rigen hasta entender  los procesos por los que la materia se organiza para dar lugar a lo que  llamamos vida y consciencia puede ser la más noble de nuestras tareas.  El premio es encontrar constantemente belleza por el camino.
 Decía un famoso físico que puesto que él sabía Física y las reacciones  químicas estaban controladas por leyes físicas entonces él sabía  Química. También hay un chiste que dice que un biofísico habla de  Química con los químicos y de Física con los físicos, pero que cuando se  junta con otro biofísico sólo habla de mujeres. Pero ambas posturas son  incorrectas.
 En los últimos tiempos hemos podido ver, incluso en estas mismas  páginas, que cada vez que se profundiza lo suficiente en los procesos  biológicos se pueden observar fenómenos que se creía que sólo estaban  restringidos a los laboratorios más sofisticados. Así por ejemplo, se ha  podido ver el papel de las partes más misteriosas de la Mecánica  Cuántica en el mundo biológico, como la coherencia cuántica en la  fotosíntesis, o la superposición de estados en la orientación magnética  en los ojos de algunos pájaros. La evolución habría seleccionado el  poder alcanzar tal grado de sensibilidad a los fenómenos cuánticos  porque simplemente así algunos procesos son más eficientes. Ya hay  expertos que hablan de la “Biología cuántica”.
 El último ejemplo de esta Biología cuántica nos llega de algunos físicos  norteamericanos que sostiene que en determinados procesos de las  membranas celulares está involucrada la fascinante fuerza de Casimir.
 El efecto Casimir está explicado por la Teoría Cuántica de Campos. La  Mecánica Cuántica no era lo suficientemente adecuada como para explicar  los fenómenos relativistas y los campos de fuerza, incluso cuando se  usaba la ecuación de Dirac en lugar de la ecuación de Schrödinger. Por  eso, en el pasado siglo, se desarrolló la Teoría Cuántica de Campos  (TCC), en lo que posiblemente fue el último fruto intelectual digno que  ha dado la Física hasta ahora.
 Según la TCC las partículas se pueden crear y destruir, las fuerzas  producidas por los campos se pueden explicar por un intercambio de  partículas (bosones) virtuales y el vacío no está realmente vacío, sino  que está lleno de partículas virtuales que aparecen y desaparecen sin  cesar.
 Un modelo físico puede ser tan bueno como cualquier otro hasta que las  pruebas físicas lo apoyen, entonces hay que tomarlo bien en serio.  Hendrik B. G. Casimir y Dirk Polder propusieron en su día que si hay  partículas virtuales en el vacío y disponemos dos placas metálicas  paralelas entonces las presión ejercida por los fotones virtuales del  espacio entre placas es menor que la que presión que ejercen los que  están fuera y entonces aparece una fuerza que tiende a juntar las  placas.  La predicción se pudo confirmar años más tarde cuando se pudo  medir la fuerza de Casimir en el laboratorio.
 Ahora unos físicos de las universidades de  Cornell y Michigan proponen  que las proteínas que están en las membranas celulares sufren fuerza de  Casimir y que esto les permite comunicarse entre sí y estimular la  respuesta, por ejemplo, de la célula a los alergenos como el polen.
 Según la teoría del mosaico fluido las membranas celulares están  formadas por lípidos, pero en esta capa lipídica hay proteínas que están  embebidas y que se mueven libremente a través de ella. Algunas de estas  proteínas tienen funciones esenciales, como el de hacer de bombas de  iones y así mantener el equilibrio osmótico o mantener dentro a los  electrolitos adecuados y no a otros. Hay muchas otras funciones que  pueden realizar y para cada una de ellas está la proteína específica. En  un principio se creía que la distribución de lípidos era uniforme, pero  ulteriores investigaciones demostraron que se formaban estructuras  distintivas cientos de veces más grandes que las moléculas de lípidos  individuales. Lo que no se entendía bien era de dónde venía la energía  para mantener esas estructuras.
 Sarah Veatch y sus colaboradores demostraron en 2008 que por encima de  los 25 grados centígrados la membrana de células aisladas de mamífero  está en una sola fase, mientras que por debajo de esa temperatura se  produce una separación en dos fases distintas compuestas de diferentes  lípidos y proteínas. Es decir, había un punto crítico por debajo del  cual aparecían parches fluctuantes de una segunda fase que crecían en  tamaño. Estas fluctuaciones medían varias micras de anchura y eran  visibles con el microscopio óptico. No requerían grandes cantidades de  energía (relativa) para formarse.
 Veatch, Benjamin Machta y James Sethna quisieron entender el propósito  de esta criticidad. Descubrieron que ciertas proteínas se veían atraídas  hacia una de las fases mientras que las demás lo hacía hacia la  segunda. Veatch sugiere que estas proteínas interactúantes podrían dar  lugar a un fenómeno de cascada para así trasmitir señales, como  información acerca de los componentes presentes en la vecindad celular,  desde los receptores proteicos de la membrana hasta el interior celular.  Esta información podría usarse, por ejemplo, para decidir si es un buen  momento para la división celular o si es seguro moverse hacia unos  nutrientes. Veatch cree que una de las razones por las que la membrana  tiene esta criticidad fluctuante es para facilitar los pasos previos en  el envío de señales.
 Machta ha calculado las fuerzas de Casimir entre las proteínas de la  membrana y ha encontrado, como esperaba, que estas fuerzas son  atractivas para proteínas similares y repulsivas para las que son  diferentes. Además, la energía potencial que esto proporciona es varias  veces la energía térmica de las proteínas a lo largo de distancias de  decenas de nanometros. Las fuerzas electrostáticas son más intensas,  pero son de más corto alcance, en torno al nanometro. La razón de que  esta criticidad esté tan finamente ajustada se debería a que así las  células han conseguido maximizar las fuerzas de largo alcance entre  proteínas.
 “Es sorprendente en cuántas reacciones en las células están involucradas  energías de la misma magnitud que las fluctuaciones térmicas. Creemos  que esta es la manera de que tiene la célula de ser ahorradora. ¿Para  qué pagar más?”, dice Sethna.
 Los investigadores sospechan que la existencia de estas fuerzas de  Casimir explicarían por qué las células bajas en colesterol (el  colesterol es fundamental para el funcionamiento celular y no tiene que  ver con el que nos detectan en sangre y que es un indicador de riesgo de  arteriosclerosis) no funcionan como lo deberían de hacer, pues la  retirada de este colesterol saca a la membrana fuera de su punto  crítico.
 Además, especulan que todo esto tendría un papel incluso en el  estornudo. Cuando los receptores proteicos de una célula inmunitaria  detectan un alergeno, como un grano de polen, se agregan y esto dispara  las histaminas que producen el estornudo. Sethna especula que quizás el  alergeno simplemente cambia la preferencia del receptor por una fase u  otra de la membrana.
 Este equipo de investigadores espera que el estudio sirva para obtener  aplicaciones médicas, pues los defectos en las membranas pueden  contribuir a la aparición de enfermedades como el cáncer o las  enfermedades autoinmunes, inflamatorias, etc.  “Este trabajo arroja luz  sobre cómo los lípidos pueden impactar sobre ciertos aspectos de estas  enfermedades. En el futuro imagino medicamentos que específicamente usen  a ciertos lípidos como blancos para regular la interacción entre  proteínas para así tratar enfermedades humanas”, dice Veatch. Sin  embargo, pasará tiempo hasta que semejantes aplicaciones se hagan  realidad.
 Sethna señala que los biólogos siempre tienden a explicar cómo funcionan  las células en función de un resultado de la evolución. La evolución ha  podido empujar a las células hasta alcanzar el punto crítico, pero una  vez ahí se pueden usar otras teorías para así poder explicar muchos  comportamientos sin necesidad de recurrir reiteradamente a la evolución.
 De todos modos, queda mucha investigación por hacer hasta que se acepten  estas nuevas ideas. Algún experto del campo ya señala que no está claro  que la membrana celular de un tejido se comporte de igual manera cuando  forma parte de éste que cuando se hacen experimentos con una células  estando aislada del resto. Pero si asumimos que esta teoría es cierta no  podemos por menos que admirar la belleza que entraña.
 Así que, amigo lector, si ahora se encuentra en la primavera austral y  es alérgico al polen piense que cuando estornuda unas proteínas bailan  una danza precisa ajustada por la evolución hasta el punto crítico en el  que se sienten las partículas virtuales del vacío cuántico. Procesos  semejantes pasan en cada célula de su cuerpo e incluso, y esto es una  especulación, puede que en las neuronas de su cerebro pase algo similar y  que las fluctuaciones cuánticas le permitan alcanzar una idea original,  un pensamiento profundo o un sentimiento intenso.
 Copyleft: atribuir con enlace a  http://neofronteras.com/?p=3942
 Fuentes y referencias:
 Nota en PhysicsWorld.
 Artículo original.
 Nota en Nature sobre Biología cuántica.
 Ilustración: esquema de una membrana celular, Wikimedia Commons.
Hasta no hace pocos años la biología cuántica o biocuántica era  tenida como pseudociencia. Ahora que desde esta web se publicó un  estudio riguroso que demuestra que el olfato es cuántico, que las aves  usan las fluctuaciones cuánticas para orientarse con en conjunto con el  geomagnetismo y que la fotosíntesis sigue patrones de computación  cuántica, la biocuántica está emergiendo como una nueva ciencia (lo cual  llevará a la Ecología Cuántica o ecocuántica)
 Estamos siendo testigos del surgimiento de un Nuevo Paradigma, cuya  preparación hace tiempo se iba dando desde la Filosofía Holista, la  teoría holográfica (Universo Holográfico, del recordado David Bohm) y la  Ecología (Hipótesis Gaía de Lovelock) Esta preparación ya iba dando  nuevas formas de pensamiento más abiertos y universales. Este Nuevo  Paradigma va más allá del actual Paradigma Sistémico Emergente. No lleva  ni al teísmo ni al ateismo, sino a algo distinto.
 Es realmente emocionante cuando la ciencia abre nuevos horizontes del  pensamiento y la existencia humana. Gracias por la publicación.