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Hacia Una Poesía Analéctica

Publicado también en Foros Literarios

¿Es posible crear una nueva corriente poética y artística, es decir, una nueva semiótica estética, a partir de la Filosofía De La Liberación?

Este trabajo no pretende ser un formal análisis literario concienzudo y de alta profundidad. Más bien solo busca establecer una serie de criterios generales que puedan orientar tanto al lector como al escritor (al artista en general). Pero sobre todo está hecho para el que quiera soñar nuevas utopías no ya puramente imposibles, sino muy posibles y solo imposibles en una pequeña parte.

A través de la historia el arte reflejó los valores y esperanzas de cada sociedad y su tiempo. Así la poesía tuvo su inicio en la religión y en los cantos rituales, un ejemplo es El Poema de Gilgamesh; que trata del hasta ahora actual tema de la inmortalidad y la importancia de la vida mortal, pero cuyo protagonista fue un rey sanguinario y cruel, que logró grandes victorias mediante dichos valores. La Eneida servía para ensalzar a Roma y para dar a los patricios (la clase dominante) la idea de una ascendencia ilustre y gloriosa, justificando así el ejercicio del poder y la violencia que los citados practicaban sobre los plebeyos y el resto de los pueblos conquistados.

Luego de los cantos religiosos, filosóficos y relacionados con el poder, la lucha por el poder y sus héroes (La Iliada, El Canto del Mío Cid, etc.), la poesía sirvió para relatar las historias de amor, generalmente relatos extravagantes o amores desdichados, así fueron los Romances y los poemas cantados por los Trovadores y los Juglares. La poesía y el canto estaban íntimamente relacionados, ya que la música era la forma más popular en que se difundían los versos, en los tiempos antes de la imprenta y del alfabetismo de masas.

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX la poesía se extendería más hacia otros aspectos, como el costumbrismo y el simbolismo. A partir de estas corrientes se inició una estética más relacionada con el paisaje y los elementos naturales, que fue llamada “Modernismo literario” (cuyo antecedente está en el Modernismo artístico), que tuvo su inicio, en las letras hispanoamericanas, en la obra del nicaragüense Rubén Darío. Después del modernismo se dio una eclosión de distintos tipos de poesía, la mayoría reflejos de las corrientes pictóricas del momento (cubismo, surrealismo, vanguardismo, dadaísmo, etc.) En la segunda mitad del siglo XX esta eclosión se extendería aún más, naciendo la poesía social y revolucionaria (Los Versos del Capitán, de Neruda, como un ejemplo entre muchos) fruto de la influencia del socialismo y del marxismo. Mientras, en contraste, se generaría la corriente Pop y la llamada Generación Beat, en los países desarrollados, que atacarían los tabúes y convencionalismos sexuales y culturales del momento.

Incluso se llegó a formas aberrantes que asemejaban poesías. La llamada antipoesía o ciertos poemas hiperrealistas y radicalmente existencialistas.

Más recientemente, los más profundos y avanzados estudios científicos han influido en la poética, así nace la Poesía Ecologista -comprometida con el medio ambiente- y también nacen estilos poéticos con influencia de los conocimientos científicos; una posible forma de poesía cientifista (Carl Sagan y Fritjof Capra pueden ser considerados representantes)

Parecería ser que existe un estilo poético según cada grupo o temática de interés. Pero esto es engañoso, peligrosamente engañoso. Todos los estilos poéticos actuales, sobre todo los de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, no hacen más que reflejar las condiciones presentes y determinantes de los poetas y sus lectores, en general.

Salvo las cuartetas de Michel de Nostradamus (cuya estética y simbolismo son inigualables), la poesía solo ha expresado lo que el poeta y sus lectores vivían.

DE LA TOTALIDAD A LA LIBERACIÓN ANALÉCTICA

Es razonable que un poema, para que sea popular, deba reflejar las vivencias de sus lectores y del autor (quien supuestamente sabe cantar bellamente el modo de vida de su tiempo y su sociedad) Salvo las corrientes antipoética y dadaísta, ningún estilo o corriente se ha atrevido a violentar este límite. De hecho, el violar dicha regla generalmente se paga con la impopularidad y el ostracismo editorial y comunicativo (nadie lee esos escritos que no se sabe si son poesía siquiera y que nadie o casi nadie entiende)

Pero una poesía que solo refleja la realidad, y el horizonte de hechos aceptablemente posibles de una sociedad y su tiempo, solo forman parte de la totalidad de esa realidad. Incluso queda comprendida la poesía rebelde y social, que se embandera la construcción de nuevas realidades sociales sin pobres y excluidos; ya que dicha poesía expone una lucha de poder en una determinada estructura y lenguaje de poder; exponiendo un horizonte de cambios donde solo el opresor pasa a ser oprimido y el oprimido opresor.

Lo mismo se puede observar en la mayoría de los poemas ecologistas, que en general se remiten a hacer una denuncia de la destrucción del medio ambiente o a exponer el funesto futuro que el horizonte del actual sistema ofrece.

No estaba mal como se planteaba la poesía moderna y postmoderna (existencialista-hedonista) en su momento, lo que no está bien es que forman parte de la totalidad del sistema en que se difunden o comunican. Es decir, es -en términos de Enrique Dussel y la Filosofía de la Liberación- una poesía totalizadora, una poética totalitaria. Aclarando, no se está hablando de una poesía que ensalza el poder bruto y opresor, sino que se está exponiendo como la poesía solo refleja, confirma y afirma la totalidad del sistema opresor de poder en la que está subsumida, comprendida y limitada. Desde la poesía con una erótica aparentemente rebelde, hasta la poesía de denuncia social, toda la poética solo afirma y reafirma la totalidad hegemónica de la cultura del momento. Es, en conclusión, una poética totalitarista y totalizada. De ahí que el postmodernismo deba ser superado en un transmodernismo propedéutico.

Lo que plantea la Analéctica de Dussel es radicalmente diferente. Una analéctica semiótica y poética (poíesis literaria y artística) no se limita solo a la realidad y tiempo dados (Totalidad) del autor y los lectores (emisor y receptor respectivamente) que condiciona la poética (mensaje) sino que proyecta a los anteriores a una nueva realidad que ya no es el horizonte posible e imaginado de la totalidad, sino que va “más allá” (ana) de dicho horizonte y su razón (legein)

La analéctica, en la práctica, no está limitada a un concepto cerrado o a un proceso de cambios cerrados; por tanto no tiene una definición precisa y exacta (es un término de concepto abierto) Está claro que hablar de una poesía analéctica o un “analecticismo” poético y artístico, nos obliga a pensar en una poesía jamás pensada, pero comprometida con el oprimido, el excluido, ese “otro” negado por un sistema totalitario y totalizador. Un transmodernismo, en conclusión, que permanentemente expondrá un horizonte de más allá de la simple denuncia y lucha en un sistema de poder.

Por otra parte, en Ética de la Liberación, Dussel aclara -en una ponencia- que algo liberador (por lo analéctico) no es una estructura rígida y concluida, sino que es un algo en permanente cambio (Dussel, en este sentido, afirma lo mismo que Lao Tze percibió sobre que lo único permanente es lo impermanente, fundamento del Taoísmo) Por tanto, para que una poética sea analéctica, debe necesariamente estar en permanente cambio ético-estético. En términos epistemológicos, en constante deconstrucción y reconstrucción paraconstructiva, porque debe estar más allá de la simple construcción convencional.

PRECISIONES ESTILÍSTICAS PARA UN ANALECTICISMO POÉTICO

La llamada poesía libre, o poesía dadaísta, está agotada. El contenido existencialista (escéptico pesimista) de la poesía está acabado. Este tipo de poética hunde al poeta y a sus lectores en el más oscuro rincón de la imaginación colectiva. Centrándose solo en los aspectos negativos del sistema actual de poder opresor, la poesía se vuelve positiva en la confirmación de dicho poder. Negando la capacidad de trascendencia (de que cada uno vea “más allá” de lo que es, de su existencia) niega la capacidad de transformación (trasóntica epistemológica) y termina por volcar al ser humano hacia el más triste y lúgubre inmediatismo egoísta; reforzando así la cultura consumista que está consumiendo la vida en el planeta hasta su total extinción, por guerras nucleares o devastación ecológica.

Sin esperanzas de que uno dejará algo “más allá” de su vida, el ser humano solo tiene a su más extremista ego. A ese más allá Dussel llamó “trascendentalidad interna” no en el sentido de trascendencia religiosa, sino en el de capacidad de transformación, renovación en potencia y, en este ensayo, legado y herencia inmaterial que un individuo es capaz de dejar a los otros; ello sin descartar el “más allá” espiritual clásico, pero no como algo inmutable (regido por el dios salvaje, dominador y dominador y vengativo de la mayoría de las religiones judeocristianas o politeístas, salvo algunas escasas excepciones) sino como algo donde todos los cambios son posibles y todos los sueños realizables; guiados por una entelequia transformante (razón y no razón) de pura vida y amor (sinergia esencial, creación que hace creaciones que hacen a la creación) en permanente transformación.

Si bien en Filosofía de la Liberación Dussel expresó que “El artista, el arte, exponen ante el sistema... ...lo que el oprimido ya es. Por ello su exposición es fea según las reglas y modas de la belleza vigente; pero es innovación de la coherencia formal de los signos y por ello mismo procreación de la belleza, la del nuevo orden...” (página 149, opus citado) dicho pensamiento no indica la destrucción de las formas estilísticas del arte, en sí, sino de la absurda estética de temática “puramente feliz”; en el caso de la poética, de esa poesía azucarada y empalagosa que solo trata del enamoramiento y del amor -sea en clave alegre o melancólica- ignorando que muchos de los problemas en las relaciones amorosas están causados por las relaciones de poder que crean injusticias sociales y la destrucción del medio ambiente.

Es así que, para que el poema llegue al lector, el poeta debe respetar al lector. Como dijo Borges “La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita” y las masas oprimidas y excluidas la necesitan...y mucho, sobre todo una poesía que los ayude a liberarse del estado de opresión y alienación; ese estado mental donde el oprimido apoya su opresión (el Mundo Feliz de Aldous Huxley). También necesitan de la poesía las clases privilegiadas y opresoras, sumidas en esa otra forma de alienación que es la más abyecta de las vanidades y el más atroz de los delirios de egoísmo y hedonismo (que provoca que se hundan en la drogadicción y en un estilo de vida desordenado) Convertidos en cancerberos de la humanidad y de ellos mismos, promoviendo la violencia y la guerra como sadismo sano (obligando a los oprimidos a responder en legítima defensa)

Hoy la ciencia nos indica que vivimos en un universo fractal; donde el azar es solo una mera ilusión (tal vez la muerte también, así lo está indiciando la ciencia no cientifista) y que nuestro cerebro tiene innatamente el entendimiento de musicalidad y ritmo, armonía y equilibrio. Por tanto una poética que quiera ser analéctica no desmeritará dichos conocimientos (pero tampoco los totalizará como absolutos) y los aplicará para lograr que el poema sea bello estéticamente, sin perder su sentido ético (Estética sin ética es cosmética) Tampoco dicha poética se enclaustrará en la más cerrada estética literaria, por el contrario, siendo analéctica, irá cambiando progresivamente, según las necesidades del lector y la visión del poeta, los filósofos y, sobre todo, según las necesidades de los oprimidos y excluidos del momento.

Ciertamente el surrealismo y el hiperrealismo no son estilos muy populares, pero tampoco deben descartarse, solo deben ser ubicados en un contexto temático comprometido con una ética liberadora y popular.

Lo que queda claro es que la temática de la poesía analéctica no puede ser única y repetitiva, caso contrario caería en una profunda tautología (solo decir lo que se dice por decir y que siempre se ha dicho). De ahí que dicha poesía no podría clasificarse como romántica, erótica, existencialista, social o netamente ecológica. Debe ser capaz de expresar todos estos temas en un solo poema que a su vez sea como un solo tema.

En cuanto al ecologismo, antes que solo exponer una proyección paisajística o una denuncia de destrucción ambiental, la poética analéctica nos debe permitir reinsertar al ser humano en la naturaleza como parte de la misma, pero en la reconstrucción de dicha naturaleza. Debe ir “más allá” del horizonte posible del sistema ecocida y genocida; no con la mera fantasía, sino con la imaginería de un ser humano capaz de cambiar su mentalidad y estilo de vida por otro donde ni destruya la naturaleza ni ésta lo destruya a él o, más bien, donde ambos se reconstruyan (paraconstruyan) positivamente.

El sueño de la justicia social, de la igualdad y de la extinción de toda forma de opresión se pueden manifestar no solo como denuncia o reclamo, sino como esperanza y misión posible y posibilitante. No solo se señalarían al opresor, a la opresión y al sufrimiento consecuente, sino que se indicarían los horizontes y valores que liberarían a la humanidad de los sistemas de opresión; horizontes que están “más allá” del horizonte y razón del sistema. No se trata de cantar a una sociedad utópica, sino de esperanzar en la construcción de utopías alcanzables y sucesivas; unas tras otras dirigidas a lo imposible; pero que forma una fracción de lo posible (Transmodernidad). Transversalmente, cabe señalar, en este ensayo, que ciertas filosofías y prácticas orientales (como la meditación, el Taoísmo y el Zen budismo) ayudan a tal liberación desde la conciencia humana, desde la “trascendentalidad interior”; en ello se incluye al Yoga, al Tai Chi Chuan, al Chi Kung y a toda práctica y valor que transculturalmente pueden formar parte de todas las distintas culturas del mundo.

En el intimismo, la poética debe ser trascendental, ya que la íntima realidad trasciende al individuo, así como el sistema trasciende a una sociedad, totalizando su universo. Así el poeta ayudará a mostrar a sus lectores como hasta en los más mínimos detalles, de la vida, estamos sujetos a un sistema opresor y como, desde esos detalles, podemos liberarnos de esa opresión; más aún cuando se trata de la vida amorosa.

En definitiva, no se trata de fijar una estilística fija, rígida y única para la poesía, sino que lo analéctico implica una ética temática plural (antes que una estética y estilo) donde forma y sustancia estén íntimamente relacionados. Es, si se puede, tratar de hacer filosofía con poesía vivencial, erótica, íntima y social a un tiempo.

LIMITES SEMIÓTICOS DE LA ANALÉCTICA POÉTICA

El límite de toda poesía no está tanto en el poeta como en el lector; en sus vivencias y esperanzas. He aquí la paradoja poética: ¿Cómo ir más allá del horizonte del lector sin perder al lector?

La propia analéctica trasmodernista responde: Se deconstruye el universo significativo del lector para construir nuevos significantes y significados que progresivamente van más allá de lo aceptado y entendido por el lector, el poetizado.

Siempre y generalmente se menciona a los poetas, la poesía y la poética, pero casi nunca a los poetizados (los lectores de la poesía) Son ellos el centro de los poemas, el alma de los sueños del poeta.

En la analéctica poética los poetizados no son solo los que leen poesía, sino también los que no leen (que también pueden ser llamados poetizables). Así como el Martín Fierro cantaba la vida del gaucho analfabeto; no solo para los que no eran gauchos, sino también para los propios gauchos; así también debe hacer la poesía analéctica de distintas formas, no para expresar tautológicamente el código/lenguaje degradado y alienado del poetizado, sino para guiarlo desde ese lenguaje hacia un nuevo lenguaje o uso del lenguaje liberador del sistema opresor y de la conciencia de opresión en que vive.

No se trata de simple poesía popular de protesta y reclamo, como ya se expresó, sino de promover un nuevo uso lingüístico que fomente una conciencia para la liberación. Esto tal vez exija el uso de neologismos; nada recomendados en poética popular, pero aceptables si solo se los emplea esporádicamente.

En los tiempos actuales, con el avance de las telecomunicaciones, la gran barrera para la poesía popular no es el vocabulario; ni los recursos literarios; sino la alienación y primitivismo que se promocionan con los citados medios.

A través de estos medios la cultura consumista alienante ha horadado la poca conciencia poética y filosófica de los países subyugados del tercer mundo y ha estancado el desarrollo de una cultura artística profunda de masas en países ricos. A nivel muy popular, la poesía ha quedado reducida a spots publicitarios o a canciones vacías de crítica alguna (salvo algunas excepciones raras como, en el mundo hispanoparlante, Ricardo Arjona; sin olvidar a artistas comprometidos con la música social, pero que no son tan populares)

Los niveles de primitivismo y degradación llegan a puntos tales que la televisión y otros medios llegan a promover el rechazo y el menosprecio hacia las mujeres que se niegan a transformarse en la famosa muñeca objeto desalmada y frívola (la mujer, siempre la mujer es la víctima de los sistemas opresivos y más aún en el actual sistema, que la condena a la anorexia y la sumisión al macho rico y poderoso que las puede comprar; antes que incentivar una verdadera conciencia emancipadora en ellas)

Así, en la mayoría de los países capitalistas, la poesía ha prácticamente desaparecido de la televisión de masas (salvo los pequeños y oscuros rincones de la Tv pública y por cable) No solo la poesía, sino todo tipo de verdadero arte. En su lugar la más simplista y utilitaria tecnología se impone como sofisticación de lo primitivo (del sexo degradado de los burdeles a la pésima degradación del cibersexo de videos caseros por teléfonos móviles y webcam) Así, a medida que avanza la tecnología, las sociedades se vuelven más inconscientes, inmediatistas y egoístas (irresponsables) La fórmula perfecta para la autodestrucción.

La actual degradación ambiental es la prueba de ello: Todo el mundo sabe que la civilización consumista-capitalista es insostenible y tiene cercana fecha de expiración; pero la mayoría es incapaz de renunciar a ese estilo de vida hiperconsumista y derrochador que ha establecido.

Ciertamente la poesía analéctica no puede cambiar la actual inconciencia de masas; pero puede contribuir a generar esa nueva cultura que vaya “más allá” de lo previsible por “la razón” del sistema opresivo, ecocida y autodestructivo.

Por ahora esta propuesta es preliminar, deberá ser más desarrollada y precisada con el tiempo y en la medida que poetas y filósofos (y artistas en general) vayan desarrollado una poesía y arte analécticos.

Y no será fácil,

ya lo sabemos,

pero de sueños y estelas,

rumbos y penas fraternamos

en pos de besos, tu vos tierna,

versos de pueblos liberando

selvas que invaden mil ciudades

y así volver a tus brazos,

amarnos ya desnudos hierba y canto,

lo natural respetando

y entre tu piel un nuevo Sol sin capital,

sin opresión mas libertad.

José Alejandro.

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1 comentario

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BRUTAL. Gracias por este texto.