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Ciencia y Espiritualidad

Lo Que El Corazón Quiere La Mente Se Lo Muestra

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El efecto de las palabras no dichas

 

El lenguaje del silencio
El lenguaje del silencio

Tiene 48 años. Nació y vivió en Madrid. Está casado y con tres niños. Es cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Según él, hay que ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la tolerancia.  Se puede ser muy firme con las conductas y amable con las personas. Practica el catolicismo y acaba de publicar "Madera líder" (Empresa Activa).

-Entrenar

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: Son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo.

"Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional.  Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando". Hay que entrenar esa mente.

-Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?

Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.

-¿Psiconeuroinmunobiología?

Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.

-¿De qué se trata?

-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

-¿Qué tipo de cambios?

Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

-¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?

-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir  cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

-¿Cambiar la mente a través del cuerpo?

-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente -no más razonable- llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

 

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-¿Dice que no hay que ser razonable?

Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el por qué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

 

 

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-Exagera.

Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad.

-Más recursos...

La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.

-¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?

Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".

-¿Seguro que no exagera?

No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

 

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-¿Hablamos de filosofía o de ciencia?

Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80.

-¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?

-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite:
La percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93 del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

-¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

El miedo nos impide salir de la zona de confort; tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

 

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-La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.

Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, si no sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.

-Deme alguna pista.

Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro.  El mayor potencial es la conciencia.

 

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-Ver lo que hay y aceptarlo.

Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste, persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

"Seamos el cambio que queremos ver en el mundo". ( M. Gandhi)

Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa.
Tal como es tu deseo es tu voluntad.
Tal como es tu voluntad son tus actos.
Tal como son tus actos es tu destino.

(Brihadaranyaka, Upanishad)

 

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Plegarias y Oraciones a María Rosa Mística

 

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La Espiritualidad Puede Eliminar La Predisposición Al Alcoholismo en Adolescentes, Así como Otras Adicciones

OBSERVACIÓN: Hablamos de espiritualidad, que es más que religiosidad, ya que implica vivencia permanente, mientras que la religiosidad solo abarca ciertos ritos simbólicos relacionados a dogmas y no a la plenitud de la experiencia humana. El estudio así lo suguiere.

 

La religiosidad puede anular la predisposición al alcoholismo en adolescentes

 

En jóvenes adultos no tiene el mismo efecto, señala un estudio realizado con más de 1.432 parejas de gemelos


La religiosidad puede hacer que adolescentes genéticamente predispuestos al alcoholismo no adquieran malos hábitos con la bebida. Sin embargo, este mismo efecto beneficioso no se mantiene en el caso de los jóvenes adultos. Esto es lo que señalan los resultados de un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder, con más de 1.400 parejas de gemelos y mellizos. Según los investigadores, la religiosidad supondría un factor social clave para la expresión de fenotipos vinculados al alcoholismo, al igual que lo son otros factores sociales, como el matrimonio. Por Yaiza Martínez.

 

 


Foto: genvessel. Fuente: Everystockphoto.
Foto: genvessel. Fuente: Everystockphoto.
El fenotipo es considerado, en biología y ciencias de la salud, la expresión del genotipo o contenido del genoma específico de un individuo. Esta expresión puede ser observada y analizada a través de las conductas o características de cada sujeto.

Uno de los fenotipos hereditarios es el relacionado con el consumo excesivo de alcohol. Estudios realizados en el pasado, han demostrado que la expresión de este fenotipo en concreto depende no sólo de la genética, sino también de ciertas condiciones del entorno social, como el matrimonio, el urbanismo, o la religiosidad.

Ahora, una nueva investigación, realizada por científicos de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) ha constatado que la religiosidad, en concreto, puede moderar los efectos de la herencia genética relacionada con el consumo excesivo de alcohol en el caso de los adolescentes de ambos sexos, pero no en el caso de los jóvenes adultos.

Influencia del entorno social

Tal y como explica una de las autores del estudio, la estudiante de post doctorado Tanya M.M. Button, en la revista Eurekalert , ya se sabía que “los fenotipos relacionados con el consumo de alcohol, tales como la frecuencia de consumo y la intoxicación, pueden depender del trasfondo social”.

Así, por ejemplo, se había demostrado anteriormente que las personas que viven en un entorno religioso son menos propicias a expresar fenotipos relacionados con el consumo de alcohol que los individuos que viven en entornos no religiosos.

Además, la influencia de los genes en estos fenotipos también varía en función de otros factores sociales. Un importante papel en su expresión lo jugarían los entornos urbanos; en el caso de las mujeres, la soltería, y en todos los casos la ausencia de religiosidad.

Se sabe, asimismo, que los fenotipos vinculados con el consumo excesivo del alcohol se ven condicionados negativamente por los entornos rurales, el matrimonio en el caso de las mujeres y el hecho de haber recibido una educación religiosa.

Análisis de jóvenes y adolescentes

Para comprobar cómo se desarrollaban estos fenotipos en el caso de los adolescentes y de los jóvenes adultos, Button y sus colaboradores examinaron a un total de 1.432 parejas de gemelos, que fueron clasificados en dos grupos: idénticos o monocigóticos (desarrollados partir de un único óvulo y un único espermatozoide); y gemelos dicigóticos o mellizos (procedentes de una única gestación, pero de dos óvulos y dos espermatozoides distintos).

El estudio incluyó, en total, a 312 parejas de gemelos varones idénticos, a 379 parejas de gemelas idénticas, a 231 parejas de mellizos varones, a 235 parejas de mellizas, y a 275 parejas de mellizos de ambos sexos.

Los niveles de religiosidad de todos estos individuos fueron medidos siguiendo una escala de valores religiosos, la llamada “Value on Religion Scale”..

Por otra parte, los problemas con el consumo de alcohol de los participantes se analizaron con una herramienta de uso común en Estados Unidos, el “Composite International Diagnostic Interview-Substance Abuse Module”, que contiene diversas secciones sobre características sociodemográficas, cantidad y frecuencia del consumo, problemas físicos, psicológicos y sociales; y síntomas de dependencia al alcohol, entre otras.
Anular la predisposición genética

Los resultados obtenidos demostraron que los factores genéticos podían influir más en el consumo problemático del alcohol en adolescentes no religiosos que en aquéllos con una visión religiosa mayor.

Según Button, “esta atenuación (del abuso del alcohol) en el caso de los participantes religiosos indicaría que la religiosidad ejerce una influencia lo suficientemente fuerte sobre el comportamiento de los individuos religiosos como para anular cualquier predisposición genética de éstos”.

Sin embargo, esta influencia no existe entre los jóvenes adultos religiosos, para los que la influencia genética fue un condicionante igualmente fuerte en todos los niveles de religiosidad presentados por los participantes en el estudio.

Los investigadores explican en un artículo publicado en la revista especializada Alcoholism: Clinical & Experimental Research, que esta diferencia podría tener su origen en que, en la adolescencia, se ejerce un control social mayor sobre los jóvenes que en la edad adulta. Todos los efectos constatados fueron similares para ambos sexos, afirman los científicos.

Otras sustancias adictivas

En 2003, un estudio realizado por investigadores del Albert Einstein College de la Universidad de Yeshiva, en Nueva York, arrojó resultados parecidos.

En esta investigación, fueron analizados un total de 1.182 individuos de entre 12 y 15 años aproximadamente. Su religiosidad fue medida, en este caso, siguiendo la llamada Jessor’s Value on Religion Scale.

Los resultados de los análisis demostraron una relación inversa entre la religiosidad de los jóvenes y el consumo de alcohol, pero también de otras sustancias adictivas, como el tabaco o la marihuana.

 

 

 

 

Las Supersticiones Tienen Su Influencia Subjetiva Y Objetiva


Las supersticiones realmente funcionan, según un estudio

 

Fomentan la autoconfianza, lo que a su vez propicia el rendimiento y el éxito en determinadas tareas


A menudo, las supersticiones son consideradas como irracionales e insignificantes. Sin embargo, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Colonia, en Alemania, ha demostrado que realmente funcionan: hacen que la gente rinda mejor en sus tareas, y las afronte de forma más animosa y persistente. Ésta es la primera vez que se constata que las creencias supersticiosas tienen un efecto real, que se originaría en el fomento de la autoconfianza. Por Yaiza Martínez.

 

A menudo, las supersticiones son consideradas como irracionales e insignificantes. Sin embargo, un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Colonia, en Alemania, ha revelado que verdaderamente influyen en la eficacia de ciertas acciones.

Lyssan Damish, psicólogo social de dicha Universidad y una de las autoras de la investigación, junto a sus colaboradores Barbara Stoberock y Thomas Mussweiler, sentía interés por la actitud supersticiosa de los deportistas en partidos y encuentros deportivos.

Según explica Lyssan Damish, en declaraciones recogidas en un comunicado de la revista Psychological Science, en muchos deportes se observa cómo a menudo los deportistas, incluso los más famosos, mantienen sus propias supersticiones y amuletos de la buena suerte.

Por ejemplo, el jugador de baloncesto de la NBA, Michael Jordan, llevaba siempre los pantalones cortos de su equipo universitario debajo del uniforme de los Chicago Bulls cada vez que jugaba un partido con este equipo. La FIFA ha dedicado algunos de sus informes a las supersticiones de los jugadores y de los entrenadores.

Damish pensó que las creencias supersticiosas podían influir realmente en el éxito del juego de los deportistas, al incrementar su confianza. Para comprobarlo empíricamente, la investigadora y sus colaboradores diseñaron un conjunto de experimentos en los que se activaron las creencias supersticiosas de los participantes, con el fin de constatar hasta qué punto éstas funcionaban.

Cuatro experimentos

Los científicos idearon cuatro experimentos en los que la superstición de los voluntarios fue incrementada mediante una frase, una acción (como cruzar los dedos) o un talismán de la buena suerte.

Según publica la revista Physorg, los efectos de las creencias supersticiosas fueron medidos en el rendimiento de los participantes en actividades de agilidad motora, memoria, resolución de anagramas o jugando al golf.

En el primer experimento, a los voluntarios se les entregó, bien una “pelota de golf de la suerte”, bien una pelota de golf corriente, y se les pidió que jugaran con ellas al golf. En el segundo experimento, los participantes tuvieron que realizar una tarea de agilidad motora que consistió en inclinar un cubo con una red de 36 agujeros hasta conseguir introducir en ellos 36 bolas.

En este caso, a la mitad de los voluntarios se les indicó, simplemente, que debían iniciar el juego, mientras que a la otra mitad se les dijo una frase del tipo “cruzaré los dedos por ti”.

En el tercer y cuarto experimento, los participantes llevaron talismanes de la buena suerte propios, que los investigadores les quitaron diciéndoles que los iban a fotografiar. Sólo a la mitad de los voluntarios les fueron devueltos sus talismanes, mientras que al resto se les dijo que había habido problemas con la cámara, y los talismanes debían permanecer en otra sala.

Antes de realizar la tarea del tercer experimento, a los participantes se les realizó un cuestionario para evaluar su grado de confianza y optimismo con respecto a ella. Esta tarea consistió en un ejercicio de memoria en el que los voluntarios tenían que emparejar cartas colocadas boca abajo.

En el cuarto experimento, de nuevo una mitad de los participantes pudo tener sus talismanes, mientras que la otra mitad no. También completaron un cuestionario, antes de realizar un anagrama que consistió en formar todas las palabras que pudieron a partir de un grupo de ocho letras.

 

 

La superstición funciona

Los resultados obtenidos de estos cuatro experimentos demostraron que las supersticiones, realmente, sirven para aumentar el rendimiento individual. Así, en el juego de golf aquellos participantes que tenían la “bola de la suerte” realizaron su tarea significativamente mejor que los otros.

En el segundo experimento, aquellos individuos a los que se les había dicho una frase relacionada con la buena suerte la realizaron la tarea de agilidad motora más rápido y mejor que los demás.

En el tercer y cuarto experimentos se comprobó que el rendimiento mejoraba en función de los cambios en la percepción individual de la auto-eficacia, relacionados con el hecho de tener o no los talismanes de la suerte respectivos. Estos talismanes hacían sentir a los participantes más confiados y capaces de resolver sus tareas.

Asimismo, los resultados obtenidos en el cuarto experimento demostraron que el rendimiento de los voluntarios aumentó porque sus creencias supersticiosas los impulsaron a ser más persistentes en su tarea, y a intentarla con más ahínco.

Como condiciona

Esta investigación sería la primera que constata que las supersticiones positivas afectan de manera beneficiosa al rendimiento futuro y también es la primera en demostrar que la superstición funciona incluso cuando es activada por otras personas.

El estudio aporta asimismo una explicación sobre el funcionamiento de las supersticiones. En cada caso, éstas funcionaron otorgando a los participantes mayor confianza en sus propias capacidades, lo que a su vez hizo aumentar el rendimiento de éstos, así como su ánimo y su persistencia hasta obtener el éxito deseado.

En un estudio futuro, Damisch y sus colaboradores analizarán los efectos de las supersticiones negativas, para ver como afectan éstas al empeño y al rendimiento en determinadas tareas.

Los investigadores han detallado los resultados de la presente investigación en un artículo aparecido en la revista Psychological Science, que publica la Association for Psychological Science de Estados Unidos.

Los Jóvenes En EE.UU. Ven Positiva A La Espiritualidad


Los jóvenes estadounidenses relacionan la espiritualidad con comportamientos positivos

 

 

Estudio analiza la importancia de la espiritualidad en el desarrollo de los adolescentes


Un investigador de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, está analizando la manera en que las personas jóvenes definen y practican la espiritualidad, independientemente de la religión. Los resultados obtenidos han revelado, hasta ahora, que los adolescentes definen la espiritualidad a partir de siete categorías, entre ellas, tener un propósito, tener autoconfianza o gozar de vínculos positivos con otras personas, la naturaleza y un ser superior (normalmente Dios). El estudio pretende comprender la importancia de la espiritualidad en el desarrollo de los jóvenes y si la espiritualidad puede reducir los comportamientos negativos o de riesgo de éstos. Por Yaiza Martínez.

 

Foto: Roxana Gonzalez.  Freerange
Foto: Roxana Gonzalez. Freerange
Un investigador de la Universidad de Missouri (UM), en Columbia (Estados Unidos), llamado Anthony James, está analizando la manera en que las personas jóvenes definen y practican la espiritualidad, independientemente de la religión.

El objetivo de este análisis es tratar de establecer lo que los jóvenes entienden por “espiritualidad”, para comprobar hasta qué punto esta disposición del espíritu humano resulta importante en el desarrollo de los individuos a estas edades.

Impacto de la espiritualidad

Anteriormente, otros estudios habían examinado las diferencias que se establecían entre religión y espiritualidad en el caso de los adolescentes. La investigación de James, por su parte, pretende explorar estas mismas diferencias, estableciendo cómo los jóvenes separan ambos conceptos, tanto en la práctica como en la teoría.

Según declaraciones del propio James aparecidas en un comunicado de la UM, “en última instancia, lo que pretendemos determinar es el impacto de la espiritualidad en el desarrollo positivo de los jóvenes, incluyendo en su autoestima y en sus comportamientos pro-sociales, así como si la espiritualidad reduce los comportamientos juveniles negativos o de riesgo”.

Hasta ahora, los resultados obtenidos han revelado, en general, que los jóvenes conciben la espiritualidad en términos de “conductas, sentimientos y relaciones positivos”.

Siete categorías

En una encuesta realizada por James a un grupo de adolescentes, el investigador les preguntó “¿Qué significa para ti ser una persona joven espiritual?”

Las respuestas dadas por los participantes en el estudio revelaron que los adolescentes describen el comportamiento espiritual en términos de siete categorías, relacionadas con el desarrollo personal y social. Así, para ellos, ser espiritual englobaría:

- Tener un propósito
- Mantener vínculos, incluidos aquéllos que se establecen con un poder superior (normalmente Dios), con otras personas y con la naturaleza.
- Tener una base de bienestar que incluya la alegría y la plenitud, la energía y la paz.
- Tener convicción.
- Tener autoconfianza.
- Tener el impulso de la virtud, por ejemplo, estar motivado para hacer lo correcto y decir la verdad.
Imposible de definir

Además de estas categorías, James añadió una séptima categoría: “incapaz de definir”, que incluía respuestas del tipo “no estoy seguro” o “no sé”, de los chicos y chicas que se definieron como “espirituales”, pero que no fueron capaces de explicar en qué consistía para ellos “ser espiritual”.

Esta categoría reveló que puede existir una desconexión entre la autodefinición como “individuo espiritual” y la conciencia de lo que significa “ser espiritual”.

Según James, “aunque se asume que mucha gente es espiritual, la espiritualidad no es un concepto fácil de articular y definir. A las personas les cuesta separar espiritualidad de religión, pero las diferencias entre ambas resultan importantes para comprender el comportamiento y el desarrollo individuales”.

Los resultados del presente estudio fueron presentados bajo el título "Preliminary findings on qualitative exploration of children and youth's conceptualizations of spirituality," en la 2010 Northwestern Black Graduate Student Association Conference.

Espiritualidad en niños

Una vez definida la idea que los adolescentes tienen sobre la espiritualidad, quedaría por establecer qué efecto tiene ésta en los jóvenes, algo que el estudio de James aún no ha abarcado. Lo que sí ha podido demostrarse, en cambio, es que la espiritualidad tiene un efecto positivo en los niños.

Esto fue lo que constató un estudio, realizado el año pasado por científicos de la University of British Columbia de Canadá, cuyos resultados señalaron que la espiritualidad humana favorece la felicidad infantil.

La razón sería que la espiritualidad, considerada como un sistema interno de creencias, produce el sentimiento de vivir con un sentido, estimula la esperanza, refuerza las normas sociales positivas, y proporciona una red social de apoyo, todos ellos elementos que mejoran el bienestar personal. En esta investigación participaron 761 niños, de entre ocho y 12 años.

En términos generales, se considera que la “espiritualidad” es el uso que hace el individuo del conjunto de pensamientos, conceptos, ideas, ritos y actitudes a través de las cuales se materializa una sociedad.

En lo que se refiere a la relación entre espiritualidad y religión, la espiritualidad de cada una de las religiones pone de relieve los temas que preocupan a la cultura de éstas. Las doctrinas morales, el culto y los símbolos religiosos serían los modos de acceso a la espiritualidad que usan las religiones.

 

 

La Espiritualidad Disminuyen El Stress y Ayuda a Sobrellevar La Exclusión Social

Invertimos el título del artículo porque en realidad la causa y el efecto es inverso al propuesto por el estudio. No es que la exclusión social potencia la espiritualidad y la religiosidad, sino que la espiritualidad y la religiosidad disminuyen el Stress y Sobrelleva la Exclusión Social. El estudio adolece de no utilizar más pruebas de control sobre las variables modificadas en las pruebas. Pero al menos ya expone un principio de correlación entre Espiritualidad, Stress y Exclusión Social, solo que causalísticamente errado.

 

 

La exclusión social potencia la religiosidad

 

Una investigación basada en cinco experimentos demuestra una religiosidad significativamente mayor en cristianos y musulmanes que se sienten aislados


Un equipo de científicos de la Universidad de Muchich, en Alemania, ha realizado diversos estudios en los que se ha analizado el efecto de la exclusión social en las tendencias religiosas. Los resultados obtenidos han demostrado que los sentimientos de aislamiento propician niveles significativamente más altos de afiliación religiosa. La religión podría establecerse como una solución para estas situaciones porque proporciona una comunidad para aquéllos que se adapten a la ideología grupal, explican los investigadores. Por Yaiza Martínez.

 

 

Un equipo de científicos de la Universidad de Muchich (LMU), en Alemania, ha realizado diversos experimentos en los que se ha analizado el efecto de la exclusión social en las tendencias religiosas de los humanos.

Los resultados, según publican los investigadores en un artículo aparecido en el Personality and Social Pychology Bulletin, demuestran que las personas que se sienten socialmente excluidas presentan niveles significativamente más altos de afiliación religiosa.

Por otra parte, este tipo de individuos tienden a implicarse más en comportamientos religiosos (como seguir rituales o relacionarse con otras personas religiosas) que las personas que no se sienten excluidas.

Por último, los experimentos realizados demostraron que la religiosidad puede funcionar como inhibidora del estrés, reduciendo las reacciones agresivas que puede generar la exclusión social.

Hipótesis inicial

La hipótesis inicial de la que partieron estos estudios, dirigidos por la doctora Nilüfer Aydin, del departamento de psicología de la Universidad de Munich, fue la de que a los humanos, como a otros primates, les preocupan en gran medida sus iguales y la pertenencia grupal. Esto se debe a que el aislamiento social puede conllevar consecuencias letales.

La religión podría establecerse como una solución para estas situaciones porque proporciona una comunidad para aquéllos que se adapten a la ideología grupal, e incluso ofrece la compañía de Dios u otras entidades divinas, en función de las creencias de cada religión.

En la revista Epiphenom se explica en qué consistieron los experimentos realizados por Aydin y sus colaboradores con el fin de comprobar la veracidad de esta hipótesis.

Un primer estudio fue realizado con emigrantes turcos que vivían en Alemania y que, por esa razón, se sentían más excluidos socialmente que turcos que vivían en Turquía, independientemente de su edad y riqueza.

En este experimento se comprobó que los turcos emigrantes eran más religiosos que los otros turcos, y que cuanto más excluidos se sentían los primeros, más religiosos eran.

Comprobaciones experimentales

En un segundo estudio, los investigadores analizaron a un grupo de cristianos a los que se les pidió que escribieran acerca de un momento de sus vidas en que se hubieran sentido excluidos socialmente.

Después de hacer este ejercicio, los participantes afirmaron sentirse más religiosos que otros cristianos participantes, a los que se les había pedido que escribieran acerca de un momento de sus vidas en el que se habían sentido aceptados o integrados.

En otro experimento similar, los investigadores constataron que aquellos cristianos que habían escrito sobre su exclusión social tendían más a aprobar toda una serie de comportamientos religiosos, como hablar con Dios o los encuentros con otras personas religiosas.

En un cuarto experimento, los psicólogos descubrieron que el malestar social podía relacionarse con un aumento de la religiosidad, más que con cualquier efecto de dicho malestar sobre la autoestima.
También reduce la agresividad

Por último, los científicos hicieron un experimento más: de nuevo se pidió a un grupo de cristianos que escribieran sobre la exclusión social, mientras que a otro grupo, también de cristianos, se les pidió que escribieran acerca de ser aceptados.

A algunos de los participantes se les pidió, además, que escribieran sobre religión (con el fin de que estuvieran “condicionados” por la religión durante el estudio). Posteriormente, con todos ellos se hizo una tarea aparentemente no relacionada, bajo la excusa de pedirles ayuda para otro estudio.

Dicha tarea consistió en que los participantes introdujeran sus manos en agua helada durante poco más de 30 segundos, lo que ocasiona un gran dolor. Los participantes reaccionaron ante esta prueba de formas diversas.

Aquéllos que habían escrito sobre la exclusión social se mostraron más agresivos, desahogándose con el extraño que les había pedido hacer la prueba.

Sin embargo, dentro de este mismo grupo, aquellos participantes que, además de escribir sobre exclusión, habían escrito sobre religión no mostraron ese comportamiento agresivo. Esto sugiere que la religiosidad puede servir para reducir el estrés, señalan los investigadores.

Otras ideas

Los resultados de estos estudios inciden en la idea de que la religiosidad podría ser un recurso cognitivo humano que propicia la supervivencia.

El antropólogo Lionel Tiger y el neurocientífico Michael McGuire lo han enfocado recientemente desde la perspectiva neurológica.

En su libro God’s Brain, estos científicos sugieren que la religión es un fenómeno presente y persistente en todas las sociedades humanas porque el propio cerebro crea y necesita la religiosidad, dado que ésta permite reducir el estrés propio de la vida cotidiana.

El ser humano encuentra alivio en las creencias y los rituales religiosos, lo que ayuda al cerebro a apaciguarse y, en consecuencia, a gastar menos energía y recursos, afirman Tiger y McGuire.

El doctor Andrew Newberg, especialista en el estudio de la relación entre el funcionamiento del cerebro y las experiencias místicas y religiosas de la Universidad de Pensilvania, afirma, por su parte, que la religión y las prácticas espirituales, generalmente, tienen un efecto positivo en la salud física, emocional y neurológica de la gente.