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Sociología y Psicología

El Racionalismo Puro y Simple Vuelve Más Egoísta y Violento al Ser Humano

Imagen: Portada de una versión cinematográfica de Dr. Jekyll y Mr. Hyde (fundado en la novela "El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" de 1886)

 

 

EL RACIONALISMO PURO VUELVE MÁS EGOÍSTA Y VIOLENTO AL SER HUMANO. LA CIENCIA AHORA LO CERTIFICA. EL IDEOLOGICISMO Y LAS IDEOLOGÍAS, derivadas del racionalismo, generan más conflictos que soluciones.

El racionalismo, la forma de pensamiento dominante en la humanidad, sistema de pensamiento en el que se basan la mayoría de las ciencias, vuelve al ser humano más egoísta y por tanto le permite ser más violento bajo "justas razones"

En cambio hay otra ciencia y filosofía, fundada en varios sistemas de pensamiento, que van más allá del racionalismo y el logicismo, estas nuevas formas de pensar y vivir la VIDA se engloban dentro del Paradigma Sistémico Emergente en las ciencias (pensamiento ecológico, pensamiento complejo -Morín- pensamiento débil, pensamiento trascendental, etc.) y fortalecen a la Filosofía Holista.

El estudio científico en:

El ser humano es intuitivamente cooperativo

Por el contrario, si reflexiona es más egoísta, revela una investigación

Diez experimentos realizados por investigadores de las universidades de Harvard y Yale, en Estados Unidos, han demostrado que el primer impulso de las personas es cooperar con los demás, mientras que pensar durante más tiempo conduce al egoísmo. Según los autores de la investigación, las evidencias encontradas apuntan a que el aprendizaje y la cultura tienen un papel importante en estos comportamientos.

 

Investigadores de las universidades de Harvard y Yale han puesto a prueba la generosidad humana y han llegado a la conclusión de que el primer impulso es ser cooperativo. Por el contrario, las decisiones reflexionadas llevan a un comportamiento egoísta.

“Hemos demostrado a través de diez experimentos que el primer impulso de las personas es cooperar con los demás, mientras que pensar durante más tiempo conduce al egoísmo”, ha explicado a SINC David Rand, investigador de la Universidad de Harvard y autor principal del estudio que publica la revista Nature.

Las cinco primeras pruebas sondearon el tiempo que invertía la gente en tomar sus decisiones. Los científicos vieron que aquellos que actuaban más rápido tenían una respuesta cooperativa. “Esto sugiere que la cooperación es intuitiva y automática”, asegura Rand.

Otro tipo de experimentos obligó a un grupo de personas a tomar decisiones rápidamente, y a otras, a detenerse y pensar. “Encontramos lo mismo: obligar a la gente a reaccionar rápido incrementó la cooperación, mientras que obligarlos a pensar hizo crecer el egoísmo”, añade el experto.

 

La importancia de la cultura

La prueba definitiva fue relacionar estos resultados con el pensamiento intuitivo y el reflexivo. En lugar de utilizar la velocidad de decisión, antes de decidir qué hacer, los individuos tuvieron que recordar un momento de su vida donde el razonamiento intuitivo o el reflexivo les hubiera resultado satisfactorio.

“Estamos hablando de situaciones en las que existe una tensión entre lo que es mejor para el individuo y lo que es mejor para el grupo. Por ejemplo, agrupamos a los sujetos de cuatro en cuatro y les ofrecimos un poco de dinero para que cada individuo eligiera cuanto se guardaba para sí mismo, y cuanto para contribuir con un proyecto común”, apunta Rand.

Los autores no han investigado si este tipo de cooperación humana es ‘innata’ al individuo. Según el investigador, la evidencia encontrada apunta a que el aprendizaje y la cultura tienen un papel importante en este comportamiento.

Actualmente Rand colabora con psicólogos del desarrollo y primatólogos para saber si este tipo de conducta social humana se reproduce en otras especies.

 

El Ser Humano Busca Más Justicia Que Venganza

El siguiente estudio ha indiciado que el ser humano busca más justicia que venganza a la hora de castigar las conductas de aprovechadores de los sistemas de cooperación sociales. Esto contradice la filosofía y ciencia pesimista e individualista. Al parecer este estudio se suma a otros que indican que es innato en el ser humano buscar valores trascendentes que lo guíen.

 

 

 

¿Es el castigo venganza o justicia?

Área: Psicología — Jueves, 19 de Julio de 2012

 

Según un estudio la venganza no estaría detrás del castigo hacia los aprovechados, sino la justicia.

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Últimamente se han publicado estudios sobre cooperación y cómo incentivarla. Casi todos estos estudios tratan de analizar el papel del castigo en este tipo de relación humana.  
Como individuos somos egoístas, pero si cooperamos todos salimos ganando. No obstante, si dentro de una sociedad cooperativa hay individuos aprovechados entonces éstos son los que más salen ganando, hay un incentivo intrínsecos hacia la “deserción” (es la palabra técnica usada en teoría de juegos para ese caso). El castigo por parte de los demás es la manera de tratar de evitar la proliferación de aprovechados. Lo malo es éste siempre tiene un coste para el que lo aplica, sea un individuo o toda la sociedad.
Aunque el castigo hacia el aprovechado implica un gasto inicial, ese gasto puede verse como un inversión para que los aprovechados cooperen en interacciones futuras. Esto tendría un papel importante a la hora de mantener la cooperación en las sociedades humanas.
En los experimentos de comportamiento que tratan de analizar este tipo de aspectos se ha podido comprobar que los jugadores están dispuestos a castigar a los aprovechados a costa de pagar un precio. El juego del ultimátum, por ejemplo, muestra claramente que preferimos castigar al repartidor a costa de nuestras futuras ganancias si consideramos que el reparto que hizo él no es justo.
Incluso se ha podido comprobar por resonancia magnética nuclear que al que aplica castigo en este tipo de contextos se le activan las zonas del cerebro relacionadas con el placer. Da la impresión de que nacemos con una capacidad para apreciar la justicia y con la necesidad de castigar comportamientos injustos incluso cuando la aplicación de castigo tiene un coste individual para nosotros. Este último aspecto contradice lo mantenido por los economistas tradicionales que sólo consideran aspectos absolutamente racionales en las transacciones económicas en las que sólo se tiene en cuenta el interés propio, pero tiene lógica a la luz de la teoría evolutiva, pues la sociedad humana no hubiera aparecido si algunos aspectos del fomento de la cooperación no fueran genéticos.
Pero se nos plantea una pregunta en este punto. A la hora de aplicar un castigo ¿nos mueve la justicia o la venganza? Hasta ahora se creía que era más bien la venganza la que nos motiva, pero no todos están de acuerdo.
Ernst Fehr y Klaus Schmidt mantuvieron en un trabajo de 1999 que lo que motiva el castigo hacia los aprovechados es la aversión a la desigualdad. Hipotetizaron que ese comportamiento es esencial para la cooperación y que es distinto del deseo de venganza o de “reciprocidad” según el término técnico. Pero no es fácil discernir entre ambos casos, tanto en el mundo real como en los experimentos, así que esto ha sido una cuestión debatida desde entonces.
Nichola Raihani (University College London) y Katherine McAuliffe (Harvard University) han realizado unos experimentos de Psicología Social y llegan a la conclusión de que lo que nos mueve es la justicia y no la venganza. Al parecer, el criterio que se tiene a la hora de aplicar o no el castigo es si la ganancia del aprovechado es superior o no a la ganancia propia.
¿Castigaría a un ladrón que le roba 10 euros porque el acto le cuesta 10 euros o porque él termina con 10 euros más que usted? En una sociedad en donde mucha gente defrauda, ¿castigaría a los demás sólo por defraudar o únicamente cuando defraudan más que usted?
Para estudiar las motivaciones que están detrás de la aplicación del castigo en las relaciones humanas este equipo de investigadores diseño un experimento para ver si el castigo por parte de los humanos se inicia por un deseo de reciprocidad en las pérdidas o por una aversión hacia las ganancias desiguales.
“En estudios previos se había mostrado que el castigo estaba motivado por emociones negativas. Sin embargo queríamos saber precisamente qué hace que la gente quiera castigar a los aprovechados”, dice Raihani. “¿Está el castigo exclusivamente motivado por el deseo de venganza o los individuos juzgan si los aprovechados terminan con más ganancias que ellos para inclinarse por el castigo?”
Aunque las emociones negativas motivan el castigo, no está aún claro por qué estas emociones se producen durante las interacciones con los aprovechados. Una posibilidad para este comportamiento podría ser que las víctimas del engaño experimentan emociones negativas porque el engaño viola las normas de cooperación dentro de la sociedad, de este modo se imponen pérdidas sobre los compañeros cooperativos.
Esclarecer los motivos que motivan el castigo de los aprovechados puede proporcionar ayudar a comprender la función última de castigo punitivo en humanos y, más específicamente, el castigo destinado a promover el comportamiento justo en lugar de simplemente disuadir a los congéneres que se vean tentados a engañar. El conocimiento adquirido podría decirnos mucho acerca del los contextos donde es más probable que se implemente el castigo y además dónde puede ser más efectivo.
A los sujetos se les asignó dos papeles y entonces se distribuía dinero según una de tres maneras posibles. Se encontró que los humanos somos más sensibles a la desigualdad que a las pérdidas cuando se decide si se castiga o no a un compañero de juego aprovechado.
Reclutaron 560 voluntarios para realizar una tarea de intercambio comercial a través de una aplicación en Internet. En una primera ronda a unos se les asigno ser aprovechados y a otros ser engañados. Se formaron parejas que jugaban en tres escenarios distintos.
En el primero el compañero aprovechado empezaba con una cantidad de dinero significativamente menor que el otro. El compañero aprovechado podía elegir robar 20 céntimos, pero esto no incrementaba su fortuna lo suficiente como para igualar a la de compañero.
En el segundo escenario el dinero era distribuido de tal manera que si el aprovechado robaba esos 20 céntimos entonces igualaba la riqueza del mismo.
En el tercer escenario el robo de esos 20 céntimos permitía al aprovechado exceder la cantidad de dinero del compañero robado.
Entonces el compañero robado tenía después la oportunidad de pagar 10 céntimos para castigar al aprovechado.
Los resultados fueron interesantes. En los dos primeros escenarios del experimento la misma proporción de compañeros robados optaron por el castigo del aprovechado pagando ese dinero extra. Incluso algunos pagaron ese precio para castigar a compañeros que en la primera ronda habían decidido no aprovecharse (esto definía una “línea base de comportamiento horrible” según Raihani).
Pero en el tercer escenario, cuando el aprovechado terminaba con más dinero que el engañado, el número de engañados que optaron por castigar fue el doble que en los escenarios anteriores.
Raihani dice que esperaba obtener el resultado opuesto y que dicho resultado apoya la hipótesis del sentido de lo justo en lugar de la hipótesis que aboga por la idea de que lo que motiva el castigo es el deseo de satisfacer un “toma y daca”.
Pero, por otro lado, Herbert Gintis (Instituto Santa Fe) afirma que un fallo en este estudio hace imposible descarta la posibilidad que los participantes engañados busquen venganza. Según él la gente castiga una mala intención y, a pesar de que los participantes eran anónimos en un juego computacional, todos los jugadores engañados sabían que sus compañeros eran personas reales que intentaban hacerles daño. Según este otro investigador, la única manera de descartar la “reciprocidad” (venganza) como factor motivador sería añadir un grupo de control en el que los aprovechados fueran programas de ordenador en lugar de personas.
Ernst Fehr es más positivo respecto a este estudio, según él los datos parecen buenos y muestran que la desigualdad en las distribución de las ganancias tienen un fuerte efecto sobre la decisión de la gente a la hora de castigar o no. Aunque está de acuerdo con Gintis que el trabajo no descarta por completo la influencia de la reciprocidad y que el uso de un grupo de control computacional sería la mejor manera de arrojar algo de luz sobre el asunto. Si la gente castiga a un ordenador de la misma manera que castiga a los humanos aprovechados se tendría la prueba definitiva.
Al parecer ambos expertos proponen esa variante del experimento en serio.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3885

Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Notiica en Sciecne.
Artículo original.

 

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Se Evoluciona Más en La Cooperación y Solidaridad Que En La Competición y El Egoísmo

 

 

 

La cooperación potencia el desarrollo de la inteligencia

 

 

 

 

Modelos computacionales y organismos artificiales demuestran, por vez primera, una relación entre la interacción social y el aumento del cerebro

Desde la década de los 70 del siglo XX se cree que la presión de las interacciones sociales pudo propiciar el desarrollo del cerebro, dado que los animales más sociales son también los que tienen un cerebro mayor. Ahora, un equipo de investigadores ha conseguido demostrar por vez primera que esto es cierto. Para hacerlo, utilizaron modelos computacionales de organismos artificiales, con cerebros también artificiales. Estos cerebros comenzaron a desarrollarse y a crecer, a partir de la cooperación entre organismos en el contexto de juegos clásicos, diseñados para reflejar situaciones de la interacción social. Por Yaiza Martínez.

 


Fuente: Trinity College Dublin.
Fuente: Trinity College Dublin.
Los altos niveles de inteligencia de humanos, de otros primates, de ciertos cetáceos y de algunos pájaros siguen siendo un rompecabezas clave para la biología evolutiva, la antropología y la psicología.

En este sentido, durante mucho tiempo, se ha sostenido que las interacciones sociales proporcionaron la presión necesaria para el avance de las habilidades cognitivas. Por ejemplo, la llamada “hipótesis de la inteligencia social” sugiere que las elevadas capacidades cognitivas de algunos primates fueron estimuladas por redes de relaciones sociales mantenidas durante generaciones.

Ahora, un equipo de investigadores del Trinity College Dublin ha conseguido demostrar por vez primera que la evolución de la inteligencia y el aumento del tamaño del cerebro pueden ser potenciados por la cooperación y el trabajo en equipo. Los resultados de su estudio han aparecido publicados en la revista Proceedings of the Royal Society.

Cómo lo hicieron

La demostración se hizo de la siguiente forma. El estudiante de doctorado Luke McNally y el profesor Andrew Jackson, ambos del Trinity College Dublin, en colaboración con Sam Brown, de la Universidad de Edimburgo, desarrollaron modelos computacionales de organismos artificiales, dotados con cerebros también artificiales.

Estos organismos jugaron unos con otros a juegos clásicos creados para reflejar situaciones de la interacción social, como el “dilema del prisionero”, un problema fundamental de la teoría de juegos.

Según publica el Trinity College Dublin en un comunicado, en la simulación, los científicos usaron 50 cerebros simples (modelos de redes neuronales), cada uno de ellos con hasta 10 procesadores internos y 10 nodos de memoria asociados.

Los juegos fueron considerados como una competición y, de la misma forma que en la vida real se favorece a los individuos exitosos, los mejores de estos organismos digitales (definidos por sus puntuaciones en los juegos) fueron castigados en menor medida, por el tamaño de sus cerebros, y se les permitió reproducirse y aumentar la siguiente generación de organismos.
De este modo, permitiendo a los cerebros de los organismos digitales evolucionar libremente en sus modelos computacionales, los investigadores pudieron demostrar que la transición a una sociedad cooperativa propicia una selección más potente de los cerebros mayores.

Además, los cerebros más grandes, esencialmente, desempeñaron mejor sus funciones a medida que se incrementaba la cooperación.

Según escriben los científicos en Proceedings of the Royal Society, el modelo de red neuronal artificial permitió demostrar “que la selección de decisiones eficientes en los dilemas cooperativos puede ser una fuente de presión para que se desarrollen habilidades cognitivas mayores”.

Y añaden: “Los organismos digitales comenzaron a evolucionar hacia cerebros más complejos cuando sus sociedades empezaron a desarrollar la cooperación”.

Entonces emergieron espontáneamente estrategias sociales de los cerebros más grandes y más inteligentes, que desarrollaron una memoria compleja y una mayor capacidad de toma de decisiones en el proceso de los juegos.

Inteligencia artificial para comprender nuestros orígenes

La idea de que las interacciones sociales subyacen a la evolución de la inteligencia existe desde mediados de los años 70 del siglo XX, respaldada por el hecho de que los cerebros más grandes son los de los animales más sociales.

Pero la presente investigación proporciona la primera evidencia de la existencia de una relación entre las interacciones sociales y la evolución de la inteligencia.

El estudio señala, asimismo, la utilidad de los modelos evolutivos de inteligencia artificial para dar respuesta a cuestiones biológicas fundamentales sobre nuestros propios orígenes.

Esto es posible porque dichos modelos combinan los conceptos teóricos sobre evolución con redes neuronales artificiales, con el fin de probar que existe una verdadera relación causa-efecto entre ambos factores.

Gracias a ellos, se ha podido explicar el “extraordinario nivel de inteligencia que define al género humano y lo diferencia del resto de organismos del reino animal”, afirma Luke McNally, una inteligencia “que nos ha permitido desarrollar las artes, la ciencia y el lenguaje”.

El Corazón Predice Mejor Que El Puro Intelecto

Los místicos siempre lo supieron, hoy la ciencia lo corrobora.

 

Las personas que confían en sus sentimientos predicen mejor el futuro

Científicos descubren un “oráculo emocional” que ayuda a sintetizar información y a adivinar con mayor exactitud lo que va a suceder

Un estudio realizado por investigadores de la Columbia Business School de Estados Unidos ha revelado que las personas que confían en sus sentimientos hacen predicciones más exactas sobre eventos futuros que las personas que no se fían de sus emociones. La razón radica en que los sentimientos constituyen una “ventana privilegiada” con la que sintetizamos toda la información o el conocimiento recopilado, de manera consciente e inconsciente, acerca del mundo que nos rodea. Gracias a esta síntesis, el futuro puede dejar de ser indescifrable, aseguran los autores de la investigación. Por Yaiza Martínez.

 


Fuente: PhotoXpress.
Fuente: PhotoXpress.
Las personas que confían en sus propios sentimientos hacen predicciones más exactas sobre cualquier tipo de eventos futuros que las personas que no se fían de sus emociones.

Al menos esto es lo que sugiere una investigación realizada por los científicos de la Columbia Business School, de Estados Unidos, Michel Tuan Pham y Leonard Lee, en colaboración con el profesor de administración empresarial de la Joseph M. Katz Graduate School of Business de la Universidad de Pittsburgh, Andrew Stephen.

Según publica la Columbia Business School en un comunicado, los investigadores llevaron a cabo ocho estudios en los que se pidió a los participantes que predijeran varios hechos futuros, como quién sería candidato presidencial del partido demócrata estadounidense en 2008 o el éxito de taquilla de diversas películas.

Otras predicciones solicitadas fueron determinar el ganador del American Idol, un concurso musical muy famoso en el país retransmitido por la cadena FOX; los movimientos del índice Dow Jones, el equipo ganador del campeonato de fútbol universitario e incluso el clima.

A pesar de la amplia gama de eventos y horizontes de predicción (en términos del momento en que los hechos a predecir se producirían), los resultados de los ocho estudios revelaron, de manera consistente, que las personas que confiaban más en sus sentimientos eran más propensas a predecir de manera correcta el futuro, en comparación con las personas que no confiaban en sus emociones.

Efecto oráculo emocional

Los investigadores, que han bautizado ya esta capacidad como “efecto oráculo emocional”, aplicaron dos métodos distintos para manipular o medir la confianza de los participantes en sus propios sentimientos, a la hora de hacer predicciones.

En algunos de los ocho estudios, el método empleado fue un estándar de tratamiento de la “confianza en los sentimientos” originalmente desarrollado por el propio Michel Pham a partir de los hallazgos previos de otro investigador, el psicólogo de la Universidad de Michigan, Norbert Schwars.

Schwarz es el autor de una teoría, conocida como hipótesis de “sentimientos-como-información”, que hoy día está considerada una de las más influyentes explicaciones sobre las consecuencias cognitivas de los afectos. Según este psicólogo, cuando la gente hace juicios sobre un tema, confía en sus emociones como diagnosticadoras de información sobre dicho tema, lo que da lugar a juicios a menudo acertados, y a veces erróneos.


Michel Tuan Pham. Fuente: Columbia Business School.
Michel Tuan Pham. Fuente: Columbia Business School.
En el resto de los experimentos, Pham y sus colaboradores simplemente midieron la manera en que los participantes confiaban en sus sentimientos en general, a la hora de hacer sus predicciones.

Independientemente del método utilizado, los participantes que confiaban en sus emociones predijeron con mayor exactitud el futuro, que los voluntarios con escasa confianza en sus sentimientos, y también que otras personas de un grupo de control.

Ejemplos de superioridad predictiva

Por ejemplo, en uno de los estudios se les preguntó a los voluntarios por la “carrera” electoral que en 2008 enfrentaba a Clinton y Obama, como candidatos a la presidencia de Estados Unidos.

En este caso, los participantes que confiaban en sus emociones predijeron correctamente que las elecciones las ganaría Obama en un 72% de los casos. En el grupo de personas que no confiaban en sus sentimientos, el porcentaje de aciertos fue del 64%.

En el caso de la predicción del ganador del concurso American Idol, los voluntarios que confiaban en sus emociones acertaron en un 41% de los casos, mientras que las personas que no confiaban en sus sentimientos acertaron tan sólo en un 24% de los casos.

Por último, cuando se les preguntó a los participantes por los niveles futuros del índice bursátil Dow Jones, aquéllos que confiaban en sus emociones acertaron en sus predicciones un 25% más que el resto de los encuestados.

La causa: una ventana privilegiada

Según los autores de la investigación, existe una explicación para este “efecto oráculo emocional”. Concretamente, Pham ha elaborado una teoría propia, a la que ha bautizado como “hipótesis de la ventana privilegiada”.

En el comunicado de la Columbia Business School, el científico explica dicha hipótesis de la siguiente forma: “Cuando confiamos en nuestros sentimientos, éstos sintetizan todo el conocimiento y la información que hemos recopilado de manera consciente e inconsciente sobre el mundo que nos rodea. Es este conocimiento acumulado, que nuestros sentimientos sintetizan para nosotros, lo que nos permite hacer mejores predicciones. En cierto sentido, nuestras emociones nos proporcionan el acceso a una ventana privilegiada de conocimiento e información, una ventana que queda bloqueada cuando empleamos una forma de razonamiento más analítica”.
En concordancia con esta teoría, los investigadores señalan que, por tanto, es necesaria cierta cantidad de conocimientos relevantes para hacer predicciones exactas sobre el futuro.

Esto fue constatado en un momento de la investigación, cuando se les pidió a los participantes que adivinaran qué tiempo haría. Aunque de nuevo fueron mejores prediciendo el clima los voluntarios que confiaban en sus emociones que el resto de participantes, esta superioridad sólo se dio cuando se les preguntó por el tiempo en su región, y no cuando se les pidió que adivinaran el clima de Pekín o de Melbourne.

Según Leonard Lee, esta incapacidad para predecir se debe a que los voluntarios no poseían conocimientos básicos que les pudieran ayudar a adivinar lo que sucedería, por más que confiaran en sus emociones.

Como conclusión, los investigadores afirman que, con una base de conocimientos apropiada y si aprendemos a confiar en nuestros sentimientos, el futuro no resultará totalmente indescifrable.

Los resultados de esta investigación aparecerán próximamente publicados en el Journal of Consumer Research, y han sido presentados este mismo mes de febrero en las jornadas Ideas at Work organizadas por la Columbia Business School.

Genes Y Conducta Antisocial

 

Los comportamientos antisociales tienen un componente genético

Nuevos estudios analizan el papel del ADN y del entorno en el castigo físico, la violación, el acoso y el cociente intelectual

¿Qué papel juegan la genética y el entorno en el desarrollo de los comportamientos antisociales y criminales? Aunque la respuesta no está clara y aún queda mucho por investigar y comprender, los resultados de varios estudios recientes dentro del campo de la investigación biosocial sugieren que existiría un condicionamiento genético que predispone a desarrollar la agresividad o la tendencia al acoso, entre otras actitudes. En estas investigaciones se hace patente asimismo la importancia de la combinación de genética y ambiente, como potenciadora de cualquier tipo de comportamiento. Por Yaiza Martínez.

 


Estructura de un ADN en cuádruplex. Fuente: Wikimedia Commons.
Estructura de un ADN en cuádruplex. Fuente: Wikimedia Commons.
¿Qué papel juegan la genética y el entorno en el desarrollo de los comportamientos antisociales y criminales? La respuesta no está clara y aún queda mucho por investigar y comprender. En el año 2002, el psicólogo de la University of Southern California (USC) de Estados Unidos, Adrian Reine, especializado en los mecanismos cerebrales que predisponen a estos comportamientos, señalaba ya en un artículo aparecido en PubMed, la necesidad de profundizar en el conocimiento de la combinación de los factores sociales y biológicos que influyen en las actitudes violentas.

Los estudios de Reine y de otros científicos se enmarcarían en el campo de la investigación biosocial, un método multidisciplinal de análisis de los comportamientos antisociales y criminales, que incluye aspectos de la genética del comportamiento, de la neurociencia, de la biología evolutiva y de la psicología del desarrollo. Además, esta metodología incorpora diversas técnicas analíticas.

En definitiva, aunque durante siglos los especialistas han señalado el papel que los factores biológicos juegan en la formación del comportamiento humano, la incorporación de las ciencias biológicas al estudio de los comportamientos criminales es aún una práctica reciente, en continuo desarrollo.

La genética y el efecto del maltrato

En este campo es en el que trabaja Brian Boutwell profesor del College of Criminal Justice de la Sam Houston State University (SHSU) de Estados Unidos. Boutwell es además psicólogo y criminólogo, y está especializado en la genética del comportamiento y en el estudio de la influencia del entorno y de los factores genéticos en el comportamiento antisocial.

Según publica la SHSU en un comunicado, en sus últimos estudios, Boutwell ha examinado el castigo físico, la violación, el acoso y el cociente intelectual.

En un artículo publicado recientemente por Boutwell y sus colaboradores en la revista Agressive Behavior, los investigadores explican los resultados obtenidos en uno de sus análisis, que se centró en la relación entre los factores genéticos de riesgo para el comportamiento antisocial y el uso del castigo físico en los niños.
Investigaciones previas habían asociado el castigo físico infantil con la propensión de las víctimas a la agresividad, la psicopatología y la criminalidad. Boutwell analizó porqué, sin embargo, no todos los niños que son físicamente maltratados desarrollan estas tendencias antisociales.
Los resultados obtenidos en su estudio, realizado en colaboración con los investigadores Courtney Franklin (SHSU), J.C. Barnes (de la Universidad de Texas en Dallas) y Kevin M. Beaver (de la Florida State University) sugieren que ciertos factores genéticos determinarían el efecto del maltrato en el comportamiento antisocial.

Más concretamente, los niños con una predisposición genética al comportamiento antisocial parecen ser los más sensibles a las influencias negativas del castigo físico. Como curiosidad, esta interacción entre genes y ambiente resultó ser especialmente importante en el caso de los varones, y no de las niñas estudiadas.

En este caso, los investigadores analizaron el peso de la variable genética en el desarrollo de los comportamientos antisociales a partir de datos de una muestra nacional representativa de parejas de gemelos, explican los autores del estudio en Agressive Behavior.

Otros comportamientos genéticamente condicionados

Boutwell también ha examinado la relación entre los delincuentes reincidentes y las violaciones. Partiendo de la teoría del desarrollo propuesta en 1993 por la especialista en ciencias del comportamiento de la Universidad de Duke, Terrie Moffit, Boutwell constató en otro estudio que las personas que pertenecen al pequeño grupo de población que presenta agresividad crónica son significativamente más propensas a la violación, y cometen estos actos repetidamente a lo largo de su vida.

A partir de estos resultados, y de resultados obtenidos en estudios anteriores, los investigadores sugieren que el origen de las violaciones, en parte, podría ser genético. Boutwell y sus colaboradores pretenden desarrollar nuevas investigaciones a este respecto, para probar esta relación específica entre genética y comportamiento.

Por otro lado, en otro estudio en curso, realizado con los colaboradores de la SHSU, Matt Nobles y Todd Armstrong, Boutwell está examinando las correlaciones genéticas y ambientales de los comportamientos de acoso.

Brian Boutwell. Fuente: SHSU.
Brian Boutwell. Fuente: SHSU.
Los datos a analizar han sido tomados de una muestra de estudiantes matriculados en los cursos de justicia criminal de la SHSU. Los científicos han realizado cuestionarios a los participantes en los que se incluyeron preguntas sobre factores ambientales, de comportamiento y demográficos, y se están evaluando las actitudes de acoso, violencia hacia la pareja e implicación en las relaciones personales de los estudiantes.

Por otro lado, para la investigación se han recopilado, a través de la mucosa bucal de los voluntarios, muestras de las células de ADN de sus mejillas. A partir de estas muestras, los científicos analizarán aquellos genes que podrían estar relacionados con la tendencia a acosar a otras personas.

Por ultimo, Boutwell y sus colaboradores están estudiando el vínculo entre la genética, el comportamiento social y la inteligencia. Los descubrimientos realizados hasta ahora en esta dirección han demostrado que existe una relación entre los factores de riesgo genéticos que se corresponden con un comportamiento antisocial incrementado y una función cognitiva reducida.

Mitigación ambiental

Recientemente, hablamos en Tendencias21 de otra investigación que también había relacionado el mal comportamiento con los genes. Realizado en la Virginia Commonwealth University de Estados Unidos, este estudio reveló que un gen particular, el CHRM2, influiría en los comportamientos peligrosos que desarrollan algunos adolescentes.

La influencia de este gen en el comportamiento de los jóvenes estaría, sin embargo, condicionada por las actitudes de los padres. En concreto, la investigación demostró que la atención paterna y materna (el grado de conocimiento que los padres tienen acerca de lo que sus hijos hacen) es un moderador clave del grado de influencia de las predisposiciones genéticas hacia ciertas actitudes perniciosas.

En este caso, los investigadores analizaron a 450 voluntarios, su comportamiento desde la escuela infantil y hasta la adolescencia. Además, tomaron muestras de ADN de todos ellos. Según los autores del estudio, los resultados obtenidos demuestran que el comportamiento es una combinación de predisposición genética e influencia ambiental y que, por tanto, el riesgo de desarrollar actitudes nocivas por predisposición genética puede mitigarse.

Los Humildes Son Más Sensibles Socialmente

 

Los individuos de clase baja empatizan más con el sufrimiento ajeno

El estatus socioeconómico define culturas sociales más cooperativas o más individualistas, revela un estudio

Una investigación realizada por científicos de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, ha revelado que las personas que pertenecen a clases socioeconómicas más bajas sintonizan más con el sufrimiento ajeno, incluso a nivel fisiológico, y expresan mayor compasión hacia los demás que los individuos pudientes. Los autores del estudio señalan que estos resultados, obtenidos en tres experimentos realizados con 300 personas, sugieren la existencia de culturas distintas (más cooperativas o más individualistas) en las diversas clases sociales. Por Yaiza Martínez.

 

Una investigación realizada por científicos de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley), Estados Unidos, ha revelado que las personas que pertenecen a clases socioeconómicas más bajas sintonizan más con el sufrimiento ajeno, incluso a nivel fisiológico, y expresan mayor compasión hacia los demás que los individuos pudientes.

El estudio constató que personas de clase media alta y de clase alta fueron menos capaces de detectar y de responder a las muestras de angustia de otros individuos.

Asimismo, en general se estableció que el estatus socioeconómico está relacionado con el nivel de empatía y de compasión que demuestra la gente ante situaciones con carga emocional.

 

Diversas clases, culturas distintas

Según declaraciones de la directora del estudio, la psicólogo social de la UC Berkeley, Jennifer Stellar, recogidas en un comunicado de dicha universidad: “Esto no significa que las personas de clase alta no tengan empatía, solamente no son expertas en reconocer los indicios y las señales del sufrimiento ajeno, porque no han tenido que lidiar con demasiados obstáculos en sus propias vidas”.

Los hallazgos de Stellar y sus colaboradores desafían los resultados de estudios previos en los que se había señalado que la gente de clase baja es más propicia a la ansiedad y la hostilidad en situaciones adversas.

Stellar señala que: “Estos nuevos resultados indican que existe una cultura de la compasión y de la cooperación entre los individuos de clases bajas, que podría surgir de las amenazas a su bienestar que éstos padecen”.

La investigadora señala que los hallazgos no deberían acentuar la lucha entre clases, sino ayudar a comprender la diversidad cultural correspondiente a las distintas clases sociales.

Así, el estudio sugiere que las personas de estatus socioeconómico más bajo serían más cooperativas, mientras que los individuos de clase alta, al estar más centrados en sí mismos por haber crecido con mayor libertad y autonomía, se desenvuelven mejor en entornos individualistas y competitivos.

Altos niveles de compasión

Para la investigación, Stellar y su equipo analizaron a más de 300 estudiantes universitarios adultos, pertenecientes a distintas etnias. Los participantes fueron divididos en tres grupos, para la realización de tres experimentos distintos.

La identificación de la clase social de cada voluntario (clase baja, clase media baja, clase media, clase media alta o clase alta) fue definida a partir de los ingresos y de la educación de sus padres.

 

Jennifer Stellar. Fuente: UC Berkeley.
Jennifer Stellar. Fuente: UC Berkeley.
En el primer experimento, se evaluó la frecuencia y la intensidad con que 148 de los estudiantes experimentaban emociones como alegría, satisfacción, orgullo, amor, compasión, diversión y temor.

Además, los participantes informaron su grado de acuerdo con frases como “cuando veo a otra persona sufriendo o pasando necesidades, siento una urgencia poderosa de cuidarla” o “a menudo me doy cuenta de que alguien necesita ayuda”.

En este experimento, se constató que la compasión fue la única emoción positiva informada a niveles más altos por los participantes de clase baja.

Empatía y ritmo cardiaco

En un segundo experimento, se mostró a un grupo de 64 participantes dos vídeos. Uno de ellos era instructivo, sobre construcciones. El otro era un vídeo con carga emotiva, que versaba sobre familias enfrentadas al desafío de tener un hijo enfermo de cáncer.

Todos los participantes permanecieron indiferentes ante el video instructivo, e informaron que se sentían tristes al ver el video de las familias. Sin embargo, los estudiantes de clases más bajas fueron los que informaron de mayores niveles de compasión y empatía hacia los protagonistas de las historias.

En este caso, los investigadores también monitorizaron el ritmo cardiaco de los participantes cuando éstos veían ambos vídeos. Las mediciones demostraron que el ritmo cardiaco de los estudiantes de clases más bajas se había reducido más que en el resto de individuos.

A este respecto, Stellar explica: “Podría asumirse que ver a otra persona sufrir provoca estrés y un aumento del ritmo cardiaco. Pero hemos descubierto que, cuando se siente compasión, el ritmo cardiaco se reduce, como si el cuerpo se calmara a sí mismo para cuidar de otra persona”.

Primer paso hacia la respuesta compasiva

Finalmente, en un tercer experimento, se dividió aleatoriamente a 106 participantes por parejas y se les pidió que se enfrentaran entre ellos en entrevistas falsas para la obtención de un puesto de director de laboratorio.

Para fomentar el nivel de estrés de las entrevistas, se le dijo a los estudiantes que aquéllos que lo hicieran mejor ganarían además un premio en metálico. Las declaraciones de los participantes tras las entrevistas demostraron que los individuos de clases más bajas percibieron que sus rivales habían sufrido gran cantidad de estrés, ansiedad y ofuscación durante el experimento. Como resultado, estos individuos afirmaron haber sentido compasión y simpatía por sus propios competidores.

Por el contrario, los participantes de clases más altas fueron menos capaces de detectar las señales de estrés emocional de sus rivales.

Según Stellar: “Reconocer el sufrimiento ajeno es el primer paso hacia la respuesta compasiva. Estos resultados sugieren, no que las personas de clase alta no se preocupen por los demás, sino que, simplemente, no son buenas percibiendo el estrés o la ansiedad de otros”.

Estudio previo

Los resultados de esta investigación coinciden en parte con los obtenidos en un estudio previo, realizado por especialistas de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) en 2010.

En él, se constató también que las personas pobres tienen mayor capacidad empática que las personas ricas en experimentos realizados tanto con fotografías como en interacciones sociales con personas reales.

Los autores de este estudio señalaron entonces que la causa de esta diferencia podría estar en que las personas con bajo nivel de ingresos y un bajo nivel educativo tienen que ser más sensibles a los demás para subsistir, es decir, deben sacar mayor provecho de su empatía, para responder a las amenazas sociales y para reaccionar ante las oportunidades que la sociedad ofrece.

 

Ayudar A Los Demás Nos Hace Sentir Mejor

Si bien es cierto que ciertos controles son necesarios para la cooperación, la neurología ha demostrado que son las gratificaciones y los beneficios los que más aportan para que se de el ambiente de cooperación. Al final la idea de AMOR FRATERNAL es más poderosa que la imposición de cooperación por la fuerza.

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Ayudar a los demás activa las regiones cerebrales de recompensa

Ejercer el apoyo tiene el mismo efecto que otros tipos muy básicos de experiencias gratificantes, revela un estudio de la UCLA

Prestar ayuda a un ser querido supone un beneficio para el que lo ofrece y no sólo para el destinatario, revela un nuevo estudio basado en imágenes cerebrales realizado por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Los investigadores analizaron el comportamiento de ciertas regiones del cerebro de 20 mujeres, a las que se dejó o no ayudar a sus parejas mientras ellos recibían descargas eléctricas. Los resultados demostraron que cuando las mujeres ayudaban al ser querido, las áreas cerebrales vinculadas con la recompensa se activaban. Cuando no lo hacían, esas mismas regiones reducían su actividad. Por Maricar García.

 

"Cuando se habla de que ofrecer ayuda social es bueno para nuestra salud, por lo general se asume que los beneficios provienen del apoyo que recibimos de los demás, pero ahora parece también probable que algunos de los beneficios para la salud provengan en realidad del apoyo que brindamos a otros", ha señalado Naomi Eisenberger, profesora asistente de Psicología de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) y autora principal de un estudio sobre ayuda y salud, publicado en la edición digital de la revista Psychosomatic Medicine.

Según una nota de prensa de la UCLA, Eisenberger y el alumno de Psicología Tristen Inagaki analizaron a 20 parejas jóvenes y heterosexuales en el Centro de Cartografía Cerebral Ahmanson Lovelace.

Las 20 mujeres de estas parejas se sometieron a una resonancia magnética funcional (fMRI), que permite realizar escáneres cerebrales, mientras sus novios estaban fuera del escáner y recibían dolorosas descargas eléctricas. A veces, las mujeres podían ofrecer apoyo cogiendo el brazo de sus parejas, mientras que en otras ocasiones, tenían que ver a sus novios recibir descargas sin poder ayudarles (en estos casos, las mujeres agarraban una pelotita antiestrés). En otras ocasiones, los novios no recibían descargas, y las mujeres podían decidir si tocarlos o no.

Los científicos descubrieron que cuando las mujeres ofrecieron apoyo a sus novios ante el dolor, éstas tuvieron una mayor actividad en las regiones relacionadas con la recompensa del cerebro, incluyendo el estriado ventral y el área septal. Además, cuanta mayor era la recompensa cerebral que experimentaban estas mujeres, más unidas a sus parejas decían sentirse. Por el contrario, cuando las mujeres no brindaron dicho apoyo, estas regiones mostraron una disminución de la actividad.

"Una de estas áreas, el estriado ventral, suele estar activa como respuesta a recompensas simples como el chocolate, el sexo y el dinero", ha explicado Eisenberger. "El hecho de que el apoyo también active esta región sugiere que pueda ser procesado por el cerebro como un tipo muy básico de experiencia gratificante", comenta.
Naomi Eisenberger, una de las autoras de la investigación, directora del Laboratorio de Neurociencia Afectiva y Social de la UCLA. Fuente: Reed Hutchinson/UCLA.
Naomi Eisenberger, una de las autoras de la investigación, directora del Laboratorio de Neurociencia Afectiva y Social de la UCLA. Fuente: Reed Hutchinson/UCLA.
Para reducir el estrés

Los investigadores también han observado otro interesante patrón de actividad neuronal en el área septal. Además de ser un centro de placer, esta región desempeña un papel en el aumento o la reducción del estrés, mediante la inhibición de otras regiones del cerebro que procesa amenazas, como la amígdala.

Los investigadores encontraron que las mujeres que mostraron una mayor actividad en el área septal también mostraron una menor actividad en la amígdala.

"Este hallazgo sugiere que el apoyo dado puede repercutir directamente en la persona que proporciona ese mismo apoyo, reduciendo su estrés", cuenta Eisenberger, quien dirige el Laboratorio de Neurociencia Afectiva y Social de la UCLA. "La actividad en el área septal mientras se ofrece apoyo tuvo una correlación negativa con la actividad en la amígdala, que es una región conocida por desempeñar un papel en las respuestas de miedo y el estrés. Si existe alguna relación entre dar ayuda y la reducción de la actividad en esa amígdala, significa que dicha ayuda reduce el estrés".

Otros beneficios

"Ayudar a los demás tiene beneficios", cuenta Inagaki, el autor principal del estudio, quien ha recibido diferentes becas de investigación por la National Science Foundation y el programa Jacob K. Javits. "Incluso vimos más actividad en estas regiones del cerebro cuando las mujeres daban su apoyo que cuando tocaban a su novio y él no estaba sufriendo una descarga, se podría pensar que sería más agradable al tacto cuando él no está pasando por algo doloroso, pero nos encontramos con lo contrario, lo cual resulta sorprendente”.

Eisenberger cree que los beneficios por la prestación de apoyo también se aplican cuando un ser querido está experimentando otro tipo de suceso estresante, como pueden ser las situaciones emocionalmente dolorosas.

"Dar apoyo a las personas que están cerca, ya sean miembros de la familia o hijos, puede aumentar su probabilidad de supervivencia y, por tanto, la posibilidad de que los genes consigan transmitirse", comenta Eisenberger. "Debido a la importancia de ofrecer ayuda para la supervivencia de nuestra especie, es posible que a lo largo de nuestra historia evolutiva, ayudar a los demás pueda haber llegado a ser psicológicamente gratificante, para asegurar que este comportamiento persiste".

En la actualidad, Eisenberger y Inagaki están llevando a cabo más investigaciones sobre cómo ayudar a los demás puede reducir nuestras respuestas al estrés y, finalmente, contribuir a una mejora de la salud. La presente investigación fue financiada por el Senado Académico de la UCLA.

Las Preferencias Políticas Determinan Las Relaciones Románticas

O del amor en tiempos de cambios sociopolíticos...

 

Las personas eligen parejas con ideas políticas afines

Un estudio sobre citas online revela la importancia de la política en la selección de compañeros sentimentales

En los portales web y redes sociales de citas se mencionan menos los intereses políticos que el hecho de ser ludópata o tener sobrepeso. Cuando la gente busca una relación duradera, además, las preferencias políticas pasan a ser un factor crucial. A esta conclusión ha llegado un estudio de las universidades americanas de Brown, Miami y Pensilvania, y que ha sido publicado en la revista Evolution and Human Behavior. La investigación se hizo sobre una muestra de casi 3.000 personas de páginas de citas online. Por Maricar García.

 

Fuente: PhotoXpress.
Fuente: PhotoXpress.
Según un nuevo estudio realizado por investigadores estadounidenses, las personas que tienen citas a través de la Red, son reacias a utilizar las preferencias por un partido político para atraer a una pareja potencial. El estudio, publicado en la revista Evolution and Human Behavior y que recoge la Universidad de Brown en un comunicado, muestra que los solteros son más propensos a admitir que tienen exceso de peso en sus perfiles de citas online que a definirse como políticamente liberales o conservadores.

La investigación sugiere que los individuos que tratan de ligar con alguien, a menudo evitan dar a conocer sus inclinaciones políticas. Los resultados del estudio han sido escritos en colaboración por los científicos políticos Rose McDermott, de la Universidad de Brown, Casey A. Klofstad de la Universidad de Miami, y Peter K. Hatemi, epidemiólogo genético de la Universidad Estatal de Pensilvania.

"Dado que sabíamos que las parejas duraderas son políticamente más similares que las relaciones esporádicas, estábamos interesados ​​en ver cómo las personas que buscan una pareja termina con gente que comparte sus valores políticos", explica McDermott. "Esto es muy importante, ya que la ideología política parece ser hereditaria en parte, desde la pareja elegida a los hijos".

Para su estudio, titulado ¿Eres fiel a tu partido político en el dormitorio? El papel de la política para atraer a la pareja, el equipo de investigación tomó una muestra aleatoria de 2.944 perfiles de una página web de citas y examinó si, en ésta, las personas habían manifestado su interés por la política o incluso se posicionaron con un color político concreto.
Rose McDermott. Fuente: Universidad de California en Santa Bárbara.
Rose McDermott. Fuente: Universidad de California en Santa Bárbara.
Resultados de la encuesta

Los resultados revelaron que sólo el 14% de estas personas incluyeron intereses políticos en su perfil, en el puesto 23 del ranking entre las 27 categorías posibles, justo debajo de videojuegos y por encima de la creación de redes de negocios y club de lectura.

Para ver el asunto con perspectiva, los autores señalan que “cuando a estas personas se les pedía que se describiesen en las redes sociales, una mayor proporción de encuestados hablaba de su propio cuerpo -señalando incluso que tenía sobrepeso o algunos kilos de más (17% )-, antes que apuntar datos sobre intereses políticos”.

Otros resultados del estudio señalan que pocas personas estaban dispuestas a expresar una preferencia política muy definida. De los que eligieron la política como uno de sus intereses, la mayoría - el 57% - dijo que su posición política no era radical. Asimismo, las mujeres fueron un 8% menos propensas a informar sobre estos asuntos. Las personas mayores y de alto nivel socioeducativo estaban más dispuestas a expresar sus gustos políticos libremente, tales como extremadamente liberales o ultra conservadores.

Más importante que otras características

Los investigadores señalan que la aparente reticencia a revelar las preferencias políticas es interesante porque estudios previos han demostrado que los cónyuges comparten puntos de vista políticos por encima de cualquier otro rasgo, al contrario que las creencias religiosas. La pregunta que se hacen ahora los investigadores es ¿qué sucede desde que se elige a una pareja hasta que salen juntos, para que personas con los mismos ideales políticos tengan relaciones más duraderas?

Apuntan a dos posibles explicaciones. En primer lugar, que los seres humanos desean ser compatibles en sus relaciones a largo plazo, lo que desde una perspectiva evolutiva debería aumentar la probabilidad de tener descendencia con éxito.

Tal vez las personas no sean selectivas con la política al principio de la relación, pero es probable que busquen compromisos a largo plazo con personas que comparten sus mismos intereses políticos. En segundo lugar, la gente podría elegir pareja a largo plazo basándose en características no políticas pero que se relacionan directamente con las tendencias políticas, como puede ser la religión, por lo que sin querer se clasifica políticamente.

"En algún momento de las citas, y de algún modo, filtramos a las personas que comparten nuestros intereses políticos", ha señalado Klofstad. "Nuestra mejor estimación es que en la mayoría de las personas prefiere abrir miras en sus relaciones esporádicas y citas, sin embargo, a largo plazo prefiere que los gustos políticos sean un requisito esencial para las relaciones duraderas, a pesar de que muchos estadounidenses ni siquiera se interesan por la política", comenta el investigador.

Investigación previa

Los resultados de la presente investigación coinciden con los hallados en otro estudio anterior, que también constató que aunque se dice que “los opuestos se atraen”, la mayoría de la gente se casa con personas de ideas políticas similares

Realizado por politólogos de la Rice University y de la University of Nebraska-Lincoln, de Estados Unidos, en este caso, los especialistas analizaron a más de 5.000 matrimonios estadounidenses. Descubrieron así que los cónyuges parecían seleccionar, de manera instintiva, a parejas con perspectivas sociales y políticas afines.

Asimismo, los investigadores comprobaron que las actitudes políticas están entre las características más fuertes entre las compartidas por las parejas, y que éstas influyen más a la hora de elegir pareja que la personalidad o el aspecto físico.