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Sociología y Psicología

La Inestabilidad Emocional de las Mujeres Influye en Tasa de Natalidad En Naciones Sin Salud Reproductiva

Los rasgos de la personalidad condicionan nuestro nivel de fertilidad


Un estudio revela que las mujeres más ansiosas y los hombres más extrovertidos tienen mayor cantidad de hijos


La personalidad condiciona la fertilidad humana, sugieren los resultados de un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido. Analizando a individuos de cuatro aldeas rurales de Senegal, los investigadores descubrieron que aquéllas mujeres con niveles más altos de neuroticismo y los hombres con niveles más altos de extraversión eran más propicios a tener mayor número de hijos que el resto. Estos resultados resultan importantes para comprender cómo el nivel individual, y no sólo otros factores más generales, están propiciando ciertos cambios en la fertilidad humana a nivel global, explican los autores del estudio. Por Yaiza Martínez.

 


Foto: Chrisharvey. Photoxpress.
Foto: Chrisharvey. Photoxpress.
El éxito reproductivo tanto de hombres como de mujeres está influenciado por las características de nuestra personalidad, señala un reciente investigación realizada por científicos de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido.

Tal y como explica dicha Universidad en un comunicado, en la investigación se ha constatado, por ejemplo, que las mujeres con altos niveles de neuroticismo y los hombres más extrovertidos son más propicios a tener un gran número de hijos en sociedades con tasas altas de natalidad.

El término neuroticismo define un rasgo de la personalidad caracterizado por la inestabilidad emocional, la inseguridad, tasas altas de ansiedad, un estado continuo de preocupación y tensión, y una tendencia acentuada a culpabilizarse. Generalmente, este rasgo psicológico va unido a una sintomatología psicosomática.

Por otra parte, el estudio ha encontrado evidencias de la existencia de una relación entre ciertas características de la personalidad materna y las condiciones físicas de los descendientes.

Así, las mujeres que padecen altos niveles de neuroticismo tienden más a tener hijos con un índice de masa corporal (IMC) más bajo (medida de asociación entre el peso y la talla de un individuo), que reflejaría malnutrición.

El modelo de los cinco grandes

Cada vez se estudian más los rasgos de la personalidad como condicionantes de ciertos patrones de fertilidad determinantes, a nivel individual, y también cómo las diferencias en la personalidad pueden mantenerse por selección natural.

Estudios previos al respecto habían sido realizados en poblaciones occidentales modernas, pero la presente investigación fue llevada a cabo en una población más tradicional, lo que ha permitido a los investigadores probar cómo la personalidad afecta a las tasas de fertilidad en un “entorno natural”, caracterizado por tasas de natalidad elevadas.

Concretamente, los científicos recopilaron datos de cuatro aldeas rurales de Senegal, en África. En estos entornos, fueron analizados los efectos de la personalidad de ambos progenitores en el número y la condición física de sus descendientes.

El análisis de la personalidad de los individuos estudiados se realizó usando el llamado Modelo de los cinco grandes, que es un modelo de personalidad que analiza ésta como la composición de cinco factores amplios o dimensiones de personalidad. Estos factores fueron definidos experimentalmente en 1993, en una investigación sobre las descripciones de personalidad que unas personas hacían de otras.

Los cinco rasgos o factores principales se suelen denominar tradicionalmente como: factor O (Openness o abertura a nuevas experiencias), factor C (Conscientiousness o responsabilidad), factor E (Extraversión o extroversión), factor A (Agreeableness o amabilidad) y factor N (Neuroticism o neuroticismo).

Entender los cambios en la fertilidad humana

Partiendo de esta base de definición, los investigadores constataron que, entre las mujeres estudiadas, aquéllas que presentaban niveles de neuroticismo por encima de la media, es decir, las que eran propicias a sentirse ansiosas, deprimidas y malhumoradas, tenían un 12% más de hijos que las mujeres cuyo nivel de neuroticismo estaba por debajo de la media.

La relación negativa entre el neuroticismo materno y la condición física de los descendientes sugiere que un alto nivel de este rasgo conlleva un coste para las familias.

En lo que respecta a los hombres, los individuos con niveles de extroversión por encima de la media, esto es, más propicios a ser sociables y abiertos, tenían un 14% más de hijos que los hombres cuyos niveles de extroversión estaban por debajo de la media.

Según una de las autoras del estudio, la antropólogo de la Universidad de Sheffield, Virpi Lummaa, los resultados obtenidos demuestran que la personalidad puede predecir el tamaño de la familia de forma diferente en hombres y en mujeres.

Así, los hombres con familias más extensas presentarían rasgos de personalidad distintos a los de las mujeres con familias más numerosas.

Comprender mejor cómo las decisiones reproductivas pueden verse afectadas por el nivel individual ayudaría a explicar el papel del individuo frente a otros factores sociales en los cambios recientes en la fertilidad humana global.

La píldora también afecta

La investigación fue realizada también por Alexandra Alvergne, del departamento de antropología del University College London y por Markus Jokela, de la Universidad de Helsinki, en Finlandia. Los resultados han aparecido publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Este mismo equipo de investigadores, publicó el año pasado los resultados de una investigación en la que se reveló que otro factor individual, en este caso el uso de la píldora anticonceptiva por parte de las mujeres, puede condicionar el tipo de compañero que las mujeres escogen como pareja.

Lummaa y sus colaboradores demostraron que, dado que la píldora inhibe los cambios hormonales naturales, provoca que las mujeres se encuentren en condiciones hormonales estables más propias del embarazo. Este hecho tendría un impacto en esta generación y las siguientes, tal y como explicamos entonces en Tendencias21.

La Experiencia Musical Es Universal Y No Tanto

La emoción en la música es universal

 

 

Miembros de una tribu africana, que nunca habían sido expuestos anteriormente a la música occidental, reconocieron casi lasmismas expresiones de alegría, tristeza y miedo en dicha música que cualquier oyente occidental.

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Aquel que tiene sensibilidad para la música probablemente se pondrá triste o melancólico al escuchar el adagio para cuerdas de Samuel Barbel. Quizás se vea también hipnotizado y transportado a un lugar exótico por Duke Pearson y su “The Phantom” o su “Wahoo!”, o quizás se alegre al oír una canción pop tan tonta como “The party punch” de oh no! oh my!
Cada cual tenemos nuestros gustos particulares. Además estamos condicionados por nuestra historia vital y las asociaciones personales que hacemos con determinadas piezas musicales a la hora de juzgarlas. A pesar de todo, en nuestro foro interno, creemos que las sensaciones que recibimos son universales y que otros seres humanos, o al menos otros con una sensibilidad similar a la nuestra, se sentirán de la misma manera que nosotros al oír ciertas canciones, aunque pertenezcan a una cultura diferente. Sentimos que no puede ser de otra manera.
Pero esto choca con lo que ciertos antropólogos, con su relativismo cultural, nos dicen. En su obsesión por dogmatizar la idea de que absolutamente todo lo que hace el hombre es cultural, afirman que los sentimientos experimentados al escuchar ciertas músicas serían meras convenciones sociales dentro de un determinado contexto cultural y que, en teoría, deberían de ser distintas para cada sociedad.
Frente a las opiniones nada mejor que el método científico y sus experimentos. Según han demostrado Thomas Fritz y sus colaboradores del Instituto Max Planck la música puede que sea más universal de lo que los antropólogos nos dicen.
Para ello se hizo escuchar a unos nativos africanos, que nunca habían escuchado la radio, música occidental y se les pidió que calificaran cada pieza según las emociones percibidas como alegre, triste o aterradora. Según los resultados obtenidos al menos la expresión de esas tres emociones básicas es universalmente reconocida.
Según Fritz este hallazgo podría explicar por qué la música occidental ha tenido éxito globalmente, incluso en culturas que no enfatizan fuertemente el papel de la expresión emocional en su música.
La expresión de las emociones es algo básico de la música occidental y la capacidad de la música de hacer llegar expresiones emocionales es con frecuencia un prerrequisito de su apreciación en Occidente. Sin embargo, en otras tradiciones culturales, la música es apreciada en función de otras cualidades, como la coordinación del grupo en determinados rituales.
En este estudio Fritz, Stefan Koelsch y otros colaboradores querían saber si los aspectos emocionales de la música occidental eran apreciados por gentes que no habían sido expuestos previamente a esta música. No había casi estudios previos al respecto, aunque si se habían hecho al revés, para ver si los occidentales apreciaban, por ejemplo, la música indú.
Para encontrar personas que nunca habían escuchado música occidental viajaron a Camerún, al extremo norte de las montañas Mandara donde viven los miembros de la tribu Mafa, uno de los 250 grupos étnicos del país. Llevaron un ordenador portátil y un panel solar para alimentarlo como medio de reproducción musical.
También usaron las mismas pruebas con occidentales como referencia para poder establecer bien la comparación.
Según este estudio los miembros Mafa, que nunca antes habían sido expuestos a la música occidental, reconocieron casi las mismas expresiones de alegría, tristeza y miedo que cualquier oyente occidental y en un grado que estaba por encima de lo que cabría espera de una elección al azar. Aunque los autores admiten que entre los mafas había gran variabilidad en las respuestas, con dos participantes de entre veinte en el nivel aleatorio en sus respuestas.
Según los investigadores tanto los mafas como los occidentales utilizaron los mismos indicadores para juzgar la expresión emocional de la música que escuchaban, aunque el patrón estaba más marcado en los oyentes occidentales.
Manipulando la música los investigadores encontraron que ambos grupos de personas encontraban más agradable las canciones originales que las versiones alteradas. Esto se podría explicar en parte por el aumento de disonancia de los tonos manipulados.
Concluyen que mafas y occidentales mostraron habilidad para reconocer las tres emociones básicas de expresión emocional por encima de nivel atribuible al azar. Esto indicaría que la emoción expresada por la música occidental puede ser universalmente reconocida de la misma manera en la que se reconocen las expresiones faciales humanas o el ritmo, tensión y entonación del habla.
¿Qué pasará con otras emociones no analizadas en este estudio? ¿Serán igualmente universales? ¿Y con las personas sordas al tono?* ¿Y qué opinarán otras culturas de la pieza 4′ 33” de John Cage?

Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original (resumen).
Actividad cerebral e improvisación en el jazz
Foto cabecera: “Lliam” por Nwardez, vía Flickr.

* Al igual que hay personas ciegas a los colores pero capaces de ver hay personas sordas al tono capaces de oír. A estas personas en general no les gusta la música y en general ignoran su condición.

 

 

 

Música y cultura

 

 

Que nos agrade o no una determinada combinación de notas musicales depende de nuestra cultura y no algo de algo intrínseco.

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Desde tiempos remotos los expertos se han devanado los sesos sobre las razones que hacen a una combinación de notas musicales sonar agradablemente frente a otras que suenan de un modo que nos parece desagradable. En la Grecia Clásica se creía que la clave residía en las distintas proporciones entre la longitud de las cuerdas del instrumento musical. De este modo, mantener una relación matemática determinada dotaba a ciertos acordes una cualidad especial, casi divina.
Los compositores del pasado siglo, por otro lado, se inclinaban hacia la noción que los gustos musicales se basan en lo que se ha escuchado habitualmente.
Ahora, unos investigadores creen estar cerca de la verdad, e informan de sus resultados en Current Biology. Su estudio se basa en la evaluación de las preferencias de 250 estudiantes de Minnesota acerca de una cierta variedad de sonidos, tanto musicales como no musicales.
Según Josh McDermott, de New York University (NYU), la cuestión es qué hace de ciertas combinaciones de notas musicales más agradables o más desagradables. Según él ha habido muchas afirmaciones y teorías al respecto y puede que sea una de las preguntas más antiguas relativas a la percepción humana.
El equipo de la Universidad de Minnesota (Josh McDermott se trasladó desde allí recientemente a NYU) también incluía a Andriana Lehr y Andrew Oxenham. Estos investigadores consiguieron manipular tanto la relación armónica de frecuencias como la variación periódica de la amplitud de onda producida por la superposición de dos ondas de diferente frecuencia.
Recordemos que las frecuencias armónicas son múltiplos de la misma frecuencia elemental. Así por ejemplo, las frecuencias de 200, 300 y 400 Hz son todas múltiplos de 100 Hz. Aclaremos también el segundo concepto. Cuando dos sonidos diferentes pero de similar frecuencia se superponen las ondas sufren un desfase unas respecto a otras produciéndose un aumento y una disminución periódica de la amplitud de la onda, subiendo y bajando la intensidad del sonido que percibimos de una manera periódica y constante, con un “ritmo” interno que hace parecer que el sonido “tiemble”.
Los investigadores descubrieron que los acordes musicales sonaban bien o mal dependiendo básicamente en si las notas tocadas producían frecuencias que estaban armónicamente relacionadas o no. El acople de frecuencias de dos frecuencias cercanas, tal y como se ha descrito antes, resultó que no era importante. Sorprendentemente la preferencia por las frecuencias armónicas era más fuerte en personas con experiencia previa tocando instrumentos musicales. En otras palabras, el aprendizaje musical juega un papel, quizás incluso primario en eso, según McDermott.
Todavía no se sabe si este resultado se mantendría al considerar personas de otras partes del mundo y, por tanto, de otras culturas. Pero según estos investigadores el efecto de la experiencia musical sugiere lo contrario. Los resultados sugieren que las personas de la cultura occidental aprenden a que les guste el sonido de las frecuencias armónicas, porque esa característica es importante en la música occidental.
Los oyentes con una experiencia musical diferente puede que tengan diferentes inclinaciones musicales. La diversidad de la música de otras culturas es consistente con esta idea. Según McDermott, los intervalos y acordes que son disonantes para el estándar occidental son comunes en otras culturas. La diversidad es la regla, no la excepción.
Esto puede que se pierda debido a que la cultura musical occidental empieza a ser dominante en las radios de todo el mundo. Cuando todos los chicos de Indonesia están escuchando Eminem termina siendo difícil saber la verdad.

 

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3148

Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto: Tiagø Ribeiro, vía Flickr.

 

 

 

 

  1. Alejandro Sánchez:

    Justamente, en otro estudio publicado en esta web se concluyó que La emoción en la música es universal, independiente de las culturas. Por cuestiones adaptativas obviamente hay sonidos que nos generan reacciones universales (sonidos graves que tienen armonías similares al rugido de un león, tigre o puma nos espanta) La mayoría de los estudios certifican esta tendencia, hay notas y armónicos universales que no solo a nosotros nos beneficia, sino incluso a plantas y generalidad de animales. Mucho más se afianza esta idea si consideramos que muchas teorías cosmológicas fundamentadas perciben al universo como una gran función de onda Obviamente, en el caso de la música, la combinación particular de armónicos y los ritmos socialmente aceptados tienen mucho que ver con la cultura y la relación entre esta y el entorno natural. Considero que básicamente existen ritmos y armonías que son universales y que generan respuestas emocionales básicamente iguales en toda la humanidad y los demás seres vivos (y quizás en cualquier ser vivo del universo, si lo hubiere) pero también existen particularidades musicales propias de cada cultura y tiempo social.

Modelo Matemático-Fisico Sobre Cooperación

Cooperación, castigo e hipocresía


Un modelo, que considera la cooperación como propiedad emergente, sugiere que, bajo ciertas condiciones, el comportamiento deshonesto de algunos individuos puede mejorar la sociedad.

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Evolución de la población del modelo. Fuente: Physicsworld.

Podemos creer que las leyes morales son impuestas por designio divino o pensar que si son un hecho natural deben ser un producto natural de la evolución socio-biológica y que pueden estudiarse científicamente. Después de todo, una sociedad formada por una especie inteligente que no desarrolle unas reglas mínimas de comportamiento está condenada al fracaso y a la desaparición.
Hace no tanto publicábamos en esta misma web dos resultados recientes sobre cómo mantener la cooperación en las sociedades humanas y evitar que proliferen las personas aprovechadas. Aunque trataba de dos casos más experimentales, también se mencionaba de pasada los modelos de simulación computacional. Pues bien, el caso que vamos a ver ahora es precisamente uno de de estos modelos computacionales que está basado en la Física Estadística y en la racionalidad.
La pregunta del millón es saber cómo la ética o la moral aparecen en un mundo donde cada uno sólo mira para sí mismo. Según los resultados de este modelo la respuesta yace en cómo las personas interaccionan con sus vecinos más próximos en lugar de en la sociedad en su conjunto. El estudio fue dirigido por Dirk Helbing, del ETH de Zurich, y además sugiere que, bajo ciertas condiciones, el comportamiento deshonesto de algunos individuos puede mejorar la sociedad.
Un bien común como los recursos naturales o los beneficios sociales son frecuentemente agotados porque el interés de cada individuo ignora el conjunto del mundo o la sociedad. El comportamiento cooperativo puede ser forzado mediante el castigo, pero requiere tiempo y esfuerzo por parte de los otros y éstos pueden dejar de aplicar los correctivos. Sin correctivos los oportunistas o aprovechados pueden campar a sus anchas en detrimento de todos los demás y finalmente agotar el recurso común.
La pregunta, una vez más, es saber cómo aparece la cooperación. Ya hemos visto en esta misma web cómo se han propuesto la reciprocidad indirecta, la reputación, el castigo o la recompensa como mecanismos que aseguran el mantenimiento de la cooperación. Sin embargo, según el grupo de Helbing, nada de esto es necesario para que la cooperación florezca.
Para llegar a esta conclusión los investigadores se centraron en la idea de que los individuos se comportan de una manera racional en función de cómo lo hacen sus vecinos, en lugar de en cómo lo hace la población entera (esta última posibilidad exige unos buenos canales de comunicación que permitan acuerdos de castigo, algo que no tiene por qué estar presente).
Es aquí donde aparecen las ideas de Física Estadística. Así, el magnetismo en el modelo de Ising depende del comportamiento de los espines y de cómo éstos interaccionan con los próximos vecinos, idea que es frecuentemente más realista que las aproximaciones de campo promedio. De este modo el campo magnético macroscópico surge de esta interacción a nivel local. Otros ejemplos típicos son los bancos de peces o las bandadas de aves, cuyos individuos sólo actúan bajo unas reglas fijas dependiendo de lo que hacen los vecinos. De este modo aparece una propiedad emergente que no estaba presente en las unidades individuales. La moral social, según este modelo, sería una propiedad emergente, idea que se pierde en otras aproximaciones al problema.
El modelo se basa en la teoría de juegos y se impone sobre una red cuadrada de 10.000 puntos que representan individuos. Cada individuo puede adoptar una de cuatro estrategias posibles (o estados): cooperar sin castigar a los aprovechados (individuos cooperativistas), cooperar y castigarlos (individuos moralistas), ser un aprovechado o ser un oportunista y aún así castigar a otros aprovechados (individuos hipócritas) o ser simplemente un oportunista. Inicialmente las cuatro estrategias son distribuidas al azar sobre la red y se deja evolucionar el sistema hasta ver qué comportamiento prevalece a largo plazo o se llega a una situación estable.
La evolución del sistema se ve influenciada bajo tres variables: las multas que penalizan a los oportunistas, el costo de la administración del correctivo y un “factor de sinergia” que estipula cuánto es mejorada la suma de las contribuciones individuales por la acción colectiva.
El programa elige un individuo al azar y calcula cuánto puede ganar en relación a sus cuatro vecinos más próximos dadas las estrategias empleadas por cada vecino. Esto es entonces repetido reiteradamente para otros vecinos. La estrategia empleada por cada individuo es entonces modificada a la luz del éxito o fracaso de sus vecinos, de este modo los individuos pueden imitar a aquellos que lo hacen mejor que ellos.
Después de correr la simulación durante 10 millones de iteraciones bajo distintos parámetros se alcanzaron resultados intrigantes. Como era de esperar, si la razón multa/coste y el factor de sinergia eran bajos entonces finalmente todos los individuos se convertían en aprovechados egoístas, al igual que los moralistas eran mayoría si esos valores eran lo suficientemente altos. Sin embargo, también se encontró que los moralistas podían ser mayoría incluso si el costo de administración de castigo era alto. Esto se debía a que el proceso de imitación de los vecinos que más beneficios obtenían pronto daba lugar a agregados o dominios en los que había cooperativistas y moralistas en un mar de oportunistas. Como los moralistas se enfrentaban mejor a los aprovechados que los cooperativistas al final terminaban por dominar el sistema.
Quizás lo más fascinante es que también se encontró una colaboración entre moralistas e hipócritas, ya que los hipócritas podían coexistir a expensas tanto de cooperativistas como de aprovechados. Esto ocurría cuando el costo del castigo era alto, las multas moderadamente altas y la sinergia no particularmente alta. Según los autores este escenario es apoyado por la existencia de hipócritas en el mundo real (aunque ellos los llaman “inmorales”).
Según uno de los investigadores, la contribución de la Física Estadística a este campo puede ser el darse cuenta de que un gran número de jugadores puede dar lugar a un comportamiento colectivo que no puede ser obtenido del análisis de juegos a dos jugadores. Por tanto, los modelos computacionales pueden ser considerados pre-experimentos que ayuden a diseñar sofisticados experimentos de laboratorio.
El equipo de investigadores está construyendo un laboratorio en el que sea posible realizar experimentos de teoría de juegos con 36 personas, y que les permitirá comprobar las predicciones del modelo.
Herbert Gintis, del Instituto Santa Fe, y no implicado en el estudio, cree que la incorporación de estas interacciones a corto alcance son importantes, pero que además habría que considerar las relaciones genéticas de la gente, porque su comportamiento depende de si están tratando o no con un familiar cercano.
La parte positiva es que este modelo predice que la fracción de individuos que cooperan es mayor que en los modelos lineales, en donde el bien común es proporcional a la fracción de los que cooperan dentro del grupo.
Quizás esto explique que, a pesar de todo, hay individuos que ayudan a los demás.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3120

Fuentes y referencias:
Noticia en Physicsworld.
Copia artículo original I.
Copia artículo original II.
Nuevas ideas sobre cooperación.
Cooperación y fuerzas históricas.
Zanahoría mejor que palos.
Sobre la aparición de la cooperación.
Cooperación y evolución.
Colonias extensas de mohos mucilaginosos.
¿Sentido de la injusticia en los perros?
Altruismo bacteriano.
Modelo matemático sobre el altruismo.
Cooperación, reputación, rumores y hechos.
Sobre las bases fisiológicas de las normas sociales.
El sentido de la justicia viene en parte determinado genéticamente.
Cooperación y castigo en modelo teórico.
Tenemos un impulso igualitario innato.
Confirman la región cerebral relacionada con el sentido de la justicia.
La amenaza de castigo crea la cooperación.
Chimpancés cooperativos y altruistas.

Las Experiencias Valen Más Que Las Riquezas Materiales

 


Las experiencias son mejores que las posesiones

Área: Psicología — Jueves, 1 de Abril de 2010

 

Un estudio encuentra que la lujuria por las cosas materiales se desvanece pronto, pero que las experiencias únicas permanecen con nosotros por largo tiempo.

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Según un estudio de la Universidad de Cornell, la satisfacción al contratar unas vacaciones o comprar una bicicleta para usarla u otras experiencias similares es alta al principio y puede incluso crecer con el tiempo. Sin embargo, el subidón al comprar un televisor de 50 pulgadas o un coche nuevo decae rápidamente.
¿Por qué son las experiencias más satisfactorias que los objetos? Al parecer por una cosa: es difícil compararlas con otras experiencias, son únicas y nos pertenecen.
Thomas Gilovich, que publicó el estudio junto a Travis J. Carter en Journal of Personality and Social Psychology, dice que las experiencias son inherentemente menos comparativas y están menos sujetas a ser minadas por las odiosas comparaciones sociales.
Estos investigadores encontraron que la gente está menos satisfecha con la adquisición de bienes materiales porque están más sujetos a una segunda opinión sobre lo que se podría tener en su lugar (un nuevo modelo, mejor precio…). Los consumidores gastan más tiempo pensando acerca de la adquisición de bienes materiales que finalmente no eligen que el gastado cuando compran una experiencia.

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Gilovich dice: “Hay un montón de trabajos en el área del sentirse bien y la felicidad que muestran que nos adaptamos a la mayoría de las cosas. Por tanto, algo como una adquisición material nueva nos hace felices al principio, pero muy rápidamente nos adaptamos a ello y ya no nos proporciona disfrute. Se puede decir que la adaptación es algo así como el enemigo de la felicidad. Otra clase de gastos, como la compra de experiencias, no parecen estar sujetos a esta clase de adaptación”.
Este investigador dirigió varios estudios hace unos cinco años que sugerían que la gente obtenía una felicidad más duradera de las experiencias que de las posesiones. El nuevo estudio explica por qué es así.
“Imagina que compras una pantalla plana de televisión y entonces vienes a mi casa y yo tengo una más grande y que se ve mejor que la tuya”, dice Gilovich. “Pero supón que vas de vacaciones al Caribe. Descubres que yo he hecho lo mismo y que encima mis vacaciones suenan mejor. Puede que te moleste un poco, pero no al mismo nivel porque tú tienes tus recuerdos; es tu conexión idiosincrásica al Caribe la que hace tus vacaciones. Eso lo hace menos comparables a las mías, por lo que tu disfrute no es minado por la comparación.”

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En uno de los estudios había una barra de chocolate y una bolsa de patatas fritas sobre la mesa. A los voluntarios se les dijo que podían tomar las patatas, mientras que tácitamente se les decía que otros se llevarían la barra de chocolate. Otro grupo de participantes recibió un pequeño regalo físico que estaba al lado de otro regalo mejor que estaba destinado a otra persona. Los voluntarios informaron que se sentían menos satisfechos en el segundo caso.
“La comparación visible mina el disfrute de los bienes materiales, pero no mina el disfrute de las experiencias (la bolsa de patatas)”, explica Gilovich. “Si consumes una experiencia en presencia de algo mejor dicha experiencia no es minada de una manera tan poderosa y consistente.”
¿Qué significa esto? “Nuestros resultados sugieren que si la gente obtiene una felicidad más duradera de sus experiencias que de sus posesiones, a nivel político, podríamos hacer más disponibles los recursos que permiten a la gente tener experiencias. No puedes ir de excursión si no hay senderos. Y si ese tipo de cosas son las cosas que dan a la gente un disfrute más duradero, necesitamos estar seguros que estamos creando la clase de comunidades que tienen parques, senderos y similares, que promuevan experiencias que produzcan un disfrute real”.
Así que si en estos días tiene que elegir entre comprar un objeto o tener experiencias, entonces tenga experiencias y sea más feliz.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3056

Fuentes y referencias:
Nota de prensa en la Universidad de Cornell.
Fotos: todas vía Flickr por chrean, viajvia y James Clear respectivamente.
Tener más ingresos económicos que los demás es lo que realmente importa.
Posesiones y felicidad.
Felicidad contagiosa.


El Autocontrol Contagioso Y La Importancia del Nosotros Sobre el Yo

El autocontrol es una actitud contagiosa, señala una investigación


El contagio puede ser aprovechado para mejorar, pero no justifica nuestras acciones


El autocontrol -o la ausencia de él- resulta contagioso, señalan los resultados de una investigación realizada por científicos de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos. Cinco estudios a este respecto constataron que las personas que veían a otras ejercer el autocontrol, pensaban en amigos con un buen autocontrol e, incluso, veían el nombre de estos amigos durante unos milisegundos en la pantalla de un ordenador, eran capaces de autocontrolarse mejor que antes. En sentido contrario, los resultados fueron similares: se constató que el poco autocontrol también se contagia. Por Yaiza Martínez.




Fuente: Everystockphoto.
El autocontrol -o la ausencia de él- resulta contagioso, señalan los resultados de una serie de estudios realizados por científicos de la Universidad de Georgia (UGA), en Estados Unidos.

Estas investigaciones revelaron que las personas que ven o piensan en alguien con un buen autocontrol se vuelven más propensas a autocontrolarse. Asimismo, se constató que esto también funciona en sentido contrario: las personas con escaso autocontrol contagian fácilmente a los demás con su actitud.

El efecto contagioso del autocontrol es tan poderoso que, según los científicos, el mero hecho de ver el nombre de una persona con un buen o un escaso autocontrol en una pantalla, durante sólo 10 milisegundos, cambió el comportamiento de los participantes en los estudios.

Buscar relaciones sociales positivas

La directora de la presente investigación, la profesora de psicología de la UGA, Michelle vanDellen, señala que lo más importante de estos resultados es que revela que la elección de influencias sociales positivas puede mejorar nuestro autocontrol y que, a la inversa, cuando mostramos autocontrol podemos ayudar a otras personas a autocontrolarse.

La gente tiende a imitar el comportamiento de aquéllos que le rodean, y se sabe que costumbres como fumar, consumir drogas, e incluso características como la obesidad tienden a expandirse a través de las redes sociales.

Sin embargo, el estudio de vanDellen es el primero que demuestra que el autocontrol también es un comportamiento contagioso.

Los científicos afirman que esta capacidad de contagio del autocontrol puede ser aprovechada, por ejemplo, pensando en alguien que tenga un buen autocontrol si queremos que nuestro propio autocontrol se fortalezca para conseguir objetivos económicos, profesionales o de cualquier tipo.

Cinco estudios

Según informa la UGA en un comunicado, el descubrimiento realizado por vanDellen es el resultado de cinco estudios individuales, llevados a cabo durante dos años con Rick Hoyle, especialista de la Universidad de Duke.

En el primer estudio, los investigadores pidieron a 36 voluntarios asignados al azar que pensaran en un amigo que tuviera un buen o un mal autocontrol.

Aquéllos que pensaron en el amigo con un buen autocontrol persistieron en una tarea que se les encomendó, comúnmente utilizada para medir el autocontrol, mientras que aquéllos que pensaron en un amigo con un autocontrol bajo desistieron antes en esta misma tarea.

En un segundo estudio, 71 voluntarios miraron en primer lugar a otras personas ejerciendo el autocontrol, en una tarea que consistía en elegir una zanahoria de un plato en lugar de una galleta situada en un plato cercano. Otros voluntarios miraron a personas que se comieron la galleta en lugar de las zanahorias.

En los tests realizados posteriormente para comprobar el autocontrol de ambos grupos de voluntarios, la capacidad de autocontrolarse fue mayor entre los voluntarios del primer grupo.

Autocontrol subliminal

En un tercer estudio, 42 voluntarios fueron aleatoriamente escogidos para que hicieran una lista de amigos con un autocontrol alto o bajo. Después, fueron sometidos a un test informático que medía su propio autocontrol y, posteriormente, en la pantalla del ordenador se les aparecieron las imágenes de los nombres de los amigos de sus listas, sólo durante 10 milisegundos (un periodo de tiempo en el que es imposible leer una palabra, pero en el que el cerebro capta los nombres de manera subliminal).

Aquéllos a los que se les mostró el nombre de sus amigos con buen autocontrol puntuaron más alto que antes en el test informático sobre el autocontrol, mientras que aquéllos que vieron el nombre de personas con un autocontrol bajo puntuaron más bajo que previamente, en ese mismo test.

En un cuarto estudio, se pidió a 112 voluntarios que escribieran sobre un amigo con un buen autocontrol, un autocontrol escaso o sobre un amigo moderadamente extrovertido (para el grupo de comparación).

En un test posterior sobre autocontrol, aquéllos que habían escrito sobre amigos con un buen autocontrol fueron los que más rindieron, mientras que los que habían escrito sobre amigos con un autocontrol escaso rindieron peor. El grupo de control o de comparación puntuó entre estos otros dos grupos.

Responsabilidad personal

Por último, en un quinto estudio con 117 voluntarios, los investigadores descubrieron que las personas que escribieron sobre amigos con un autocontrol alto fueron más rápidas que las personas de otros grupos identificando palabras relacionadas con el autocontrol, como logro, disciplina o esfuerzo.

VanDellen señala que el autocontrol sería contagioso porque estar en contacto con gente con un buen o un mal autocontrol influye en nuestro nivel de accesibilidad a pensamientos propios sobre nuestro autocontrol.

El efecto de estas influencias, según la investigadora, puede ser el de modificar algunas actitudes, como ir o no al gimnasio después de un largo día de trabajo o comer o no algo que nos pueda engordar.

Sin embargo, estas influencias nunca serían tan fuertes como para que podamos culpar a otros de nuestra capacidad o no de autocontrolarnos en ciertas situaciones. Los científicos han detallado sus investigaciones en el Personality and Social Psychology Bulletin.



Sábado 16 Enero 2010
Yaiza Martínez




“Nosotros” es mejor que “Yo” en las relaciones estables de pareja

 

 

La satisfacción marital se refleja en el lenguaje cotidiano de cualquier matrimonio


Un equipo de psicólogos de la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, ha constatado que el lenguaje cotidiano refleja la calidad de la vida de pareja de matrimonios de mediana edad y ancianos. Así, un estudio en el que participaron 154 parejas, reveló que la frecuencia del uso del pronombre “nosotros” (para referirse a ambos miembros de la pareja como un todo) en sus conversaciones estaba directamente relacionada con su nivel de compenetración. Por el contrario, aquellos individuos que usaban más el pronombre “yo” eran menos felices con sus cónyuges. Por Yaiza Martínez.




Foto: kathe. Morguefile.
Los matrimonios cuyos miembros se refieren a sí mismos como “nosotros”, utilizando más a menudo un pronombre que incluye a ambos en lugar de los pronombres individuales “yo” o “él o ella”, están más compenetrados.

Esto es lo que se desprende de un estudio realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de California en Berkeley
(UCB), en Estados Unidos, en el que se analizaron conversaciones entre parejas de mediana edad y formadas por ancianos.

Según informa la Universidad de Berkeley en un
comunicado, la correlación establecida en la investigación fue la siguiente: aquellas parejas cuyos miembros incluían más al otro cónyuge en sus expresiones, o que usaban más el “nosotros” en su lenguaje, demostraron ser más capaces de resolver conflictos unidos que aquellas parejas en las que no se daba esta situación.

Dos categorías léxicas


En un artículo publicado por los autores del estudio, el psicólogo
Robert Levenson y sus colaboradores de la UCB, en la revista especializada Psychology and Aging, se explica que para la investigación se analizó en concreto la relación entre los pronombres utilizados durante las conversaciones de pareja y la calidad emocional y la satisfacción marital de cada una de las parejas estudiadas.

En total, en el estudio participaron 154 parejas de mediana edad y formadas por ancianos. A estas parejas se les sometió a una conversación conflictiva de 15 minutos de duración, durante la cual se registró continuamente el comportamiento emocional y fisiológico de sus componentes.


Las transcripciones textuales de estas conversaciones fueron clasificadas en dos categorías léxicas: palabras vinculadas a “nosotros” o pronombres relacionados con las parejas y palabras relacionadas con individualidad o pronombres relacionados con cada miembro de la pareja por separado.


Los análisis realizados posteriormente revelaron que una mayor presencia de palabras del primer tipo (pronombre “nosotros” o referencias similares) estaba relacionada con una serie de características deseables de la interacción (ritmo cardiovascular más bajo, comportamiento emocional menos negativo y más positivo).


Por el contrario, se constató que un lenguaje más “individualista” (mayor cantidad de pronombres en singular para referirse por separado a cada miembro de la pareja), se relacionaba con un perfil de relaciones menos deseable (con un comportamiento negativo más acentuado y una satisfacción marital más baja).


Identidad compartida


En definitiva, señalan los investigadores, se ha demostrado que en aquellas parejas en las que se pronuncia más a menudo el pronombre “nosotros” para referirse a ellos mismos hay un comportamiento más positivo entre los miembros que las componen, y también un nivel más bajo de estrés psicológico.


Por el contrario, las parejas que en su habla cotidiana ponen el acento en pronombres como “yo” o “tú” suelen ser matrimonios menos satisfechos.


Los investigadores explican que esta diferencia resultó aún más evidente entre las parejas mayores. En estos casos, el uso de pronombres en singular o individuales estaba más fuertemente relacionado con matrimonios infelices.


De cualquier forma, en el estudio se reveló que estas parejas ancianas utilizaban en general más el “nosotros” que las parejas de mediana edad, lo que sugiere que el haber afrontado obstáculos y superado desafíos juntos a lo largo de la vida, incluyendo sacar adelante a sus familias, aporta un mayor sentimiento de identidad compartida.


Compañerismo y confianza


Levenson señala que la individualidad es un valor profundamente inculcado en la sociedad norteamericana y en las sociedades occidentales en general pero lo cierto es que, al menos en el terreno del matrimonio, ser parte de un “nosotros” bien merece perder un poco del “yo”.


Estudios previos ya habían establecido que el uso del “nosotros” o del lenguaje “individualista” es un indicador claro de la satisfacción marital en parejas más jóvenes.


La investigación de Levenson y sus colaboradores demuestra, además, que la relación entre la forma en que se usa el lenguaje cotidiano y la felicidad conyugal es muy fuerte también en parejas muy estables y duraderas.


El lenguaje puede relacionarse, por tanto, con las emociones y respuestas fisiológicas que se producen en cada individuo cuando los miembros de una pareja hacen piña o, por el contrario, se polarizan en sus posturas de desacuerdo.


Según otro autor de la investigación, el psicólogo de la UCB Benjamin Seider, el uso del “nosotros” en el lenguaje es una consecuencia común derivada del sentimiento de compañerismo, de formar parte de un mismo equipo, y refleja la confianza en ser capaces de afrontar juntos los problemas.


Los científicos afirman que, en definitiva, los resultados del presente estudio indican que los aspectos emocionales de la calidad marital quedan expresados en el lenguaje natural de las parejas cuando éstas establecen cualquier conversación.



Sábado 30 Enero 2010
Yaiza Martínez

La Lengua Se Adapta A La Historia de la Sociedad

Estructura del lenguaje y estructura social

 

La estructura de las lenguas estaría determinada parcialmente por la estructura social de los individuos que las hablan.

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Distribución geográfica de las 2236 lenguas incluidas en el estudio. Fuente: PLoS One.

Psicólogos de la Universidad de Pennsylvania y de la Universidad de Memphis han publicado un estudio sobre evolución lingüística que desafía la hipótesis tradicional de por qué las lenguas difieren unas de otras a lo largo del mundo.
El estudio propone que los idiomas humanos pueden adaptarse como organismos biológicos al medio social más de lo que se creía y que las lenguas más populares y corrientes tienen construcciones más simples para así facilitar su supervivencia.
Según el pensamiento tradicional las lenguas se desarrollan debido a cambios al azar a lo largo de la deriva histórica. Así por ejemplo, el inglés y el turco son lenguas muy diferentes porque se basan en historias que las han separado mucho tanto en el espacio como en el tiempo. Durante años ésta ha sido la asunción ortodoxa de los lingüistas.
En el nuevo estudio publicado PLoS se ofrece una nueva hipótesis que desafía la explicación de la deriva. Gary Lupyan y Rick Dale realizaron un estudio estadístico a gran escala en el que analizaron más de 2000 lenguas diferentes de todas las partes del mundo. El objetivo era comprobar si el ambiente se correlacionaba con ciertas propiedades lingüísticas.
Los investigadores encontraron relaciones entre las propiedades demográficas de las lenguas, tales como la dispersión global, y la complejidad gramatical de esos idiomas.
Las lenguas que tenían más hablantes, y por tanto que estaban más difundidas por el mundo, tenían las gramáticas más sencillas (especialmente su morfología) que las lenguas que eran habladas por unas pocas personas circunscritas a una pequeña región. Por ejemplo, las lenguas habladas por más de 100.000 personas eran, como mínimo, seis veces más probables de tener conjugaciones simples en sus verbos que las lenguas habladas por menos de 100.000 personas.
Las poblaciones más grandes tienden a tener pronombres más simples y un número fijo y pequeño de casos y géneros. Además no emplean prefijos o sufijos complejos en sus gramáticas. Una consecuencia es que las lenguas con una larga historia de adultos que la aprenden han terminado siendo más sencillas de aprender con el tiempo. A pesar de que un indeterminado número de investigadores habían predicho la relación entre relaciones sociales y estructura lingüística, esta es la primera vez que se efectúa un estudio estadístico a gran escala para comprobarlo.
El resultado traza una conexión entre la evolución del lenguaje humano y los organismos biológicos. Así como organismos muy distantes pueden convergen hacia estrategias evolutivas similares en nichos específicos, las lenguas pueden adaptarse al ambiente social en donde son usadas y aprendidas.
Según Lupyan, el idioma inglés puede parecer difícil a la hora de deletrear o debido a sus excepciones a las reglas, pero sus verbos son muy fáciles de conjugar y sus nombres adquieren el plural con una simple “s” en la mayoría de los casos. En comparación, las lenguas del oeste africano tienen docenas de maneras de construir el plural, y en otras (turco, aimara, ainu…) el verbo “saber” incluye información acerca del origen del conocimiento del hablante. Esta información se expresa frecuentemente usando reglas complejas, que en los idiomas más extendidos del globo, como el mandarín, no se dan.
Lupyan y Dale denominan a este efecto social sobre los patrones gramaticales “hipótesis de nicho lingüístico”. Las lenguas evolucionan dentro de nichos socio-demográficos particulares. Aunque todas las lenguas se aprenden de pequeño, la introducción de aprendices adultos en determinadas lenguas (por ejemplo a través de la emigración) significa que los aspectos de la lengua más difíciles de aprender por los adultos son menos proclives a ser transmitidos a la siguiente generación. El resultado es que las lenguas habladas por más gente sobre regiones geográficas grandes han terminado por ser morfológicamente más simples a lo largo de muchas generaciones.
Un misterio sin resolver es por qué las lenguas con pocos hablantes son tan complejas de partida. Una posibilidad, explorada por los investigadores, es que las características tales como el género o los sistemas de conjugación compleja, aunque dificultan a los adultos aprender la lengua, pueden facilitar el aprendizaje de la misma en la infancia gracias a que proporcionan una red de información redundante que puede indicar al niño el significado de las palabras y cómo encadenarlas a las demás.
Los resultados y la teoría de estos investigadores no intentan explicar por qué una lengua específica tiene la gramática que tiene. Incluso, como los hallazgos son estadísticos, se pueden encontrar muchas excepciones a la teoría. Sin embargo, proporciona un análisis amplio de cómo los factores sociales influyen sobre la estructura de las lenguas, y muestra que la relación entre lengua y cultura no es para nada arbitraria.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa de la Universidad de Pennsylvania.
Language Structure Is Partly Determined by Social Structure (en PLoS).
Las palabras menos usadas evolucionan más.
El lenguaje como producto de la evolución cultural.
Origen genético del lenguaje humano.